El capitolio y la cantante rosalía, los reyes de la arena en Tarragona

Crónica. El concurso de la playa de L’Arrabassada se celebró sin la voz de Anna Mula, quien falleció en noviembre

16 agosto 2019 16:20 | Actualizado a 16 agosto 2019 19:13
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El Capitolio de los Estados Unidos se desplazó, por un día, a la playa de L’Arrabassada. Los ojos de los bañistas no podían parar de contemplar la obra de arte. Se trataba de una de las estructuras de arena del concurso que, desde hace 60 años, se celebra en la playa y que organiza el Club Maginet. De hecho, no se entiende un 15 de agosto sin este certamen, como tampoco se entiende este acto sin la voz de Anna Mula, presidenta de la entidad, quien falleció el pasado mes de noviembre.

El autor del Capitolio era Òscar Sagristà, un vecino de Altafulla que, desde hace 10 años, participa en el concurso. «La inspiración surgió cuando empecé a mirar la serie de Netflix, El Sucesor Designado», explicaba ayer Sagristà, quien añadía que «además, el Capitolio es el símbolo de la democracia, una palabra que tanto está de moda». Le bastaron dos horas de reloj para construir la obra de arte. Una regla de aluminio fue la única herramienta que utilizó. Suficiente para ganar el concurso.

El jurado, formado por Manel Castaño –concejal del Ayuntamiento–, un técnico del Col·legi d’Arquitectes de Tarragona y miembros del Club Maginet, valoraron la altura de la estructura de arena, la estética y la originalidad. «Tiene mucho valor que sea alto el castillo, teniendo en cuenta que la arena de Tarragona no contiene gran cantidad de arcilla», destaca Blanca Martí, actual presidenta del Club Maginet e hija de la fallecida Anna Mula.

Otro de los participantes también contaba con una curiosa historia. Su nombre es José María Teijeiro y desde hace 40 años participa en el certamen. Ahora, vive en Lleida, pero sigue sin fallar a la cita. «Empecé cuando mis hijos eran pequeños y me fui aficionando», explicaba ayer Teijeiro.

El concurso nació hace 60 años y lo organizaba Coca-Cola. Poco a poco, la compañía se desvinculó y el Club Maginet que entonces era una entidad benéfica, se puso al frente. Un castillo de arena, con el número 60, y recortes de periódico, recordaban a los presentes que el acto cumplía años.

El ambiente, como siempre, era festivo. Pero se respiraba cierta melancolía. Ayer, por primera vez en muchos años, la voz de Anna Mula no se oía por los altavoces. Pero mientras este certamen se celebre, su recuerdo siempre estará presente.

Imaginación y diversión

A pocos metros de distancia, en la playa del Miracle, un imitador de la cantante de moda Rosalía animaba el ambiente. Era un participante de la décima edición de la Travessa d’Andròmines, que este año incorporaba «una batalla naval».

Se trata de una actividad que organiza la Fundació Alverna y que aglutina grupos de amigos con ganas de pasárselo bien. Los participantes deben construir una andrómina con el fin de transportar la bendita agua de Sant Magí. A partir de aquí, la imaginación hace de las suyas y ocurre lo de ayer.

Jordi Aldave, quien encarnaba el personaje de la cantante Rosalía –con pinzas de tender la ropa en las uñas–, iba acompañado por los personajes de La Guerra de las Galaxias. Esa misma mañana, el grupo había construido una especie de embarcación con cajas de una granja de pollos, bridas y bidones. «Esto, como mínimo, creemos que va a flotar», decía un componente del grupo, quien añadía que «nuestro objetivo es no ganar el premio Narcís Monturiol, que se lo dan al primero que se ahoga».

Por norma general, la dinámica del concurso es transportar un recipiente con el agua de Sant Magí hasta la boya y volver. Este año, con motivo del décimo aniversario, la mecánica ha cambiado y el envase con agua se encontraba directamente en una de las boyas. Los participantes debían llegar hasta el destino, encontrar el agua bendita y, a partir de entonces, empezaba la batalla naval. «El objetivo es robar el recipiente», explicaba Arcadi Cornadó, uno de los organizadores.

Pero la finalidad real de este acto es, sobretodo, disfrutar. Que se lo expliquen a La Tuno, un grupo de jóvenes monitores del CAU Alverna. Su embarcación era muy simple: compraron una cama hinchable –estilo Restform– y la decoraron. Pero llevaban la fiesta encima. Iban disfrazados de tuneros y llevaban panderetas y trompetas de juguete. Lo importante en este concurso no es participar, es pasárselo bien.

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