La sangría de población elimina 16 concejales en siete municipios

El descenso demográfico se reflejará en las elecciones de mayo. Alcanar perderá cuatro ediles. Batea, Ginestar o Cornudella dos. La gestión municipal puede volverse más difícil

19 mayo 2017 23:29 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:42
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A menos población, menos representación pública en los consistorios. La demografía se dispone a cambiar la composición de los ayuntamientos tarraconenses después de las próximas elecciones municipales de mayo. El descenso de población de los últimos años se reflejará también en el número de concejales elegidos. Tarragona ha perdido más de 8.000 ciudadanos en los últimos cuatro años: de las 808.420 personas que había en 1 de enero de 2010 a las 800.962 de la misma fecha de 2014, el nuevo padrón de habitantes que marca cuántos ediles podrán configurar cada ayuntamiento en la siguiente legislatura.

En función de esos datos, ocho municipios verán modificar el número de concejales. En concreto, siete poblaciones perderán 16 ediles. La cifra se compensará, en parte, por el incremento en Vilallonga del Camp, la única localidad que verá aumentar el dato en dos, a raíz de su incremento del censo. Así, el saldo final en la provincia será de 14 ediles menos a partir del 24 de mayo. El fenómeno de pérdida de censo es global en Catalunya y en España.

 

Alcanar baja de los 10.000

En la provincia destaca, por encima de todo, el caso de Alcanar, que verá perder cuatro concejales (pasa de 17 a 13), al haber rebajado la frontera de los 10.000 habitantes. A ello le obliga la pérdida de 908 vecinos –de las 10.545 personas se ha pasado a las 9.637–.

El resto de localidades tarraconenses pierden dos cargos en su composición municipal: Batea (de 11 a 9), Cornudella de Montsant (de 9 a 7), Ginestar (de 9 a 7), Gratallops (de 7 a 5), Vallfogona de Riucorb (de 5 a 3) y Vimbodí i Poblet (de 9 a 7). De esta forma, la cifra de concejales que saldrán de las urnas en mayo descenderá en la provincia y pasará de los 1.694 a los 1.680. Otros pueblos han pasado el mandato en riesgo de reducir sus representantes, aunque finalmente se han salvado, a pesar de quedarse cerca, por ejemplo, de pasar el umbral de los 101: Arbolí (105), El Lloar (110) o Margalef (108). Todos ellos mantendrán los cinco concejales y, por el momento, no verán reducirse a tres su consistorio.

En el otro extremo, hay municipios que, en contraste con la tónica general, aumentan su censo y han rozado la incorporación de nuevos ediles. Uno de los ejemplos es Altafulla que, con 4.988 empadronados, se quedó a 13 habitantes de ganar dos concejales (y pasar de 11 a 13).

La Ley Orgánica de Régimen Electoral General establece el número de concejales por municipio en función de la masa de población. Así, los lugares con hasta un centenar de residentes optan a tres concejales; los de entre 101 y 250, a cinco; hasta 1.000 a siete; de 1.001 a 2.000, nueve; los municipios de entre 2.001 y 5.000 elegirán a once concejales, hasta 10.000 a trece; de 10.000 a 20.000, a 17; de 20.001 a 50.000, 21; hasta 100.000 a 25, y de 100.001 en adelante se elegirá un concejal más por cada 100.000 residentes o fracción. Si el número resultante es par, se le añade un edil más a consistorio.

 

TGN y Reus se mantienen

Es el caso de Tarragona y Reus que, con 132.000 y 104.000 habitantes, respectivamente, disfrutan de 27 concejales. Conservan esa cifra sin problemas a pesar de las notorias pérdidas de población que han padecido estos últimos años. Reus ha perdido más de 2.000 personas, mientras que en Tarragona capital la cifra roza las 8.000 desde 2010.

En la progresiva reducción del padrón, los cargos políticos ya han asumido el nuevo escenario, como indica, por ejemplo, Joaquim Paladella, alcalde de Batea: «Ya nos pasó una vez, en la que bajamos de 11 a 9. Ahora nos vuelve a suceder, por pocos habitantes. No es agradable para un pueblo bajar de las 2.000 personas. Espero que en poco tiempo nos podamos recuperar. Hay que asumirlo y adaptarse pero está claro que con 11 concejales se pueden hacer más cosas que con nueve». Este municipio de la Terra Alta ha pasado en cuatro años de los 2.174 habitantes a los 1.975.

 

‘Las mismas obligaciones’

La pérdida de concejales a elegir también puede tener otro tipo de repercusiones. «Esto puede perjudicar a los partidos más pequeños, que en algunas poblaciones a lo mejor se quedan sin entrar en el ayuntamiento», aporta Paladella desde Batea. «Al final en cuanto a trabajo supone lo mismo, aunque tengas menos vecinos. Las obligaciones son las mismas y las tienes que llevar entre menos personas. En un ayuntamiento pequeño también dependes mucho de la gente externa que te ayuda, de los vecinos colaboradores», indica Maria Teresa Balagué, alcaldesa de Gratallops, un municipio del Priorat que por siete vecinos perderá dos concejales. De 263 pasa a 243, cediendo dos ediles (de siete a cinco).

En el caso de Ginestar, en la Ribera d’Ebre, haber descendido en el censo de los 1.000 residentes –pasa de 1.022 a 819– le acarrea la pérdida de dos concejales y, en suma, la vuelta a la normalidad de tener siete ediles y no nueve como en esta última legislatura, según sostiene el alcalde, Josep Maria Domènech: «Hace cuatro años ya lo dije. Habíamos pasado de los 1.000 habitantes de forma puntual pero éramos conscientes de que en los siguientes años el padrón bajaría. Mucha gente se ha ido, hay pocos nacimientos… Históricamente nos hemos movido en esos siete concejales. La excepción fue en 2011». Para Domènech, la afectación será mínima: «No dificultará el día a día del ayuntamiento. La dinámica no varía y el pueblo podrá salir adelante perfectamente con dos concejales menos».

Algo similar ha sucedido en Cornudella de Montsant (Priorat), que pondrá fin a una legislatura excepcional con nueve concejales y regresará a los siete, al pasar de 1.028 residentes a 954. «Volvemos a la composición de siempre. No es algo que nos preocupe. Estamos creciendo a nivel de dinamización económica y de turismo. Eso es lo importante. Con dos concejales menos se podrá hacer igualmente el trabajo», explica Josep Maria Castan, alcalde de Cornudella.

También en Vimbodí i Poblet tienen asumido el cambio, después de ver que en cuatro años el padrón ha pasado de los 1.038 vecinos a los 964. «La diferencia no será tanto en términos económicos pero si en el trabajo. Serán cuatro manos menos para trabajar y a efectos prácticos se notará», explica el alcalde, Joan Güell.

El máximo representante municipal confía en recuperar pronto los ediles perdidos: «Somos conscientes de que a nivel demográfico tenemos un perfil con una media de edad envejecida. A eso se añade que ha habido un descenso global de la población. Somos optimistas porque en los últimos tiempos hemos tenido alguna alta más. La inercia tiende a ser positiva. Ese número de concejales no es en ningún caso irrecuperable». Vallfogona de Riucorb es el pueblo afectado más pequeño. La localidad de la Conca de Barberà pasa de 114 personas a 99, cediendos en mayo dos concejales (de cinco a tres).

A nivel de número de ediles a elegir, en los comicios de 2011 se llegó al tope (1.694), reflejo de los años del boom demográfico, sobre todo por la llegada de ciudadanos foráneos. En las municipales de 2007, el número de representantes políticos en los consistorios era mucho más bajo que el actual: 1.577 concejales, determinados por un padrón de 2006 que contaba con 70.000 tarraconenses menos (730.466).

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