«Gabriel me insultó, me dijo que yo no era su madre y que no le mandaba»

El juez prorroga la detención de Ana Julia para practicar nuevas diligencias tras el hallazgo del hacha

15 marzo 2018 10:12 | Actualizado a 15 marzo 2018 22:12
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Ana Julia Quezada volverá hoy jueves a los juzgados de Almería. El juez Rafael Soriano acordó ayer, tras apenas dos horas de declaración de la asesina confesa del niño Gabriel Ruz, suspender el interrogatorio y prorrogar la detención de la acusada para ordenar nuevas diligencias policiales.

Según fuentes de la investigación, entre estas diligencias estarían los análisis periciales del hacha con el que la mujer golpeó al pequeño en la cabeza dejándole inconsciente antes de asfixiarle.

El estudio de este arma, clave en el caso, no había sido remitido al juzgado porque los efectivos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil encontraron el hacha ayer sobre las 11 de la mañana.

La herramienta fue hallada en la finca La Cañada de la Soledad, de Roldalquilar (Almería), propiedad de la familia del padre del niño y donde la asesina confesa mató al menor el 27 de febrero.

Fuentes jurídicas adelantaron que la intención de Ana Julia es ratificarse en la versión autoexculpatoria de los hechos que dio a la Guardia Civil el martes cuando confesó que mató al pequeño.

Ayer trascendieron nuevos detalles de los atestados de la Guardia Civil sobre esa declaración. Ana Julia adujo que hizo desaparecer el cuerpo del pequeño para «ahorrarle dolor» a Ángel Cruz, padre del niño y su pareja, de saber que su novia había matado a su único hijo. 

«Problema importante»

«Enterré el cadáver porque no quería hacer daño a Ángel. Así, él no sabría nunca lo que había pasado», llegó a afirmar

«Cuando estaba muerto me di cuenta de que tenía un problema importante. Saqué el paquete de tabaco y me fue un cigarrillo. Cogí una pala y lo enterré», declaró.

Según su relato, se llevó a la finca de Rodalquilar al niño porque Gabriel no llegó a entrar en casa de sus primos aquel 27 de febrero, tal y como había anunciado la propia víctima. Quezada afirmó que cuando iba en coche, tras salir de la casa de la abuela del pequeño, se encontró al menor «jugando solo en la calle con un palito».

En la Cañada de la Soledad, afirmó, se puso a pintar el exterior de la casa de la finca, que ella y Angel estaba reformando para habitarla tras meses en alquiler. El niño se quedó dentro de la vivienda. «Me asomé y vi que estaba jugando con un hacha». Ana Julia sostuvo ante los guardias que le recriminó que estuviera jugando con la herramienta y que intentó quitársela.

«El niño me insultó y me dijo que no era su madre y que no le mandaba», apuntó. 

Durante el forcejeo, dijo, le quitó el hacha. La detenida no se paró a dar detalles en la primera parte de su declaración de cómo fue el golpe con la parte roma. En una segunda parte fue cuando señaló que le había dado un «mal golpe» en la cabeza al niño, aunque de forma «accidental». 

«Para despistar»

Otro de los aspectos clave en la comparecencia fue la ropa. Tras enterrar al pequeño «me lleve la ropa a la casa de la abuela y la escondí allí». Ana Julia reconoció que dejó la camiseta en los juncos de la depuradora de Las Negras «para despistar», y que tiró el resto de las prendas en un contenedor en la urbanización Retamar (a 30 kilómetros de la finca). El pantalón y la sudadera fueron recuperados el martes.  

Sobre la camiseta de Gabriel hallada por ella misma en Las Negras, la Guardia Civil cree que la intención de Quezada no era solo despistar, sino incriminar a su expareja burgalesa, Sergio, con quien se trasladó hace cuatro años a Almería y con el que había regentado un bar.

La camiseta de halló a solo 300 metros de la casa del exnovio, con quien Ana Julia había acabado con muy mala relación tras el fracaso de la aventura hostelera.

La detenida incluso llegó a señalarle como sospechoso cuando la Guardia Civil en los primeros días le preguntó sobre las personas del círculo cercano de la familia de Gabriel que podrían tener motivos para hacerle daño. 

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