China se vuelca con el niño que camina 9 km diarios bajo cero para acudir al colegio

Los internautas han donado 1,9 millones de yuanes (243.000 euros), y ayer la cadena estatal CCTV informó de que ya han llegado a la escuela los primeros 100.000 yuanes

12 enero 2018 18:39 | Actualizado a 12 enero 2018 18:45
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Su foto ha dado la vuelta al mundo, y no es para menos. Wang Fuman tiene ocho años y cada día camina casi tres horas, a temperaturas de hasta -10 grados, para ir a la escuela. Para cuando llega al centro, en la zona rural de Zhaotong, su pelo se ha congelado. Su profesor lo retrató hace unos días con la cabeza y las cejas llenas de hielo y las manos resecas y entumecidas por el intenso frío. Publicó las fotos en las redes sociales, la prensa china se hizo eco de la historia, y el debate ha estallado.

Wang es uno de los cientos de miles de niños 'dejados atrás', como se conoce en China a los chavales que se han quedado a cargo de sus abuelos o que viven solos porque sus padres han emigrado a la ciudad para encontrar trabajo. El sistema de segregación de la población impide a los ciudadanos de zonas rurales acceder a servicios de las urbanas, como la sanidad y la educación, y propicia que estos niños sean separados de sus padres, que les envían dinero para que subsistan.

Es un fenómeno demasiado habitual en provincias pobres como Yunnan, en el centro-sur del país, pero pocas veces se menciona en la prensa oficial. Las fotos de Wang han reavivado el debate sobre el asunto y han tocado la fibra sensible de la población. Los internautas han donado 1,9 millones de yuanes (243.000 euros), y ayer la cadena estatal CCTV informó de que ya han llegado a la escuela los primeros 100.000 yuanes que servirán para mejorar las condiciones del centro, en cuyas aulas se instalará calefacción. Además, todos los alumnos recibirán una ayuda de 500 yuanes (65 euros), porque muchos están en la misma situación que Wang.

En nuevas fotos difundidas ayer se ve al chico con ropa más adecuada para el frío y con dos jóvenes que le ponen unos guantes donados. "Estoy muy contento porque la gente me está ayudando y me ha dado muchos regalos", dijo Wang. Pero lo más importante es que una empresa ha ofrecido trabajo a su padre en la zona para que no tenga que dejarlo a cargo de su abuela y de su hermana. La madre abandonó a la familia hace más de un año porque, según el padre, eran demasiado pobres.            

En el ciberespacio muchos han comenzado a preguntarse si esta cálida respuesta del público no busca sacudir la mala conciencia por la falta de atención a los graves problemas sociales escondidos en el campo chino. "¿Cuántos Wang hay en el país? Ayudamos a uno, pero quedan miles en la sombra. Es necesaria una reforma de nuestro sistema social para que haya mayor igualdad", pedía un usuario de Weibo. Claro que más vale ayudar a uno que a ninguno.

 

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