«Hace falta cogobernanza en el ámbito sanitario»

El investigador sostiene que si la autoridad sanitaria europea hubiera tenido mayor capacidad ejecutiva, habría habido una respuesta «más rápida y solidaria» a la pandemia de Covid-19

28 mayo 2020 18:00 | Actualizado a 28 mayo 2020 18:02
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El director del Centro de Investigación en Antropología Médica, Ángel Martínez Hernáez (París, 1964) es catedrático de Antropología Médica en la Universitat Rovira i Virgili, la entidad impulsora del Centro de Investigación en Antropología Médica (MARC, por sus siglas en inglés) y miembro de la Asociación de Antropología del Estado Español.

Una división entre inmunizados y no inmunizados puede llevar a una nueva forma de discriminación social o laboral…

Estoy en contra de que se haga, pero, como cambio cultural, existe este fenómeno. El concepto de las biosocialidades lo creó en los años 90 el antropólogo norteamericano Paul Rabinow para pensar las nuevas identidades sociales que se crean por determinados marcadores biológicos, como tener un determinado marcador genético que predispone a una enfermedad. En el caso de la Covid, esto puede llevar a que los ciudadanos pueden ser discriminados en función de si están inmunizados o no, lo que supone un dilema ético muy importante. Es una información que se tiene que manejar con mucho cuidado, es privada y no debe suponer ningún tipo de discriminación.

¿La emergencia sanitaria ha paralizado ciertos aspectos de la globalización o puede llevar a replantearnos este proceso que dábamos por consolidado?

Hay dimensiones que no se han visto afectadas e incluso se han intensificado, como la tecnológica y, probablemente, la cooperación científica a nivel internacional. Pero hay otras que sí. La dimensión económica, las transacciones financieras y la movilidad son las más afectadas, como el caso del turismo, con el peso que tiene en nuestro país. La interdependencia económica que caracteriza a la globalización es lo que ha entrado en un cierto paréntesis. Habrá que ver hacia dónde evoluciona, pero esperemos que permita la constitución de una internacionalización donde no prime solo lo económico. Hace falta ir hacia una globalización con rostro humano.

Ese modelo de ‘suprainstitución’ sería deseable a nivel nacional en el ámbito sanitario?

Esta una pregunta polémica aquí en Catalunya Pero si estamos en un Estado, hace falta coordinación y cogobernanza. Se ha hablado de una agencia estatal de salud pública; ya existe el Instituto de Salud Carlos III, pero no llega a tener esta función de coordinación. Y no me quedaría solo aquí. Soy partidario de una agencia de salud pública europea con verdaderas competencias, porque nos habría permitido responder más rápidamente y haber sido más solidarios con los italianos cuando la Covid llegó a Europa. No habría habido esas respuestas deprimentes como cierres de fronteras o control de existencias de determinados materiales sanitarios.

El hecho de que la globalización se haya quedado en suspenso en lo referente a los desplazamientos ¿qué supone para el movimiento migratorio y para los refugiados?

Lo que va a venir en los próximos años son los refugiados medioambientales, porque el cambio climático está causando estragos en determinadas zonas. Quizá debiéramos pasar, como plantean algunos filósofos, de una conciencia basada en identidades nacionales a una conciencia de especie como seres humanos que nos permitiría pensar en términos de cooperación. Los movimientos migratorios van a seguir estando, y más si hay problemas climáticos que van a llevar a la hambruna. Hay que ir a modelos de solidaridad porque, si no es así, no hay más solución que la represiva.

¿El individualismo propio de las sociedades avanzadas ha quedado cuestionado durante la pandemia?

El modelo neoliberal es profundamente individualista, favorece la idea de que el individuo es soberano. Claro que hay elementos de soberanía, pero también sabemos que los individuos somos interdependientes. Esta crisis nos ha puesto ante los ojos la necesidad de la interdependencia, el regreso a la reciprocidad, que ya existe en nuestros contextos de capitalismo: ayudo a mi hermano, a mi amigo o a mi vecino por ser quien es. La reciprocidad es importante porque nos muestra la interdependencia. Y creo que puede haber un cierto regreso a ambas, porque el riesgo pandémico va a estar ahí siempre. Esto también tiene que ver con el desarrollo del conocimiento: cuanto más sabemos, más nos damos cuenta de nuestras vulnerabilidades, pero más podemos hacer para que se produzca menos sufrimiento y menos muerte.

¿Deberíamos extraer alguna lección en cuanto al peso que da la sociedad y los distintos gobiernos a lo público, a áreas como la sanidad, la educación o la investigación?

Sí, por supuesto. Esto se tiene que fortalecer; creo que es una de las lecciones más claras y más críticas con el modelo de recortes. Quizá también el sistema público debiera ser más flexible; a veces puede parecer anquilosado, demasiado burocratizado. Esos son retos de la gobernanza, pero creo que tras la pandemia queda fortalecida la idea de que es necesaria una sanidad pública, una educación pública y, por supuesto, la investigación, a la que endémicamente dedicamos mucho menos presupuesto que otros países. Alguna vez habría que escribir algo así como «es la investigación, estúpidos», porque si no tenemos investigación, no vamos a tener cambio de modelo productivo. El estado del bienestar solo será competente si tenemos una economía basada en el conocimiento, y esto es algo que parece reiteradamente que nuestros políticos no han sabido ver.

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