El coronavirus contado desde un tanatorio

Mar prepara los cadáveres antes de que sean sepultados o incinerados. El coronavirus, cuenta, lo ha cambiado todo

23 marzo 2020 15:51 | Actualizado a 23 marzo 2020 17:49
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Mar se dedica a preparar los cadáveres para el último adiós en un gran tanatorio del país, pero el coronavirus lo ha cambiado todo, desde los protocolos de seguridad al tratamiento de los cuerpos. La cifra de fallecidos que recogen en hospitales y residencias se ha duplicado.

“Esto no es una guerra, pero estamos haciéndonos cargo del doble de personas de lo habitual”, afirma a EFE Mar, tanatopractora que ejerce su profesión en una de las comunidades autónomas más afectadas por el COVID-19 y que prefiere guardar el anonimato, pues tiene firmado un contrato de confidencialidad con su empresa.

Antes de la aparición de virus, Mar (nombre ficticio) era responsable del embalsamamiento y cuidado estético del cadáver (vestir, maquillar, restaurar…); ahora ya no es posible hacerlo con quienes han perdido la vida por el COVID-19. “No podemos manipular los cuerpos”, porque es el único modo de evitar el contagio.

Ahora se introducen en un saco impermeable que va sellado entero y se coloca directamente en el féretro, momento en el que ya no se podrá volver a abrir, tampoco en el velatorio, restringido a un máximo de dos personas, aunque la recomendación del tanatorio es no acudir.

La familia puede optar por la incineración o por el entierro.

Si enfermamos, ¿Quién se ocupa de los cuerpos?

Hasta la fecha, ningún compañero ha contraído el coronavirus, explica Mar, pero le preocupa la seguridad. porque “si nuestro sector cae enfermo, ¿quién se encarga de los cuerpos?”.

“Nos está costando mucho encontrar equipos de protección individual (EPI) y es un problema. En los hospitales, que es donde más estamos trabajando ahora mismo, necesitan liberar las camas rápido para otros enfermos, lo que nos obliga a trabajar a contrarreloj, pero sin pasar por alto nuestra seguridad”.

Además, explica, “somos un grupo de muchísimo riesgo, porque yo voy a una residencia a recoger a un fallecido por coronavirus y luego me desplazo a otro centro de mayores donde no hay infección; tengo que haberme desinfectado y protegido muy bien para no llevar el virus a una residencia que está sana”.

Aparte de los equipos de protección individual, también está resultando problemático conseguir el resto de materiales. “Nadie estaba preparado para esto”, resume la tanatopractora.

Horas extras y dificultad para encontrar personal cualificado

La emergencia sanitaria ha obligado al personal del tanatorio a hacer horas extras, a reorganizar los turnos y a hacer alguna nueva contratación.

Pero esto último es complicado, cuenta Mar, porque es una profesión en la que “te expones mucho y la gente está asustada y no quiere entrar a trabajar en estos momentos; y tienes que buscar a personas que, por lo menos, tengan experiencia en el sector sanitario”.

Subraya que todos los protocolos de actuación han cambiado, sobre todo en lo referido a las medidas de protección que se han reforzado “al máximo”.

La complejidad para tramitar un entierro a una incineración

En el momento del fallecimiento, el tanatorio se pone en contacto con la familia, gestiona toda la documentación y recoge al fallecido en el domicilio, hospital o residencia. A continuación, se tramita el entierro o la incineración -el funeral tampoco está permitido por el decreto de estado de alarma.

“Casi todo lo hacemos de manera telefónica y por correo electrónico, vamos resolviendo la situación como podemos”. Si hay que ir a una vivienda de una familia que guarda cuarentena, nos acercamos para que nos firmen los papeles, pero nos quedamos en el portal”.

En algunas ocasiones, se deja la documentación en hospitales o residencias para que, una vez se produzca el óbito, “las enfermeras se la entreguen a la familia y, cuando recoges al fallecido, ya tienes todo firmado. No es posible hacerlo en todas partes, pero, cuando se puede, se hace”, porque agiliza el proceso, y los centros necesitan a la menor brevedad disponer de camas para los nuevos ingresos.

Llevan sus propios bolígrafos

Mar se muestra sorprendida por la comprensión y disciplina ciudadana. “Los familiares vienen con sus mascarillas y guantes, porque a nosotros nos es imposible dárselas, e incluso con sus bolígrafos para no intercambiar bolis si hay que firmar documentos adicionales”. Se evita cualquier contacto físico.

A las familias que no han podido despedirse de sus seres queridos, se les ofrece hacer algún acto con las cenizas, una misa, una ceremonia con música o un funeral, una vez haya pasado la crisis sanitaria para que no tengan la sensación de que “esto ha pasado” sin haber podido decir adiós.

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