Donald juega con fuego

Bloqueo. La negativa de Trump a aceptar su derrota dificulta la transición al equipo de Biden y puede poner en peligro a EEUU

22 noviembre 2020 07:40 | Actualizado a 22 noviembre 2020 09:21
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Mientras Joe Biden trabaja con su equipo en la selección de los miembros de su gabinete, Donald Trump desafía los resultados electorales y su Administración sigue sin autorizar el proceso de transición. A pesar de haber perdido el voto popular y el colegio electoral, la Administración de Servicios Generales no le ha dado al presidente electo la designación normal que obtiene una campaña presidencial victoriosa. La razón: Trump no reconoce su derrota y por ende se bloquean los 6,3 millones de dólares al equipo del nuevo presidente.

En esta línea, se ha privado al gabinete entrante del acceso a las principales agencias del gobierno y a las sesiones informativas que el futuro presidente necesita para planear su transición. Los titulares de Inteligencia Nacional, Defensa y otras agencias han confirmado que no proporcionarán informes de seguridad nacional a Biden. Esto complica el proceso de transición y expone al Estado a una vulnerabilidad peligrosa.

En medio de esta amarga transición, Biden ha anunciado ya los nombres de algunas de las posiciones claves de su Ejecutivo. Ha prometido incluir en su gabinete todas las alas del partido demócrata. También ha anunciado la creación de una Junta Asesora sobre el coronavirus, integrada por diversos expertos. El futuro mandatario quiere «restituir» la credibilidad del ejecutivo y del servicio público, y el respeto a las instituciones y sus profesionales, socavados durante la era Trump.

Riesgo vs estabilidad

Miquel Pellicer, profesor de comunicación en la UOC y autor del libro La comunicación en la era Trump», explica al ‘Diari’ lo que ha supuesto los últimos cuatro años de presidencia: «Trump ha roto moldes en muchos aspectos, desde la diplomacia, la comunicación o la gestión de las campañas hasta la relación con otras instituciones políticas de EEUU y con los ciudadanos».

Pellicer desmenuza las dos formas tan distintas que han tomado ambos candidatos para abordar unas «elecciones extrañas debido al contexto que vive EEUU». «La campaña de Trump, tanto en 2016 como ahora, ha intentado destruir a los candidatos desde un punto de vista muy personalista, apelando a cuestiones físicas o intelectuales, y no con argumentos de su programa» señala, mientras que resalta «los intentos de acercarse a la multidiversidad» por parte del partido demócrata. Pellicer concluye que «la campaña de Trump ha sido mucho más arriesgada que la de Biden, quien se intenta dar una imagen de estabilidad».

El profesor de la UOC resalta los tonos y estrategias tan diferentes entre ambos candidatos. Por un lado, «Trump tiene un mensaje muy directo y emocional que siempre necesita culpabilizar a los demás» mientras que Biden es «un candidato de transición y con mucho recorrido que podía derrotar desde una posición más centrista a Trump».

«Trump sabe que ha perdido, porque no ha sido una victoria ajustada» , dice Pellicer. Aún así, el presidente saliente no reconoció su derrota durante su primera aparición pública en ocho días. Sigue sin agenda pública concentrado en sus denuncias de un «fraude electoral» a través de Twitter, y sin que parezca que las impugnaciones que ha presentado su equipo en varios estados vayan a influir en la victoria del demócrata.

William P. Barr, el actual fiscal general de los EEUU, ha puesto a los fiscales federales al servicio de la estrategia de Trump para investigar el «fraude electoral» que denuncia sin pruebas. Pellicer explica que «la estrategia postelectoral de Trump pasa por frenar en base judicial el proceso electoral, impulsando demandas en distintos estados para evitar tener que dejar la Casa Blanca. Esto está entorpeciendo el proceso de transición».

Los republicanos, ‘secuestrados’

Los republicanos han puesto en el punto de mira los votos por correo, que se dispararon debido a la pandemia. Pellicer considera que «el partido republicano ha sido secuestrado por Trump y el ‘trumpismo’. Por eso su radicalización ha sido extrema» trazando paralelismos con los crecientes giros a la derecha de partidos a nivel internacional en el último periodo. «Debemos ver si el partido vuelve a la esfera tradicional o el movimiento ‘trumpista’ lo acaba de absorber» añade. Aunque considera que «Trump no desaparecerá de la noche a la mañana» debido a sus intentos de «ampliar su máquina propagandística para perpetuarse en el poder y en la atención mediática».

De hecho, la máxima autoridad electoral en el estado de Georgia, el republicano Brad Raffensperger, denunció presiones de compañeros de su partido para invalidar votos que le dieron la victoria al demócrata Joe Biden.

La polarización social en los EEUU es evidente. Los comicios y la tensión en las calles lo reflejan. La semana pasada pudimos ver a miles de simpatizantes de Trump saliendo a las calles para denunciar, sin pruebas, un presunto «fraude electoral». El mismo día y en el mismo lugar se convocó una concentración para «oponerse al intento de Trump de robar las elecciones». El día terminó con altercados entre ambos bandos.

El futuro ejecutivo se enfrenta a grandes desafíos que marcarán el desarrollo de su función presidencial. Así lo confirma Pellicer, quien considera que el tándem demócrata se encontrará con «grandes retos económicos, sanitarios y sociales» y que «el principal desafío será hacer una política realmente efectiva para los millones de estadounidenses». El presidente electo dijo que «gobernaría para todos los estadounidenses» en su discurso después de que se le declarara vencedor.

Las redes sociales y las tensiones con los medios de comunicación tradicionales han sido claves en la presidencia de Trump. «Como gran demagogo que es Trump ha usado el concepto ‘fake news’ para intentar desacreditar a los medios de comunicación que lo intentaban etiquetar a él como generador de ‘fake news’» explica el profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Pero las campañas van más allá de los medios convencionales. «El marketing político en Estados Unidos siempre va dos pasos por delante. Hemos visto a la congresista Ocasio-Cortez haciendo campaña y pidiendo votos a través de la plataforma gaming ‘Twitch’» explica Pellicer.

En las últimas semanas hemos presenciado como herramientas muy usadas por el presidente saliente ‘se le han vuelto en contra’. Tras solo dos días de las elecciones, ‘Twitter’ borró una decena de mensajes de Trump alegando que era «contenido que puede ser engañoso sobre unas elecciones o un proceso cívico». Además, grandes cadenas de televisión, entre ellas ‘Fox’, cortaron la retransmisión en directo de las declaraciones de Trump para desmentir que «los demócratas quisieran robarles las elecciones».

«En un primer momento me pareció lógico que las cadenas interrumpiesen el discurso de Trump» confiesa el profesor de la UOC, «pero reflexionando sobre ello creo que los medios de comunicación tienden a infantilizar a los ciudadanos. Debería ser perfectamente viable que los espectadores escuchasen al presidente de Estados Unidos mentir y deducir que miente. Educar en el sentido crítico es muy importante», concluye Pellicer.

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