Una tarde repleta de espectáculos sin sede fija

El humor, el malabarismo y la música fueron los ingredientes clave de los espectáculos que llenaron el centro neurálgico de Reus por el Trapezi

12 mayo 2018 08:31 | Actualizado a 12 mayo 2018 08:39
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La plaza de Evarist Fàbregas de Reus acogió ayer en la celebración del Trapezi a un centenar holgado de curiosos por el arte de los malabares y el humor. ¿El culpable? Lorenzo Mastropietro. No tuvo suficiente con provocar las risas y los aplausos en la inauguración de anteayer en Cal Massó y, más entrada la noche, en el espectáculo oficial celebrado en la plaza del Mercadal.

«¿Has visto cómo juega con sus cinco sombreros a la vez? ¿A qué es difícil?», le preguntó una madre a su hijo. Éste, por su parte, daba palmas, maravillado por el dominio del artista. 

Un centenar holgado de curiosos por el arte de los malabares y el humor fue a ver el espectáculo de Lorenzo Mastropietro

Los sombreros y su extravagante gabardina le dieron un toque antiguo e interesante, como recién salido de una película en blanco y negro.  Un estilo que no dejó a nadie indiferente, puesto que fue foco de numerosas cámaras de móvil. Con pausas alargadas y un peculiar juego de miradas, Mastropietro interactuó con un público variado, en el que predominó sobre todo las familias, y se permitió el lujo de jugar con el ritmo de los aplausos. En todo momento, dominó un grupo de espectadores que lo analizaba a la vez que se sorprendía

En dicho espectáculo –Pas de musique–, se encontraba también el famoso elefante del Trapezi, montado en su habitual y minúsculo vehículo. Ruidoso, marcó el final del número de Mastropietro y abandonó la zona del Passeig Comercial de El Pallol hasta la plaza Prim, repleta de gente con programa en mano y ajetreada por hacerse con el mejor sitio. La base del monumento de Prim fue la mejor opción para los más pequeños. Así se hicieron con el lugar más alto. El resto de asistentes esperó impaciente la llegada del elefante motorizado, que marcaría el inicio del espectáculo de Joel Martí y Pablo Molina. Tenía que empezar a las 18 horas y ya habían pasado más de 15 minutos de la hora convenida.

El elefante motorizado marcó el inicio del espectáculo de Joel Martí y Pablo Molina, que tenía que empezar a las 18 horas e iba con un poco de retraso

A esas horas, la plaza a rebosar acogió rachas de sol intermitentes que hicieron necesarios paseos hacia la sombra. Aun así, los amantes del circo pudieron disfrutar de la música de Balkan Paradise Orchestra, un grupo de expertas en música balcánica que, de forma itinerante, ofreció un repertorio de lo más variado mientras se hacían espacio por las calles del corazón de la ciudad. Un par de trompetas, otro par de clarinetes, una trompa, un trombón, una tuba, un helicón y mucha percusión amenizó la espera, que  valió mucho la pena. 

Y la pareja llegó

Finalmente, la pareja de equilibristas se hizo notar llamando la atención de los asistentes y empezó el show. Se trató de un extracto de su espectáculo Random, en el que Joel Martí y Pablo Molina acudieron con cómodos chandales y visiblemente animados. De la nada, sacaron una enorme pelota con la que ambos se pusieron a jugar. Al principio con pases sencillos y, a medida que iban practicando, iban lanzando la pelota cada vez más lejos, hacia el público. Puro fútbol. 

Acto seguido, Martí y Molina arrancaron las risas del público con pequeñas dosis de humor mientras se repartían unos bocadillos en un diálogo peculiar, en medio de una excursión exprés entre los asistentes. El objetivo del número, que incluyó un trabajo de equilibrismo entretenido, tuvo como objetivo exhibir una frescura escénica y sincera, ya que llevaron múltiples escenas cotidianas –muy random– al extremo. Entre las actuaciones, se dejó entrever una historia increíble sobre sus vidas y sobre el teatro. 

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