El juez Castro revela que Roca le propuso una reunión clandestina sobre la infanta Cristina

El magistrado insinúa en una carta al juez del caso Ausbanc que el abogado de Cristina de Borbón intentó tenderle una trampa

19 mayo 2017 19:17 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:21
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El caso Ausbanc-Manos Limpias toma derroteros cada vez más inesperados. El juez instructor del caso Nóos, José Castro, ha irrumpido en el sumario de la Audiencia Nacional con una carta remitida a su colega Santiago Pedraz en la que denuncia que el abogado de la infanta, Miquel Roca, y su equipo, le invitaron a una extraña «reunión clandestina» a finales de 2013 en algún paraje escondido de miradas indiscretas en Palma o Barcelona.

Aunque el magistrado nunca aceptó el ofrecimiento, en su carta insinúa claramente que teme que aquella oferta en realidad encubriera una celada para desactivar su investigación o ponerle en un aprieto. Es más, el magistrado se pregunta si esa supuesta trampa no ha sido el sistema con el que el equipo jurídico de la hermana del jefe del Estado ha conseguido involucrar al supuesto tándem de los líderes de Manos Limpias y Ausbanc, Miguel Bernad y Luis Pineda.

Pedraz no lo coge

En su misiva, Castro explica que él mismo intentó el 22 de abril contactar telefónicamente con Pedraz para ofrecerse como testigo y que, ante la falta de respuesta del magistrado, ha enviado el escrito en cuestión denunciando las maniobras de Roca. Según la carta, fue el abogado en Palma del bufete de Roca, Jaume Riutort, el que hizo de intermediario para esa cita.

Riutort, de acuerdo con la versión del juez, le visitó varias veces en su despacho para intentar «obtener la primicia informátiva» de si Castro iba o no citar finalmente como imputada a la infanta, después de que en primera instancia la Audiencia Provincial de Palma paralizara la primera citación.

A finales de 2013, señala Castro, aquellas visitas derivaron en la petición de Roca para tener una «reunión altamente secreta». El juez de Palma dijo que el ofrecimiento le sorprendió porque «la puerta de mi despacho siempre ha estado abierta para cuantos letrados han querido acceder a él sin necesidad de pedir cita previa, sino el hecho de que mi interlocutor enfatizara las condiciones en que esa reunión debería celebrarse». El tema de discusión era «obvio»: «Roca y yo no teníamos más tema en común que el de Cristina de Borbón».

El lugar de la reunión sería una finca en Barcelona o Mallorca «y que por lo que deduje, o quizá se me dijo, se trataría de rústica, garantizándome insistentemente que estaría al abrigo de periodistas y fotógrafos, asegurándome, en definitiva, la más completa intimidad».

Rechazo

Castro rechazó el ofrecimiento y no tuvo más respuesta. Relata que luego se olvidó del tema, no sin antes comentárselo al fiscal del caso, Pedro Horrach, que dijo que «no» sabía nada del asunto y no pidió más explicaciones. Solo se acordó de aquel episodio tras la captura del líder de Manos Limpias. «No pude evitar que al tiempo que ese supuesto proceder me generara una gran vergüenza, me asaltara también la duda de si no se le habría hecho a la acusación popular ejercida por Manos Limpias un ofrecimiento similar al mío y que, al contrario que éste, aquel sí llegara a ser aceptado por su destinatario, y que fuera en el seno de esas reuniones donde tuvieran lugar las ofertas o exigencias que luego denuncia quien precisamente pudo haberlas propiciado», señala en su escrito a Pedraz.

Un escenario muy difícil

Es entonces cuando Castro, de manera velada, apunta la posibilidad de que Roca y los suyos también trataran de jugársela a él para desactivar su investigación que, ya entonces, apuntaba a que la hermana de Felipe VI podría acabar en el banquillo, como sucedió. «Yo no puedo ni debo adivinar qué proposiciones se me hubieran podido ofrecer de haber acudido a ese pretendida reunión altamente secreta», apunta el juez, que especula con que el motivo real de la pretendida cita del abogado de Cristina de Borbón era «situarme en un escenario en el que mi papel sería de muy difícil, por no decir, imposible justificación». «En cualquier caso, y adivinanzas a parte, lo indudablemente cierto –prosigue– es que las cuestiones que en esa clandestina reunión se hubieran podido tratar conmigo al parecer debieron resultar totalmente incompatibles con hacerlas en un ámbito normalizado como el de mi despacho oficial».

La versión de Castro tiene muchas coincidencias con la de Miguel Bernad, quien aseguró ante Pedraz que fue Roca y su entorno, y no viceversa, el que propuso pagar tres millones de euros para librar a la infanta del banquillo. Oferta que Manos Limpias, según el imputado, rechazó.

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