El 25% de titulados tienen un empleo que no requiere carrera

La subocupación crece con la precarización del mercado laboral. En la URV afecta a Filologías, Geografía o Empresariales y, en cambio, es muy baja en Química, Medicina o Ingenierías

19 mayo 2017 23:08 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:18
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El 36% de los licenciados en Filología Catalana por la Universitat Rovira i Virgili ocupan un trabajo para el que no se requería la titulación obtenida. Por el contrario, sólo el 6,7% de los graduados en Química en Tarragona sufren esa subocupación laboral. Son los extremos que ilustran una de las tendencias al alza del mercado profesional: la sobrecualificación, esto es, la circunstancia en la que la formación recibida es superior a las cualidades exigidas en el desarrollo de un empleo. De media, alrededor del 25% de titulados en la URV desarrolla funciones no universitarias, según la última encuesta de inserción laboral de la Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari de Catalunya (AQU), publicada en 2014.

Al complicado acceso laboral se añaden las condiciones de las profesiones que se consiguen, a veces por debajo del conocimiento y la práctica adquiridos en los años de universidad. La propia URV es consciente de esa dificultad creciente. «Si sumamos las dos situaciones, los graduados que no trabajan y los que lo hacen en situación de subocupación, nos encontramos con que desafortunadamente una parte importante de nuestros trabajadores jóvenes de elevado capital humano no están obteniendo las experiencias laborales que completan y amplían sus capacidades profesionales», indica Ferran Mañé, doctor, profesor y director del Observatori d’Ocupació de la URV.

El balance ‘Universitat i treball a Catalunya 2014’ constata la precarización creciente a raíz de la crisis: «Hay un descenso de 11 puntos porcentuales de la calidad de la inserción laboral (proporción de personas graduadas que desarrollan funciones de nivel universtiario)». La disminución del trabajo a jornada completa, el retroceso de la contratación fija y, directamente, la bajada en la tasa de ocupación son otros indicadores señalados por el estudio. «Los costes sociales son también elevados. El gasto de la formación, en gran medida soportado públicamente, no queda justificado por la correcta utilización del capital humano. La situación de nuestros graduados refleja las dificultades en que se encuentra la economía, quizás no tanto en términos de poder absorber a las nuevas generaciones de trabajadores altamente formados, sino de poder incorporarlos al mercado de trabajo en condiciones buenas», añade Mañé.

 

Las Humanidades, peor

La subocupación, igual que el paro, tiene afectaciones distintas en función de la carrera cursada. Titulaciones de orientación más profesionalizadora (Ciencias de la Salud, Ingeniería o Arquitectura) muestran mejores resultados que otras de tipo más general, como Humanidades.

La URV no es ajena a esa dinámica. Por ejemplo, el 46% de los graduados en Geografia i Història por la URV está en trabajos para los que no requiere haber cursado un grado. Una mirada al pasado deja ver la evolución de ese índice: según la misma encuesta de 2008, los que desarrollaban tareas no universitarias tras licenciarse en Geografía e Historia eran el 36%, diez puntos menos. En Turismo, el porcentaje de subocupados llega al 31%, mientras que en unos estudios como Empresariales el dato es del 41%, después de un aumento del 19% desde 2008, cuando se llegaba al 22%.

 

Filologías en problemas

En otros grados que son también del área de Sociales, el desajuste se cifra en un 30% en el caso de Psicología y en un 33% en el de Pedagogía. El porcentaje también es elevado en lo que atañe a Relaciones Laborales. El 37% de los graduados no está desempeñando funciones universitarias en su puesto de trabajo. En Ciencias de la Comunicación, hay registrado un 30% de titulados que no desarrollan una labor de tintes universitarios. Lo sucedido en los últimos años con las Filologías es también esclarecedor: si en 2008 sólo el 4,6% de los licenciados en la Catalana o la Hispánica ejercían labores ‘no universitarias’, en 2014 ese porcentaje se ha disparado al 36,4%.

En otras áreas, los números mejoran ostensiblemente, en tanto que muestran una mayor adecuación entre lo que se estudia y lo que se ejerce. El caso más representativo es el de los grados vinculados a la salud. En Medicina y Odontología de la URV, el 100% de los casos realizan labores para las que sí se necesita un título universitario. En el área de Salud en global, el porcentaje es del 12,8%. Hay algunos estudios de ese ámbito que muestran peor tendencia, como la diplomatura sanitaria, donde el 17,3% de los titulados admite no hacer tareas universitarias en su trabajo.

 

Las técnicas, mejor

Si bien los grados experimentales lo tienen mejor, la coyuntura económica aporta matices. «Las carreras con perfiles más profesionalizadores han tenido un mejor comportamiento en términos laborales. Pero hay casos particulares. Enfermería es profesionalizadora pero ha sufrido mucho el paro durante los últimos años. Eso responde a una situación específica que tiene que ver con el momento actual del sector público. Todo lo que está alrededor de la sanidad y la educación ha padecido mucho, y también las humanidades, que siempre pueden depender un poco más del sector público», dice Mañé en la URV.

También las ingenierías, igual que la Medicina, exhiben un mayor acople entre formación y empleo. En las Tecnologías Avanzadas de la Producción –en el área de ingeniería y arquitectura–, el porcentaje de alumnos subocupados es sólo del 8,3%. En las Tecnologías de la Producción Técnica, el porcentaje se eleva al 23,8%, cuando en 2008 estaba en el 10,7%. Los alumnos de Agraria Técnica, otro de los estudios en la URV, también han sufrido la precariedad: si en 2008 sólo el 7,1% de los titulados reconocía estar en un puesto para el que no le hacía falta la carrera, en esta ocasión la cifra se dispara al 30%. Más estable es la evolución en la carrera de Derecho, con un 14,3% de los titulados en un empleo sin necesidad de graduación universitaria, una cifra prácticamente idéntica a la detectada en 2008 por la misma encuesta.

Esta nueva entrega certifica el empobrecimiento de las condiciones. «Si en la edición de 2011 (sobre la promoción de 2007) el efecto de la crisis fue muy moderado (con excepción de las titulaciones vinculadas al sector de la construcción), tanto en lo que atañe a la tasa de ocupación como a la adecuación, en esta edición (sobre la promoción de 2010), los efectos de la crisis se dejan notar en casi todos los indicadores», admite el estudio en su apartado de conclusiones.

Pese a la constatación de estas disfunciones del sistema, este análisis (a nivel catalán pero realizado en la URV sobre una muestra de 1.379 titulados) arroja, al menos, algunas valoraciones para el optimismo alrededor de la formación universitaria: «Los datos muestran que, a más nivel educativo, más tasa de actividad, más tasa de ocupación y menos tasa de paro. En 2014 la tasa de ocupación de las personas con estudios superiores prácticamente duplica la de las personas con estudios primarios (franja de edad de entre 25 y 44 años)». Es decir, se reduce a la mitad la tasa de paro respecto a la población con estudios primarios, a pesar de que ese empleo no siempre sea de calidad ni acorde al 100%con la formación cursada.

Según el Butlletí del Perfil de l’Atur de finales de 2014, el paro entre personas con estudios universitarios en el Camp de Tarragona es sólo el 6% del total, después de un descenso de un 9,7%. El desempleo entre los titulados es el que más desciende. En las Terres de l’Ebre, esa tipología de paro supone el 5% del total y en el último año ha experimentado un descenso del 11,6%, también el retroceso más acentuado.

El estudio de la Agència per a la Qualitat del Sistema Universitari certifica la relevancia adquirida por un título, a pesar de la devaluación del mercado laboral. «La crisis ha incrementado el valor añadido de la educación por lo que afecta a las tasas de ocupación y paro. Si la tasa de desempleo de las personas con estudios era siete puntos inferior a la de los que tenían estudios primarios en 2008, en 2014 la diferencia es de 18 puntos en la franja de edad que va de los 25 a los 44 años», concluye el informe.

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