El virus del conflicto

Covid-19 y pobreza. La pandemia agrava los efectos de la crisis humanitaria causada por el enfrentamiento entre Israel y Palestina

26 octubre 2020 06:30 | Actualizado a 26 octubre 2020 06:38
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A principios del siglo XX tomó fuerza el movimiento sionista que buscaba establecer un ‘estado judío’ en territorio palestino. En 1917 el gobierno británico emitió la Declaración Balfour que respaldaba su establecimiento. Tras la declaración empezó una oleada migratoria de judíos hacia Palestina, en un intento de construir una mayoría de población hebrea.

Esta creciente inmigración provocó una reacción negativa por parte de la población árabe y el nivel de violencia entre ambas comunidades fue creciendo. La ONU aprobó un plan de partición de Palestina en 1947.

El Plan abogaba por la creación de un Estado árabe independiente, uno judío y un régimen especial para la ciudad de Jerusalén. Al año siguiente se proclamó oficialmente el estado de Israel y estalló la primera guerra árabe-israelí. La victoria israelí consolidó el nuevo estado con la ocupación de territorio palestino, el cual se redujo a la mitad.

Ese suceso representó el inicio de la ‘Nakba’ (la catástrofe): 750.000 palestinos huyeron o fueron expulsados. La violencia nunca cesó en los años siguientes. En 1967, se volvieron a enfrentar en la Guerra de los Seis Días. Al finalizar la guerra, Israel había ocupado la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Oriental, la península del Sinaí (Egipto) y los Altos del Golán (Siria). Esta fue condenada por la ONU y significó otra huida de miles de palestinos.

Las tensiones continuaron y terminaron dando lugar a las ‘intifadas’. Así se conocen los alzamientos populares de Palestina contra el régimen sionista. Han habido tres: en 1987 se desató la primera a causa de la muerte de obreros palestinos a manos de militares israelíes, la segunda en el 2000 por la visita del que fue el primer ministro israelí, Ariel Sharon, a la explanada de las Mezquitas y la tercera en 2017 a raíz del reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por parte de Trump.

Tras está conflictiva historia ahora ha impactado la pandemia. En diciembre de 2019 empezó la propagación de la Covid-19 en China. En marzo de 2020 la OMS lo declaró pandemia al haberse extendido a 114 países. Actualmente ya hay más de 41,3 millones de casos confirmados en todo el mundo.

En estos meses la probabilidad de contagio es desigual. La pobreza, falta de recursos sanitarios o la sobrepoblación pueden ser letales. No todos los países pueden implementar medidas preventivas como el distanciamiento social o la higiene.

Palestina es ejemplo de ello. Dos millones de palestinos viven en Gaza con un 96% de agua no potable, bajo asedio israelí desde hace 13 años y con índices de pobreza y paro previo a la pandemia de casi el 80%. El sistema de salud está fragmentado y carece de recursos.

Shadia Ez-Zaher, cofundadora de la Casa Palestina de Barcelona, explica al ‘Diari’ que los contagios de la primera oleada se lograron contener en Gaza debido al aislamiento. Pero la segunda oleada de contagios está teniendo mayor impacto. «En Gaza el sistema sanitario ya es débil de por sí debido al control de los materiales que entran por parte de Israel. Ahora con la pandemia la situación se vuelve más crítica» añade.

Noa Hakim, portavoz de la Embajada de Israel en España lamenta que «la organización terrorista Hamás» que gobierna Gaza «prioriza la lucha contra Israel sobre la lucha contra la pandemia». Apunta además que «la ayuda humanitaria, incluidos medicamentos y alimentos, fluye todos los días desde Israel a la Franja de Gaza en grandes cantidades» y que «ha habido cooperación con las autoridades palestinas para contener la pandemia».

Respecto a Cisjordania, Ez-Zaher explica que ha habido más contagios que en Gaza, pero que gozan de más recursos para hacerle frente, aunque hace inciso en las desigualdades entre israelíes y palestinos. «Legalmente Israel se tiene que hacer cargo de la salud del país que ocupa, pero en muchos casos niega medicación o tratamiento a ciudadanos palestinos», denuncia.

Las tensiones entre ambos países habían aumentado en el periodo previo a la pandemia principalmente a causa de la administración de Trump. Ez-Zaher considera que la violencia aumentó debido «al apoyo de Trump a Netanyahu y el traslado de la embajada estadounidense de Tel-Aviv a Jerusalén». Hakim recuerda el «plan de paz integral» presentado por EEUU como la esperanza para «una paz duradera en Medio Oriente» y «una solución al conflicto árabe-israelí». El plan «fue aceptado con entusiasmo por Israel, de manera similar a las ofertas de paz en el pasado», dice.

Respecto a la evolución de la situación de la Covid, Hakim declara «tenemos mucha confianza en nuestra capacidad de recuperación y en nuestra capacidad de trabajar juntos para derrotar al virus» e incide en los esfuerzos hechos por el gobierno para concienciar a las comunidades minoritarias como las de habla árabe o ultraortodoxas así como en investigación y desarrollo de medicamentos.

Ez-Zaher considera que la recuperación de Gaza será muy complicada dada la situación previa al Covid-19, pero se muestra más optimista respecto a Cisjordania. «Es lo último que le faltaba a Palestina: un país ocupado, en plena crisis humanitaria y ahora la pandemia» añade.

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