¿Cuál es el precio de la mentira?

‘Chernóbil’. HBO ha producido esta serie, prácticamente un documental, que ya se ha convertido en una de las mejores del año. 

14 junio 2019 16:58 | Actualizado a 15 junio 2019 12:14
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Era la 1.23 de la madrugada del 26 de abril de 1986 cuando el reactor número cuatro de la central nuclear rusa de Chernóbil, situada cerca de Pripyat (Ucrania), explotó y saltó por los aires durante una prueba de seguridad, irónico ¿no? y con ello ocasionó una de las mayores catástrofes nucleares de la historia.

Todo lo ocurrido a partir de ese mismo momento es lo que nos narra la nueva producción de HBO, Chernóbil. Una miniserie de cinco capítulos que prácticamente se puede considerar un documental donde se narran con un gran rigor histórico los hechos acontecidos. Chernóbil se ha convertido en un auténtico fenómeno de crítica y público y ha hecho olvidar a la todopoderosa Juego de tronos.

No se puede tapar el sol...
Al comienzo del primer capítulo vemos cómo en plena madrugada el científico ruso Valery Legasov, interpretado por un magnífico Jared Harris, está grabando en cintas de cassette sus reflexiones sobre todo lo ocurrido durante los últimos dos años transcurridos desde la explosión de Chernóbil. Tras terminar de grabar, empaqueta cuidadosamente un total de seis cintas con lo que podríamos llamar ‘sus memorias’, baja a la calle, las esconde en una trampilla que hay en la pared y regresa a su casa, intentando esquivar la vigilancia de dos miembros de la KGB rusa.

¿Por qué este secretismo? ¿Por qué se esconde de la policía? ¿Qué ha grabado que pone tan nerviosas a las autoridades rusas? Seguramente porque todo lo que ha grabado deja en evidencia la inoperancia y arrogancia con la que el gobierno de la URSS, todavía no había llegado la Perestroika, afrontó el mayor desastre medioambiental de su existencia.

HBO, donde pone el ojo pone la bala. 
Chernóbil se ha convertido en la serie de televisión mejor valorada de todos los tiempos para la web especializada IMDB

Durante los dos días siguientes al accidente las autoridades rusas, comandadas por Gorbachov, intentaron con todos los medios a su alcance, ocultar las fatales consecuencias que había tenido la explosión de Chernóbil. ¡Cómo iban ellos a demostrar alguna debilidad ante Occidente en plena guerra fría!

Pero fue tal el desastre que les fue del todo imposible ocultarlo a la opinión pública. La nube radioactiva llegó hasta Suecia y las consecuencias para la población empezaban a ser más que evidentes. Esta actitud es en gran parte la culpable de muchas de las situaciones que se vivieron.

Boris Shcherbina (Stellan Skarsgård) fue el ministro encargado de gestionar la crisis y junto a Valery Legasov dirigió todo el operativo que se organizó para evitar que la catástrofe fuera de dimensiones bíblicas. En este punto HBO decidió tener una licencia dramática, ya que en la serie vemos cómo Legasov es ayudado por la también científica Ulana Khomyuk (Emily Watson).

Este personaje ha sido creado para honrar la memoria de las decenas de científicos que ayudaron sin descanso a Legasov para intentar encontrar una solución. Algunos de estos científicos contradijeron la versión oficial y fueron denunciados, arrestados y encarcelados.

Licencias narrativas
Otros pasajes de la serie también son ficticios y no se ciñen a lo que realmente ocurrió, pero es que HBO tampoco ha pretendido hacer un documental.

Chernóbil es una serie y como tal algunas de las escenas son creadas para intentar darle una forma más narrativa y explicativa a lo que nos están contando.

Hay momentos en que realmente son auténticas clases de física y del funcionamiento de una central nuclear. Pero este tono es necesario para que el espectador pueda llegar a entender la magnitud de la tragedia o el nivel de gravedad que tienen algunas de las actitudes, realmente inexplicables, que tuvieron muchos de los responsables de la catástrofe. Por ejemplo, el tono de thriller político del último capítulo crea un ritmo que nos llega a poner de los nervios. ¡Cómo puede haber gente así de soberbia en el mundo!

¿La mejor serie del año?
Craig Mazin, director y guionista de Chernóbil, ha conseguido crear un producto redondo y de gran calidad, en poco más de cinco horas de metraje.

El modo de narrar los acontecimientos es, en muchos momentos, asfixiante y claustrofóbico. El simple hecho de escuchar el irritante pitido de los medidores de radiación, cómo va en aumento hasta llegar a cotas inaguantables conforme los personajes se adentran en la central, nos crea una sensación de ahogo que es muy difícil de soportar. El ambiente retro y gris de una sociedad como la rusa de los años ochenta, todavía ayuda más a crear una atmósfera agónica.

Como observamos la serie desde nuestra perspectiva del siglo XXI, cuando se supone que ya sabemos las nefastas consecuencias que puede tener un accidente nuclear, a todo lo dicho hay que añadir el miedo y la perplejidad con que vemos cómo gran parte de la población cercana a la central, por desconocimiento, puso en peligro sus vidas y muchos de ellos murieron.

Chernóbil ciertamente puede ser si no la mejor serie del año, una de las mejores.

 

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