«Ahora consideramos un lujo la normalidad que teníamos»

Sanitarios debilitados. La psicóloga destaca que estos profesionales tienen «muy bajas las defensas» y carecen de herramientas para poder relajarse. «Son carne de cañón para el virus», dice

10 junio 2020 17:50 | Actualizado a 10 junio 2020 18:02
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El confinamiento ha provocado un cambio total en la valoración que antes daba la sociedad a la normalidad. Por ejemplo, la libertad de movimientos se tenía asumida como imperdible o el sentido de lo que es la casa. «Para muchas personas, el hogar es un lugar seguro y para otras, una cárcel», explica Natalia Pedrajas, directora de Psicólog@s en Casa (PEC). Una plataforma, formada por 400 profesionales que ha atendido más de 900 casos durante el estado de alarma.

Los motivos de sus consultas, ¿son muy parecidos durante esta pandemia que antes de su comienzo?

Lo primero que nos hemos encontrado es que los motivos de consulta más acusados eran los de antes: ansiedad y depresión. Esto fue el primer impacto. Sin embargo, a raíz de la evolución de la pandemia, lo que han aumentado son las consultas de duelos, de fallecimientos de amigos y familiares, y los problemas de parejas.

¿Qué ha pasado?

El confinamiento lo que ha hecho es que nos miremos todos los días al espejo del hogar que hemos creado. Antes nos podíamos escapar de ese hogar porque podíamos trabajar o salir fuera pero ahora estamos recluidos en él. Para unas personas es un elemento seguro y para otras es una cárcel. Esta situación ha sido un superamplificador de los problemas ya latentes.

¿Cómo ha evolucionado la sociedad durante este tiempo?

Hemos visto que la novena semana de confinamiento ha sido muy importante porque la gente ha tomado conciencia de cuánto tiempo llevamos así. Cambia la perspectiva. Si al principio te planteas que son quince días de confinamiento, pues dices ‘no es tanto’. En cambio, si entonces te dicen que son cuatro meses, dices ‘no soy capaz’. Ahora es lo que está pasando con las fases. La gente se ha dado cuenta de que es mucho tiempo hasta la ‘nueva normalidad’. Lo que requiere estar más tiempo en casa, más problemas económicos si estás en un ERTE, más preocupaciones...

Comentaba que las peticiones de ayuda para el duelo han aumentado con el confinamiento. ¿Se ha dado cuenta mucha gente de la importancia de mantener unos ritos?

Sí. Ahora nos hemos dado cuenta de las libertades o de la normalidad que teníamos antes y que ahora consideramos casi como un lujo, como salir a la calle o ir al cine. Antes parecía una obligación ir al tanatorio y al entierro y no te lo planteabas. Se hacía de forma automática. Cuando nos lo han quitado, intentamos recuperar esa programación automática. Y nos damos cuenta de que no podemos, de que no vivimos el duelo de la misma manera, que falta algo. Se da mucha importancia porque no tengo un abrazo, nadie con quien pasarlo o que me consuele ni puedo ir a la iglesia si soy creyente. Nos hemos dado cuenta de que estos rituales tenían un porqué.

¿Han podido atender a los sanitarios que están luchando contra la pandemia? ¿Cómo están?

Están en una situación de estrés crónico. Tienen unos índices enormes de cortisol en sangre y un sistema inmune muy bajo. A su miedo racional al contagio se le suma que su cuerpo está debilitado por el estrés. Son carne de cañón para el virus, por eso caen como moscas. Tienen todas las variables para este tipo de contagios: muchísimo nivel de estrés, muy bajas las defensas y sin herramientas de relajación, porque los turnos de la sanidad son demoledores y no están a prueba de pandemias. No está siendo una situación fácil.

Ahora que avanzamos en la desescalada, se habla del síndrome de la cabaña, de las personas que deciden no salir de casa.

No es preocupante pero hay que ser muy respetuosos porque el miedo está siendo un agente protector. Si damos el mensaje a los niños y a las personas mayores diciendo que ya se puede salir, insistiendo en que den un paseo, no le damos importancia a su sensación de miedo, que es muy inteligente porque protege de las amenazas. Hay que recordar que es una persona que se quiere proteger de una amenaza real e invisible, con lo cual cada uno debe tener su tiempo y eso es bueno. Si no, iríamos todos en masa a los sitios.

Entender este cambio como una oportunidad.

Sí. Necesitamos que las personas y la sociedad se vayan autorregulando y autogestionando con sus propios tiempos para que cada uno transite por las diferentes emociones hasta la normalidad. Si alguien con mucho miedo sale a la calle y tiene una mala experiencia, como que alguien le estornude al lado o que le toca alguien, dará pasos hacia atrás y no hacia adelante.

Hablaba de la ansiedad por estar confinado, ¿hay ansiedad por la cercanía de la salida?

Puede ser un miedo nervioso que nos convierte en imprudentes. Tu miedo ha dejado de cumplir su misión protectora. Si una persona va a la compra y no se pone ni mascarillas ni guantes es porque ese miedo ansioso se impone. Quiere llegar a la normalidad cuanto antes.

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