La ausencia de Pepa Flores y la lluvia hacen inolvidables los Goya malagueños

Reñidísimos hasta el final y bastante repartidos, los premios del cine español en su 34 edición se decantaron finalmente por ‘Dolor y gloria’ de Pedro Almodóvar, que se alzó con siete galardones

27 enero 2020 07:07 | Actualizado a 27 enero 2020 07:10
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La ausencia de Pepa Flores, Goya de Honor de la 34 edición de los Premios Goya, y la inesperada lluvia, que se convirtió en obligada protagonista, hicieron inolvidable una fiesta del cine español con sabor malagueño que se resume en algunos de estos momentos.
Fue emocionante y triste a la vez cuando los invitados de más edad se quedaron sumamente decepcionados porque se perdían definitivamente la única oportunidad de ver a Pepa Flores, eterna Marisol, sobre un escenario. Y más, los malagueños, que ya los días previos a la fiesta movían la cabeza de lado a lado y, con una mueca, apostaban en su mayoría a que no vendría. 

Pepa Flores optó por dar la palabra a sus hijas, Celia, Tamara y María Esteve, quienes transmitieron su agradecimiento: «Querida mamá, querida Pepita, disfrútalo desde ese lugar en calma que has querido y tanto te ha costado», dijo emocionada María.
La sorpresa más inesperada, la invitada a la que nadie había llamado, fue la lluvia, que fastidió un montón de horas de trabajo que la Academia había dedicado para hacer de la alfombra roja un espectáculo para el público.

‘Revelación’ a los 84 años 
Benedicta Sánchez, actriz revelación a sus 84 años, intérprete no profesional captada por el ‘mago’ Oliver Laxe para su magnífica Lo que arde, conmovió al pedir ayuda para poder terminar de agradecer el premio, generando un momento de ternura colectiva cuando pidió a sus nietos que «no se olviden de la yaya». Mientras, Julieta Serrano, impenitente ‘chica Almodóvar’ que, también «a su edad» (87 años), consiguió su primer Goya celebrando su reencuentro con Pedro y con «su Antonio». «Qué alegría me dio estar con él», confesó al recoger su premio.

Tanto el guion, como los intérpretes, y también los premiados de manera más espontánea, soltaron frases en defensa de la igualdad, de los derechos de las mujeres y de los niños y protestaron por las injusticias del mundo y el riesgo inminente de supervivencia del planeta. 

La escenografía y una pantalla múltiple que dio una agilidad inusual a la gala, a la vez que una vistosidad muy efectiva, fue una de las sorpresas positivas de la noche, obra de Sebastiá Brosa y Marc Salicrú, y el diseño de creatividad de los vídeos de Nueveojos, a pesar de que -por muchos esfuerzos que se hagan- fue una gala larga. 

Mariano Barroso, el director de la Academia de Cine, utilizó su tradicional discurso para poner a los trabajadores del cine en primer plano y lanzó uno de sus discursos más políticos y reivindicativos. «Hoy, y cada día con su trabajo, la gente del cine quiere reivindicar el país con el que se identifica, un país de gente que trabaja en silencio, concentrada y sin aspavientos. Un país de convivencia y de respeto. Un país de todas y todos», dijo. 

El segundo numero musical fue para Pablo Alborán, con una versión íntima de la banda sonora de la película Sobreviviré, de Manzanita, una de las canciones que más le han marcado al cantante malagueño, arropado en el escenario únicamente por las luces cambiantes del fondo. Emocionante y lírico, quizá solo comparable con la preciosa interpretación que hizo Amaia de Canción de Marisol, de la película Ha llegado un ángel. Los presentadores estuvieron este año menos presentes en la gala, no hubo discurso inicial, pero a cambio despegaron potentemente con un número musical en el que ambos se duplicaban convirtiéndose en diversos personajes en escenas incrustadas en el imaginario colectivo del cine español. 

Y las bromas, sus dardos certeros, atinaron esta noche con los juegos de palabras. Una buena muestra fue cuando el presentador reconoció que no sabía esta noche cómo dirigirse a Pedro Sánchez en la gala, porque aquí «el presidente es Mariano Barroso, Pedro es Almodóvar y el guapo es Antonio Banderas».

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