La UE prohíbe la venta de las bombillas alógenas

La mayor duda que se presenta al consumidor en esta transición sin retorno es qué hacer con los focos halógenos encastrados o con los que se instalan en pletinas o lámparas

19 mayo 2017 18:19 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:56
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Comprar una bombilla o lámpara halógena será imposible a partir de hoy con la entrada en vigor de una nueva norma de la Unión Europea. Pero los consumidores no deben asustarse, dado que su alternativa, el sistema led, está adaptado a todos los casquillos que se pueden encontrar en cualquier hogar español. No hace falta hacer acopio de bombillas, no es rentable, aunque todavía se verán halógenos en las estanterías de la ferreterías o grandes superficies, fruto de los stocks pendientes de venta. Pero los expertos insisten en que lo recomendable es cambiar. Y es que al final, el ahorro cuenta.

El precio medio de una bombilla o lámpara led ronda los diez euros, pero consume el 80% menos de energía que una halógena. Un ejemplo: una lámpara de 50 watios puede ser sustituida por otra led de cinco watios (alumbran lo mismo). Y además del ahorro en el precio de la energía, la inversión inicial se recupera también, porque la lámpara led tiene una duración de unas 40.000 horas y la mayoría de los fabricantes dan una garantía en caso de que funcione mal. Esta 'revolución luminosa' comenzó a principios de siglo, cuando irrumpieron con mucha fuerza las bombillas eléctrónicas, las primeras en dar al usuario la posibilidad de optar entre una luz fría o una cálida para crear distintos ambientes. En aquel momento no hubo dudas, los ciudadanos se lanzaron a comprarlas. El ahorro en el recibo fue palpable y desde el Ministerio de Industria se emitieron vales de descuento para comprarlas. Esas bombillas eran de casquillo a rosca y no representaban problema alguno. Los led actuales se venden con las mismas roscas, las hay de todo tipo de modelos, incluso imitando las viejas bombillas incandescentes de filamentos, de vela o de globo, con casquillo grande y pequeño. También se venden para sustituira los fluorescentes que alumbran cocinas, oficinas o garajes.

La mayor duda que se presenta al consumidor en esta transición sin retorno es qué hacer con los focos halógenos encastrados o con los que se instalan en pletinas o lámparas. Pues nada especial. Sencillamente, cambiarlos por sus homólogos led. Lo único que el consumidor debe hacer es comprar su respectivo sistema de conexión, que puede ser de tipos: dos pinchos que se insertan por presión o dos patillas que se instalan con un pequeño giro. A la hora de la potencia tampoco habrá que asustarse. Lo normal en estas lámparas domésticas tengan una potencia de entre tres y diez watios.

Los halógenos y las bombillas de filamentos incandescentes continuarán alumbrando. El Plan de Acción de Ahorro y Eficiencia Energética 2011-2020 del Ministerio de Industria calcula que hay 34 millones de éstas en los hogares. Pero el futuro se ilumina con led.

 

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