Seis años después de ser dada por muerta, Juana Escudero podrá al fin demostrar que sigue viva, y bien viva. Un juzgado de Málaga ha autorizado la exhumación de un cadáver enterrado bajo su misma identidad y que le ha complicado sobre manera cualquier trámite burocrático, desde la atención médica a la renovación del DNI o el carné de conducir. Ahora, después de que se haya anulado además la inscripción de su fallecimiento, la mujer espera que la realización de una prueba de ADN ponga fin a su surrealista pesadilla.
Su historia comienza en 2011 en la sala de urgencias del centro médico. Escudero, vecina de Alcalá de Guadaira (Sevilla) acude para tratarse de una dolencia y el médico le dice que, según arroja el ordenador, está muerta desde hace un año. Concretamente desde el 13 de mayo de 2010, fecha que consta en la austera lápida del Cementerio de Málaga junto a su nombre, Juana Escudero. Casualidad del destino, el doctor que la atendió era su médico de cabecera, que igual de sorprendido decidió atenderla pensando, como ella, que se trataría de un error informático.
Sin embargo, la sorpresa de Juana fue mayúscula cuando al acudir a la Seguridad Social y posteriormente a Hacienda, le confirman que Juana Escudero está fallecida desde 2010.
Viva solo para los bancos
Cualquier trámite legal se convirtió entonces en una pesadilla: desde gestionar el papeleo de su negocio como autónoma a regularizar la pensión de viudedad. La mujer ironiza acerca de que estaba viva solo para los bancos, ya que al manejar datos privados seguían pasando todas las facturas.
Según explica su abogado, Fernando Osuna, tuvo que acudir a un notario y al Ayuntamiento para que le expidieran sendas fe de vida con la que poder actuar como una persona viva a todos los efectos. «Aparte de ese engorro, psicológicamente vivió estos años con gran desasosiego -relata el letrado-, imagínese lo que pasa por la cabeza de alguien a quien le dicen continuamente que está muerta, y la cantidad de explicaciones que ha tenido que dar».