La Guardia Civil cree que Ana Julia pudo matar a su hija hace 22 años

La niña, de cuatro años, se precipitó por una doble ventana cuando residían en Burgos
 

26 septiembre 2018 12:20 | Actualizado a 26 septiembre 2018 12:21
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La Guardia Civil sospecha que la muerte de la hija de Ana Julia Quezada, la asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz ‘Pescaíto’, no fue accidental, y que pudo ser la propia progenitora quien acabó con su vida. La niña, de cuatro años, falleció en el año 1996 tras precipitarse por la ventana de un séptimo piso en la vivienda en la que residían entonces en Burgos.

Las sospechas de la Guardia Civil quedan recogidas en un informe incluido en el sumario del asesinato del niño  Gabriel Cruz y ayudan a configurar la personalidad de la asesina confesa, que será juzgada en este caso por asesinato y delito contra la integridad moral de los padres. 

Según consta en el documento elaborado por la Benemérita la niña, de cuatro años, quedó al cuidado de su abuela en la Republica Dominicana nada más nacer, y llegó a España en 1995, cuando su madre, que llegó tres años antes, ya había rehecho su vida con Miguel Ángel, un camionero al que conoció en Burgos y con quien se casó y tuvo otra hija. Apenas un año después, la hija mayor también falleció de forma sorpresiva.

La investigación por este caso se retomó después de que fuera detenida por la muerte de Gabriel Cruz, hijo de su última pareja. En aquellos años, Ana Julia no pudo ser interrogada porque aducía una situación de estrés postraumático, una actitud que también mostró en el caso del niño de Almería. 

Los agentes se extrañaron el pasado mes de marzo porque la mujer siempre aducía excusas para no declarar. Entre otras excusas, por ejemplo decía a los agentes que estaba sedada, o malherida, o bien que se hallaba convulsa el día en que ella misma hizo verque había hallado la camiseta del niño entre unos arbustos, lo cual después se desveló como una mentira.  

A los agentes de la Guardia Civil encargados de la investigación, según adelantó El Periódico, también les sorprendió que en el año 1996 Ana Julia contara distintas versiones sobre lo ocurrido. La investigación de la trágica muerte de la pequeña se cerró entonces aceptando la versión de un accidente mortal. 

La Guardia Civil subraya lo extraño de las circunstancias: la pareja de Ana Julia nunca notó los episodios de sonambulismo ni sabía que la niña se medicara por ello. Además, la pequeña tuvo que subirse a una mesa y abrir una doble ventana, lo que requería «cierta maña y fuerza». Casualmente, el hombre no estaba en ese momento en la casa, porque trabajaba en turno de noche, y solo estaban en el domicilio la mujer y sus dos hijas.       

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