Cara a cara sobre la independencia: Los empresarios

Son hombres de empresa, de cifras, de PIB, pero también de metáforas

19 mayo 2017 21:47 | Actualizado a 22 mayo 2017 13:02
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La empresa y la economía centran el debate, pero habrá un guiño final a la ciencia. «Las cosas hay que cambiarlas poco a poco, y no súbitamente. Los experimentos, mejor hacerlos primero con gaseosa y, si salen bien, seguir», indica Diego Reyes. Josep-Joaquim Sendra le contesta con retranca: «Los experimentos no se hacen nunca con gaseosa. Marie Curie nunca hacía eso». Sendra, hombre de ciencia y cifras, va a utilizar una metáfora recurrente para exponer su postura: «Cuando estás en un piso de alquiler y el propietario no te permite poner una caldera o unos mejores aislamientos, tienes que pensar y decidirte… quizás marchándote del piso, aunque eso tenga sus riesgos».

Sendra quiere huir de política, de la crítica a los gobernantes y centrarse en su ámbito: «La independencia es una oportunidad para establecer un nuevo marco de relaciones para las empresas que actualmente no existe. España no tiene ese ADN de actividad económica, de emprendeduría. Llevamos 30 años sólo escuchando promesas hacia las pymes y luego eso no se traduce en nada».

Reyes sale pronto al paso y denuncia de entrada los riesgos del proceso independentista: «Pedir la independencia no es por tener un marco nuevo de relaciones. El nivel de autogobierno en Catalunya es bastante alto. Nadie te limita crecer y expandirte. Aquí hay un fundamento sentimental y político que nos está afectando a la empresa y nos crea dificultades. Las empresas pueden exportar, tener un marco de relaciones más amplio porque pertenecen a un estado más grande. Se nos está desestabilizando. Estamos en una situación de incertidumbre».

El debate se calienta por momentos y Sendra apela pronto a la artillería pesada: «Para mí incertidumbre es que se apruebe una ley de ayuda a las energías renovables y que cuando todo el mundo invierta se haga un decretazo para revocar esas ayudas y proteger a las grandes eléctricas. Para mí eso es inseguridad jurídica, igual que que la fiscalidad en España no sea distributiva. En España hay un 20% de economía sumergida, un 20% del PIB, que nos permitiría hacer tantas infraestructuras sanitarias y educativas que no tendríamos este debate ni que hablar de crisis». En el diagnóstico coinciden: Reyes también habla de inversiones en Catalunya y España que no fueron necesarias y otras vitales que no se han hecho. «Aquí se han hecho muchos despropósitos en urbanismo. ¿De quién era la culpa? ¿También de Madrid? No estoy en contra de la independencia, pero no la veo. ¿O no hay en Catalunya dirigentes que comandan nuestra economía? Todo se reduce a que tenemos déficit fiscal y depende de quién te hable la cifra es una u otra. Al ciudadano se le tiene confundido, recibe una información en muchos casos manipulada. Nos parece siempre que Madrid es el inquisidor, que el enemigo está siempre allí», añade Reyes.

 

‘Al seny le faltan datos’

Discuten, se cortan, suspiran, niegan con la cabeza lo que dice el otro. No se atisba un acuerdo. «El argumento que más prevalece es el identitario, no el económico. Estamos en una revolución del corazón. Me llama la atención que alguien de menos de 30 años me diga que vive en la opresión, que no tiene libertad. En este momento al seny català le faltan datos», sugiere Diego Reyes. «El seny no es sumisión, estar eternamente sometido a unas condiciones desfavorables. Seny es saber distinguir si las situaciones son favorables o no. El seny me lleva a decir si me tengo que separar o cambiar de piso», dice Sendra.

Transitan, como armas arrojadizas (aunque hay acuerdo en el rechazo), los nombres de Rodrigo Rato o Jordi Pujol. ¿Hay un camino intermedio entre los dos? «Estoy de acuerdo con todo siempre y cuando tengamos la percepción de que lo que salga sea mejor, hacer las cosas porque sí, no. Estoy de acuerdo con todo lo que comporte más autogobierno, pero de forma consensuada. Y si tiene que haber un cambio constitucional, también», añade Reyes.

Sendra sigue abonado a la estadística, al dato: «Las grandes corporaciones pagan en España un tipo impositivo entre el 6 y el 7%, cuando según la ley deberían pagar más del 30%, que es lo que abonan las pequeñas empresas. Eso no va a cambiar en los próximos años. Quiero un marco nuevo». Y se hace la luz, un amago de entendimiento: «Respecto al cambio constitucional sí estamos de acuerdo. Mi posición como empresario no es política sino de búsqueda de una situación más confortable. Todo puede ser en el futuro pero llevamos 30 años igual», aporta Sendra. Y añade: «No hablo de gobernantes, critico la estructura de Estado. Sí sabemos lo que ha habido hasta ahora».

Reyes contrarresta: «Es como si yo, que cuestiono la intervención del Govern en aspectos comerciales, que está limitando la libertad, digo que me quiero independizar porque no estoy de acuerdo con eso. ¿Dónde está el límite?». Aparece la cuestión de la legalidad. «La ley no puede frenar la voluntad de un pueblo. Entonces las mujeres no votarían todavía, porque la legalidad vigente no lo permitía entonces», apunta Sendra. Casi parece que, al final, las posiciones se relajan: «La independencia no será ni el edén ni tampoco el infierno». Cierra Reyes, conciliador: «Hay personas que tenían una posición más inmovilista y que con todo esto pueden pensar de otra manera. Me siento catalán aunque no he nacido aquí, pero no quiero renunciar a mís raíces. No soy defensor de patrias, sino de la economía, la calidad de vida y el bienestar».

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