La incertidumbre y el bloqueo amenazan de nuevo a España

Catalunya ha sido el eje de una campaña anodina, solo sacudida por la polémica de Sánchez y la Fiscalía y la propuesta de Vox de ilegalizar a los independentistas secundada por PP y Cs

10 noviembre 2019 07:30 | Actualizado a 10 noviembre 2019 07:49
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Las votaciones de hoy pueden ser las más prescindibles de la historia reciente de la democracia porque, a grandes rasgos, se van a reeditar los resultados de ambos bloques del 28 de abril, con la novedad entre los conservadores del hundimiento de Ciudadanos y el arreón de Vox. Al intuirse un final predecible, la campaña ha sido anodina, salvo los dos fogonazos finales de Pedro Sánchez y la Fiscalía, y el de la ilegalización de los partidos soberanistas.

Ha sido una semana de mítines, actos y declaraciones grises, coherentes con el cabreo instalado en amplios sectores de la ciudadanía por tener que volver a votar por la impericia de sus representantes. Tampoco los candidatos han contribuido a elevar el perfil chato, constreñidos a un solo debate y con la rutina de unos mítines que son más una inercia del pasado que movilizadores, con la excepción de nuevo de los de Vox.

Siempre es arriesgado hacer pronósticos electorales porque la realidad casi siempre se encarga de despanzurrarlos, pero mucho tendrían que errar todas las encuestas, salvo la del CIS, para que el cuadro fuera otro.

El PSOE fracasa

El PSOE no rentabilizaría la segunda oportunidad y tendría, según la media de sondeos, una representación en el Congreso en el entorno de la de ahora, 123, quizás algo menor. El PP subiría de los 66 diputados pero no llegará al listón soñado de los cien. Vox tendría muchas papeletas de convertirse en tercera fuerza con entre 40 y 50 asientos. Unidas Podemos perdería alguno de los 42 que tiene. Ciudadanos andaría entre los 15 y 20. Más País sería testimonial con dos o tres. Los nacionalistas conservarían sus posiciones.

Sigue el bloqueo

Ningún bloque se impondría al otro, y solo en una de cada diez proyecciones de resultados podrían formarse mayorías parlamentarias de izquierda o de derecha. Al menos eso decían todas las encuestas conocidas hasta el pasado lunes y ha confirmado esta semana los tracking diarios y secretos de los partidos.

Ya lo dijo Sánchez el jueves en un mitin en Castellón: «Estamos en un laberinto». Un embrollo del que solo se podría salir con el entendimiento para superar la investidura entre los dos grandes y evitar así unas terceras elecciones. Lo reclama sin disimulo el PSOE pero lo regatea sin convicción el PP. No es un escenario excepcional para lo que se ve en Europa. Lo excepcional es la incapacidad para pactar de las fuerzas políticas de ámbito estatal.

En este escenario sin mayorías, los partidos han mantenido una sorda disputa en el tramo final por los últimos escaños de varias circunscripciones, sobre todo las que reparten menos de cinco diputados. Hay pugnas, reconocen los equipos electorales de los partidos, que se van a dilucidar por un puñado de papeletas, y así como en abril Ciudadanos fue tercera fuerza porque resultó ser el gran favorecido al rebañar las urnas, ahora lo puede ser Vox.

En las anteriores elecciones, Podemos se hizo con el último representante de Huelva por 330 votos; EH Bildu lo ganó en Álava por 384; los socialistas hicieron lo mismo en Navarra por 408; y Ciudadanos se llevó el de Palencia por 444. En esta ocasión, el PP calcula que esa igualdad se puede dar en 25 territorios, el PSOE también cree estará muy reñido en una veintena. Los expertos, en cambio, sitúan en un centenar los escaños que bailan.

Catalunya ha sido casi el eje de la campaña. Un terreno fértil en votos para la derecha y los nacionalistas, y pedregoso para la izquierda. Los candidatos han utilizado todos los tonos del ‘pantone’ político en sus propuestas para encarar el conflicto.

Las ‘ofertas’ para Catalunya

Unidas Podemos, diálogo con referéndum pactado. PSOE, diálogo dentro de la ley sin referéndum. PP, aplicación de la Ley de Seguridad Nacional y envío de un requerimiento al presidente de la Generalitat. Ciudadanos, aplicación del 155. Vox, suspensión de la autonomía, estado de excepción y detención inmediata de Quim Torra.

Los socialistas dejan la sensación de que llegan desconcertados a la votación. Huyeron de la dialéctica izquierda-derecha, y diseñaron una campaña centrista, endurecieron su discurso sobre Catalunya y negaron el pan y la sal a Unidas Podemos. Pero los resultados no parece que vayan a ser los buscados, a pesar de que a última hora recuperaron el espantajo del miedo a la extrema derecha. Los populares tampoco llegan pletóricos aunque vayan a mejorar. Tenían un plan de campaña moderado, también buscaban al votante centrista, pero el ascenso de Vox cambió todo. Pablo Casado apeló al voto útil de la derecha y endureció su discurso para competir con la ultraderecha en su terreno.

Albert Rivera se prepara para lo peor. Ha pasado de aspirar a la Moncloa a ser un modesto contribuyente del centroderecha, aunque quiere subirse al carro del gran acuerdo constitucionalista con PSOE y PP para romper el bloqueo. Habrá que ver si le dejan subirse. Pablo Iglesias ha hecho los deberes, no ha tenido rival en la izquierda por incomparecencia de Sánchez, y las previsiones son que mantenga la cosecha de abril con alguna merma. Un resultado que avalaría su aspiración de gobernar en coalición con el PSOE.

Vox aspiraba a conservar sus 24 escaños y puede verse encaramado a los 50, aunque algún sondeo de los últimos días apuntó a los 60. Salvo sorpresa, Santiago Abascal será el tercer líder en el Congreso gracias a una campaña sin complejos, populista, transversal y muy medida para arrancar votos a PP y Ciudadanos, pero también para introducirse en los feudos de la izquierda con un lenguaje descarnado contra la inmigración y una cerrada defensa de la unidad nacional. Si fuera por Abascal, habría terceras elecciones.

De momento, esta nuevas elecciones ya han costado a los contribuyentes 136 millones de euros. En total, las cuatro elecciones en los últimos cuatro años (las de 2015 y su repetición en 2016 y las del pasado abril) han supuesto n desembolso de 520 millones.

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