Ansiedad: el mal de otoño

Sociedad hiperactiva. Es una de las epidemias del siglo XXI. Para combatirla los expertos recomiendan planificar y delegar

08 octubre 2018 19:29 | Actualizado a 09 octubre 2018 08:06
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Las dos de la madrugada, las tres, las cuatro... el cerebro no descansa, inmerso en la agenda del día siguiente ya sea a causa de una reunión, un evento deportivo, un examen o cualquier otra actividad. ¿A quién no le ha ocurrido esto alguna vez? La ansiedad genera este tipo de situaciones, pensamientos negativos y una preocupación que escapa al control.

Y el otoño, así como la primavera, son dos de las épocas más propicias para que esto ocurra ya que es un trastorno sensible a los cambios de tiempo. Eva Morán, psicóloga de Psicomedsalud Tarragona y miembro de Top Doctors, explica que una de las causas es que el inicio de esta estación representa un cambio de hábitos respecto al verano. 

Se acaban las vacaciones y regresan los horarios con la vuelta al trabajo, al colegio, las extraescolares y la rutina diaria hibernal. «A todo esto hay que añadirle la reducción de horas de sol y los cambios que conlleva la bajada de temperaturas: salimos menos a la calle, y en definitiva, nos relacionamos también menos. Si además tenemos cierta predisposición a padecer ansiedad, con el otoño tenemos la combinación perfecta para que esta se manifieste», apunta la especialista.

En relación a los horarios, hay que tener en cuenta que, a la espera de la decisión del Parlamento Europeo y de los jefes de Estado y de Gobierno, a finales de este mes todavía tendremos que seguir tocando las manecillas del reloj con lo que oscurecerá antes, algo que puede influir en el humor y los estados de ánimo. Eva Morán aclara que justamente lo que «en realidad perjudica es la reducción de las horas de sol. De hecho, para los ritmos biológicos del cuerpo es más saludable el horario de invierno ya que nos obliga a madrugar más e irnos antes a dormir».

Aunque todo el mundo puede sentirse ansioso en alguna ocasión, hay personas más propensas que otras a padecerla, como aquellas que tienen tendencia a una preocupación excesiva, a reaccionar exageradamente ante las dificultades que se les presentan o que han sufrido experiencias difíciles. De esta forma, a veces, la acumulación de pequeños problemas puede causar este trastorno.

Los síntomas son claros, aunque pueden variar dependiendo de quién la sufra. «Se trata de una activación del sistema nervioso simpático que conlleva taquicardia, sensación de ahogo con hiperventilación (respiración rápida), opresión en el pecho, sudoración o escalofríos, temblores, náuseas o molestias estomacales y respuesta de huida ya que el cuerpo se prepara para la acción y la persona tiene ganas de huir», revela esta psicóloga.

Aprender a controlarla

Estos síntomas puntuales pueden llegar a convertirse en un problema si se sienten con cierta frecuencia sin que parezca haber razón para ello y es entonces cuando se debe acudir al especialista, según manifiestan desde la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). Sin embargo, los expertos advierten que como la ansiedad es una reacción normal del organismo, el objetivo no es hacer que desaparezca, sino aprender a controlarla y reducirla a niveles manejables. 

Cuando hay dificultades para controlarla el cuerpo se acostumbra a estar tenso y se crea un vínculo vicioso. Para combatirla se recomienda una buena organización y planificación a la hora de afrontar los cambios que conlleva el otoño y el invierno, una planificación que puede ayudar a no sentir estrés con la vuelta a las obligaciones. 

Y por otro lado, se aconseja priorizar, delegar y contar con una buena red de apoyo social. Porque, sin duda, uno de los motivos que la pueden propiciar es el ritmo frenético que se lleva en la actualidad. «Vivimos en una sociedad hiperactiva, en la que estamos la mayor parte del tiempo ocupados: interminables jornadas laborales, estar actualizado en tu trabajo, poder conciliarlo con la familia e hijos, tareas del hogar, ocio, amigos, deporte... Si acabamos teniendo más obligaciones y responsabilidades que tiempo y recursos para llevarlas a cabo, vamos a acabar estresados y sintiendo ansiedad», concluye Eva Morán. 

En cualquier caso, los especialistas de Top Doctors puntualizan que comer, fumar o beber en exceso para tratar de reducir la tensión desagradable del momento es una estrategia que a largo plazo empeora la situación.

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