2020 y el paradigma del plástico: cuando por fin aumentó su reciclaje

El uso de plástico se ha convertido en algo habitual, pero el planeta ya está sufriendo las consecuencias de su uso.

21 febrero 2020 13:50 | Actualizado a 21 febrero 2020 18:09
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El plástico empezó su evolución a partir de materiales naturales que mostraban propiedades plásticas. Los plásticos sintéticos modernos se inventaron hace unos 100 años. Lo que inicialmente fue considerado como una solución higiénica, práctica y polivalente, ya que se podía destinar a múltiples usos en todos los sectores, en la actualidad se ha convertido en uno de los mayores culpables de la crisis climática e imagen visible (e impactante) de la contaminación mundial.

Derivados de materiales orgánicos, naturales, como la celulosa, el carbón, el gas natural, la sal y, por supuesto, el petróleo, su caída en desgracia es, como habitualmente, el uso indiscriminado del que hacemos gala los seres humanos y ocultar su incorrecta y difícil eliminación lo que nos ha hecho llevarnos las manos a la cabeza al ver islas plagadas de plástico, mares que nos escupen este material y animales que mueren al alimentarse de él al confundirlo con otras especies.

Mares de plástico

Según Greenpeace, la producción total de plástico en 2015 alcanzó las 380 millones de toneladas, llevándose a fabricar unos 8,3 mil millones de toneladas de plástico desde que su producción empezase sobre 1950. Tan solo los fabricantes de bebidas producen más de 500 mil millones de botellas de plástico cada año.

La mayor parte de los plásticos se emplean en la fabricación de envases, es decir, en productos de un solo uso. En concreto, en Europa la demanda fue del 39,9% en 2016 y su producción alcanzó los 61,8 millones de toneladas en 2018.

Datos que abruman y asustan, aunque es sólo la punta del iceberg, ya que es un elemento que está tan inmerso en nuestras vidas que podemos encontrarlo prácticamente todos lados: en envases de productos, ingredientes de cosméticos, el textil de la ropa o materiales de construcción.

La conciencia y la constancia son la clave para reducir su consumo.

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