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Son esqueletos urbanos, huellas de un crash que dejó en la provincia decenas de obras a medio construir. Las promotoras se quedaron sin dinero para finalizarlas porque la demanda de viviendas se esfumó al mismo ritmo en que se engrosaban las colas del paro. Ocho años después del estallido de la burbuja, esos edificios, comenzados pero no terminados, siguen ahí levantados, generalmente en manos de entidades financieras, a la espera de ser comprados por un promotor que ponga solución a esas estructuras denominadas ‘zombies’.
La Sareb o banco malo (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria), creada para darle una salida a todo ese producto de difícil colocación, ha puesto a la venta en España 564 promociones –unas 5.000 viviendas– con obras paradas en diferentes grados de ejecución. En Tarragona, se ofertan 87 viviendas de tres promociones (en Segur de Calafell, Deltebre y Reus), aunque eso sólo es la punta del iceberg.
