El peligroso juego juvenil de viajar entre los vagones del metro

Los jóvenes justifican esta práctica, que está totalmente prohibida, por la sensación de riesgo y adrenalina

31 mayo 2017 09:21 | Actualizado a 31 mayo 2017 17:18
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El peligroso juego juvenil de viajar agarrado en la zona de acople entre vagones del metro, ya sea de Madrid o de cualquiera otra ciudad, o de recorrer el trayecto saltando de un convoy a otro ha provocado más de una veintena de accidentes con varios muertos y heridos con miembros mutilados en las últimas décadas.

El último siniestro de este tipo tuvo lugar el domingo hacia las 20 horas. Un adolescente de 13 años entró con prisas en la estación de Miguel Hernández, en la línea 1 del Metro dirección Valdecarros. Cuando llegó al andén dirección Villa de Vallecas el tren ya había cerrado sus puertas y salía de la estación cuando el joven se subió en uno de los acoples que hay entre vagones, cayendo unos metros más adelante, ya dentro del túnel.

El conductor no se pudo percatar de la situación y continuó la marcha, tras lo que el joven pidió ayuda para ser rescatado

Sensación de riesgo

Según fuentes policiales de Madrid, las líneas más utilizadas para estas prácticas de colocarse en los acoples de los vagones son la 1, la 2, la 3 y la 4, donde circulan trenes más antiguos que tienen puertas que se pueden abrir fácilmente. Los jóvenes, la mayoría adolescentes, suelen justificarlas por la sensación de riesgo y adrenalina que le provoca viajar en los acoples de los convoyes. 

Un joven de 13 años perdió las dos piernas el domingo en Madrid

Algunos psicólogos hablan a este respecto de ‘los buscadores de sensaciones’, quienes buscan sensaciones y experiencias nuevas, intensas, complejas y que pueden caracterizarse por impulsividad, osadía, extroversión y también puede haber psicoticismo.

Numerosos accidentes

Pero  este peligroso juego o divertimento juvenil no es nuevo y también se da en los trenes de Cercanías. Desde los años 90 se han registrado numerosos accidentes provocados por estas prácticas temerarias.

Por ejemplo, en 1992 Miguel Antonio, un niño de 11 años, se saltó las clases del internado donde estudiaba para ensayar este juego. Algo salió mal y tuvo un accidente entre las estaciones de Cuatro Caminos y Quevedo. Perdió media pierna y el bazo. Dos años después Domingo, de 25 años, murió tras ser aplastado por un tren cuando saltaba de un compartimiento y otro a la altura de la estación de Alvarado. En julio de 1996 David, de 19 años, también cayó a las vías mientras practicaba este juego, y la máquina le seccionó el pie y le trituró la pierna izquierda. Ya en este siglo, en diciembre de 2001 un joven de 25 años perdió la pierna derecha al ser arrollado en la estación de Iglesia por un vagón de metro, mientras saltaba de un compartimento a otro con unos amigos. Accidentes de este tipo se han seguido produciendo posteriormente. El más grave ocurrió en junio de 2013, que en la misma estación, un joven falleció cuando cayó al suelo en las mismas circunstancias.

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