Los expertos de la ‘patrulla’ anticoronavirus

Comité de seguimiento. Miguel Ángel Villarroya, jefe del Estado Mayor de la Defensa (La Galera, 1957), es uno de los 5 especialistas que cada día analiza el balance de la situación

22 marzo 2020 10:10 | Actualizado a 22 marzo 2020 10:48
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Los miembros del comité de seguimiento del coronavirus se han convertido en una imagen familiar en millones de hogares. Cada mañana, a las 11:30 horas, ofrecen el balance de la crisis sanitaria, las medidas tomadas por los cuerpos policiales y el Ejército y las novedades relativas al funcionamiento del transporte público. Su emisión duplica la audiencia habitual a esa hora de la franja televisiva con 1.500.000 espectadores de ‘share’ en TVE.Este grupo de expertos técnicos representa a los ministerios que el Gobierno puso a los mandos de la crisis: Sanidad, Interior, Defensa y Transportes.

Miguel Ángel Villarroya

Jefe del Estado Mayor 
de la Defensa

En una situación tan excepcional como un estado de alarma, con las libertades de movimiento restringidas por decreto, el militar que trata de levantar todas las mañanas la moral de los «soldados» civiles españoles, es el general de división Miguel Ángel Villaroya.

Con su uniforme del Ejército del Aire, en el que destacan las cuatro filas de condecoraciones en la pechera, este ebrense de La Galera se ha erigido en la cara visible de las Fuerzas Armadas en la crisis sanitaria. Hombre próximo a la ministra Margarita Robles, no en vano le nominó en enero pasado como jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), las intervenciones del general Villarroya, aún pudiendo rechinar en muchos hogares por su lenguaje castrense, buscan precisamente mantener el ánimo alto ante el duro trance mental de la cuarentena.

El ardor guerrero de Villarroya se derrama cada mañana por el atril de la sala de prensa del Palacio de la Moncloa, una vez finaliza la reunión del comité técnico del que forma parte. «En esta guerra irregular y rara que nos ha tocado vivir o luchar, todos somos soldados»; «hoy es viernes en el calendario, pero en estos tiempos de guerra o crisis, todos los días son lunes»; «me van a permitir que aproveche mis 40 años de servicio en este marco de una contienda bélica sin armas para ofrecerles algunos consejos en base a los valores militares: disciplina y espíritu de sacrificio. Esto nos va a venir muy bien en estos días».

Genio y figura, el general del Aire acumula una dilatada carrera desde que se incorporó a su primer destino en 1981. En los ochenta ascendió a capitán y comandante en el ALA 31 de Zaragoza; en 1996 fue destinado al Cuartel General del Mando Operativo Aéreo; luego se fue como teniente coronel al 45 Grupo de Fuerzas Aéreas de Torrejón, que dirigió en 2005; pasó de coronel a general en 2011 en el Estado Mayor del Aire y, tras dirigir el Mando Aéreo de Canarias, entró en 2017 en la dirección del gabinete técnico de Defensa, con la ministra Dolores de Cospedal.

Pese al cambio de Gobierno, Robles le mantuvo y en enero pasado le dio su máxima confianza al elegirlo Jemad. De 62 años, Villarroya está casado, tiene dos hijos y tres nietos. Si hay una condición que le define es su talante positivo: «Sabemos que vamos a vencer, pero esto es imprescindible que lo asumamos».

Fernando Simón

Director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitaria

Su cara se hizo familiar hace cinco años y medio. Los medios hablaban de los estragos del ébola en Liberia, Sierra Leona y Guinea. La noticia sonaba lejana, parecía una de esas pandemias típicas del continente africano. Pero el problema se convirtió en doméstico cuando dos misioneros españoles se contagiaron y pidieron la repatriación. El Gobierno, presidido entonces por Mariano Rajoy, los trajo y fallecieron en el madrileño hospital Carlos III. Tras un momento de zozobra comunicativa, fue Fernando Simón quien empezó a dar los datos de esa enfermedad.

El médico aragonés, de 59 años, hijo de un reputado psiquiatra, licenciado por la Universidad de Zaragoza y que después se formó en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, mostraba tranquilidad y explicaba de forma didáctica las consecuencia del ébola. Más si cabe con el contagio de la enfermera Teresa Romero. Simón es desde 2012 el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, aunque está vinculado a ese departamento desde su nacimiento hace más de tres lustros.

Antes estuvo trabajando por medio mundo, sobre todo en África, donde pasó nueve años con su familia. Está casado con la investigadora María Romay-Barja, actual community manager de la Red de Investigación Cooperativa en Enfermedades Tropicales y tienen tres hijos. En Burundi, en el hospital Ntita, realizó operaciones en unas condiciones y con un material que hacía mucho tiempo que no se veía en un centro médico occidental. Siempre con la tranquilidad que le caracteriza, según señalan quienes le conocen. Pero con la crisis del Covid-19, su imagen se ha deteriorado. «Ha pecado de optimista. Simón aseguró el 31 de enero, como señalan sus críticos, que España solo iba a tener «como mucho, más allá de algún caso diagnosticado». «Esperemos que no haya transmisión local», indicó Simón ese mismo día.

«El nivel de riesgo de España es relativamente bajo. No hay ninguna razón para alarmarse, está controlado», afirmó el 9 de febrero. Solo cuatro días más tarde, moría en Valencia un hombre de 69 años por culpa de una neumonía. Hasta el 5 de marzo no se supo que había estado afectado por el coronavirus. Después llegó la eclosión de casos que ha llevado al país al confinamiento.

José Ángel González

Director adjunto operativo de la Policía

Desde luego José Ángel González Jiménez nunca fue designado para que su rostro estuviera todos los días en los telediarios. Más bien, justo lo contrario. Su nombramiento en realidad perseguía devolver a la figura del director adjunto operativo de la Policía Nacional al anonimato tras los convulsos años de la denominada ‘policía patriótica’ en la que este puesto fue la piedra de bóveda de una estructura parapolicial. González, hasta que el coronavirus le ha colocado en las portadas, era simplemente el sucesor. El sucesor de Eugenio Pino, el todopoderoso DAO, hoy imputado, acusado de haber puesto en marcha todo tipo de iniciativas turbias para desacreditar a rivales políticos en la época de Jorge Fernández Díaz como ministro del Interior.

Juan Ignacio Zoido se abstuvo de nombrar a un nuevo DAO para borrar la imagen dejada por Pino y cortó por lo sano. Hizo desaparecer del organigrama ese puesto clave. Y es fundamental porque es la persona que dirige el cuerpo, el uniformado con más poder de la institución. Fernando Grande-Marlaska, sabedor de lo vital que es esa figura para el funcionamiento diario de la Policía, la recuperó en agosto de 2018, al poco de llegar al cargo, y pensó en González, un hombre con una carrera profesional abultada y, sobre todo, ajeno a las luchas intestinas y escándalos como el de las actividades del comisario José Villarejo que habían arrastrado el nombre de la institución por el lodo. González, comisario desde hace 20 años, fue el mando policial que el pasado jueves avisó a la ciudadanía de que la fase de «pedagogía» a la ciudadanía sobre las restricciones de movimientos durante el estado de alarma se habían acabado y que comenzaban, ya en serio, las multas y las detenciones.

Este riojano ingresó en 1984 como teniente de Policía Nacional en la Academia General Militar de Zaragoza. La mayor parte de su carrera ha estado ligada a los unidades de antidisturbios.

Laurentino Ceña

Director general adjunto 
de la Guardia Civil

Laurentino Ceña Coro llegó a la cúspide a la Guardia Civil en agosto de 2018 por decisión personal de Fernando Grande-Marlaska. Es verdad que su designación como director adjunto operativo (DAO) del cuerpo no chirrió a nadie. Por escalafón, Ceña, teniente general desde 2016, estaba entre los candidatos con más posibilidades, pero al ministro le gustó particularmente lo que le contaron de él: que era un militar con mucha mano izquierda y conocedor de la realidad catalana puesto que entre 2002 y 2007 estuvo al cargo de Comandancia de Tarragona, además de haber sido profesor en la academia de Sabadell.

Este guardia civil, hijo de guardia civil, cumplió las expectativas de Grande-Marlaska, dicen en Interior, sobre todo el pasado otoño, durante la crisis de seguridad que se desató en Cataluña a raíz de la sentencia que condenó a los líderes del ‘procés’. Ceña fue uno de los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado en el Centro de Coordinación instalado en la Conselleria d’Interior para enfrentar los graves disturbios desatados tras el fallo. Explican que «hizo lo indecible» por explicar en el cuerpo que en Interior preferían que la Policía Nacional llevara el peso del despliegue junto a los Mossos porque la presencia de la Guardia Civil en las calles en el cuerpo a cuerpo con los violentos podía atizar el conflicto.

Su mano izquierda, apuntan, fue clave también para que el general Pedro Garrido, el jefe de la Guardia Civil en Catalunya, no echara más leña al fuego con sus encendidos y polémicos discursos públicos en los que prometía que el cuerpo «combatiría si tregua ni pena» a los que «recorran el camino a la independencia siguiendo la senda del terror». Sus colaboradores más cercanos apuntan que desde que se declaró el estado de alarma sus obsesiones son tres: acabar con los bulos que inundan las redes sobre la expansión de la pandemia, llevar al extremo la persecución a los desaprensivos que intenten acumular o especular con material sanitario e impedir a toda costa los movimientos de ciudadanos innecesarios.

Está llevando muy mal anímicamente la muerte de los primeros agentes del cuerpo por la pandemia y, señalan, se emocionó el viernes cuando vio el vídeo de los ertzainas en Vitoria dando el pésame a la Guardia Civil por el fallecimiento de sus agentes.

María José Rallo

Secretaria general de Transportes

María José Rallo está al frente de la Secretaria General de Transportes del Gobierno de Pedro Sánchez desde la moción de censura de 2018, pero, como suele ocurrir con los segundos escalones ministeriales, no era una cara conocida para los españoles. Al menos hasta ahora. Rallo se ha convertido en solo una semana en una de las autoridades en las que millones de españoles confían cada mañana para obtener más datos sobre el avance en la evolución de la crisis del coronavirus.

Nacida en Castellón en 1971, se licenció en Ingeniería de Caminos en la Universidad Politécnica de Madrid y pertenece al cuerpo de Ingenieros de Caminos del Estado desde 1998. Ha desempeñado toda su carrera profesional en el Ministerio de Transportes.

Nunca los datos de movilidad de viajeros habían tenido tanta relevancia para la población, que cada mañana escucha atenta cuántas personas siguen moviéndose en metro, en trenes de cercanías, de larga distancia o avión. Unas cifras que cada día van disminuyendo para alivio de todos.

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