El Pentágono se niega a hacer caso de Trump y desplegar el ejército contra las protestas

El secretario de Defensa de Estados Unidos marca distancias con el presidente al asegurar que no considera necesario el empleo de tropas en activo para contener la ola de protestas

04 junio 2020 08:00 | Actualizado a 04 junio 2020 09:16
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El secretario de Defensa de EEUU, Mark Esper, marcó distancias ayer con el presidente, Donald Trump, al asegurar que no considera necesario el empleo de tropas en activo para contener la ola de protestas en el país desencadenadas por la muerte bajo custodia policial del afroamericano George Floyd.

«La opción del uso de tropas en activo en el papel de garantes de la ley debería ser solo empleado como último recurso, y solo en las situaciones más urgentes y extremas», afirmó Esper en una conferencia de prensa desde el Pentágono.

«No estamos en una de esas situaciones ahora. No soporto invocar la Ley de Insurrección», subrayó sobre la posibilidad de utilizar al Ejército en el interior país planteada por el mandatario a comienzos de semana.

Este lunes, Trump anunció su disposición a desplegar «miles y miles de soldados fuertemente armados» y de agentes de la ley para detener los disturbios en Washington DC, tras varias noches de protestas y saqueos en la capital. Poco después del mensaje televisado, los manifestantes concentrados ante la Casa Blanca fueron reprimidos con gases lacrimógenos.

Hasta un predecesor republicano de Trump pone en cuestión su actitud. El expresidente estadounidense George W. Bush (2001-2009) aboga por la «empatía» como respuesta a las protestas raciales que han sacudido el país en la última semana y considera que es hora de que Estados Unidos examine sus trágicos fracasos.

En una declaración, Bush, que es del Partido Republicano como el presidente Donald Trump, aseguró que junto a su esposa, Laura, han estado «angustiados por la brutal asfixia de George Floyd», el afroamericano que falleció el pasado 25 de mayo a manos de un policía blanco, pero también «perturbados por la injusticia y el miedo que asfixian» el país.

«Es hora de que escuchemos. Es hora de que Estados Unidos examine nuestros trágicos fracasos, y mientras lo hacemos, también veremos algunas de nuestras fortalezas», señaló Bush.

Las protestas por la violencia policial contra los afroamericanos cobran fuerza en distintas ciudades de EEUU, nutridas por la indignación de cientos de personas ante la amenaza de militarización de Trump y las tácticas usadas para despejar a los manifestantes.

Una multitud mucho mayor que la del lunes, con miles de personas, se congregó el martes en el centro de Washington, mientras los manifestantes inundaban también las calles de Nueva York, Los Ángeles y Houston en el octavo día de protestas por el homicidio del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco.

«No tenéis vergüenza, en la Casa Blanca hay un racista», coreó un grupo situado en la primera línea de la protesta en Washington.

La acción de Trump de salir de la Casa Blanca, recorrer el parque que los últimos días ocupaban los manifestantes y posar ante los fotógrafos con la iglesia detrás ha sido vista como una demostración de que controla la situación y un guiño a sus votantes. Sobre todo después de que un día antes surgiesen informaciones no confirmadas de que el viernes, cuando las protestas se endurecieron en la capital, se había refugiado en el búnker de la Casa Blanca.

La acción pareció haber desconcertado incluso a miembros de la propia Administración, ya que el secretario de Defensa reconoció ayer a la NBC que cuando le pidieron ir en el séquito del presidente, no sabía a dónde iban. «Pensé que íbamos a hacer dos cosas: ver algunos daños (causados por los manifestantes) y hablar con las tropas», dijo Esper.

Pero la crítica general a Trump es que parece que el horizonte de las elecciones guía todos sus actos sin prestar atención al problema de fondo, que es la impunidad y la cultura policial de violencia.

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