«Los hombres leen mucha novela romántica»

La mediática autora recupera del cajón ‘¿Quién eres?’, un thriller amoroso ambientado en los años ochenta con el que invita a ganarle la partida al miedo para conseguir la felicidad

10 septiembre 2020 08:20 | Actualizado a 10 septiembre 2020 11:05
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Megan Maxwell es una prolífica y mediática escritora de novela romántica. Nacida en Alemania, de madre española y padre americano, Megan ha publicado más de treinta novelas, además de cuentos y relatos en antologías colectivas y ha recibido diferentes premios a lo largo de su trayectoria. Pídeme lo que quieras, su debut en el género erótico, fue galardonada con las Tres plumas a la mejor obra erótica que otorga el Premio Pasión por la novela romántica. Su última obra, ¿Quién eres? (Esencia, Editorial Planeta) es un thriller romántico que transcurre en los años 80.

‘¿Quién eres?’ es su último libro, pero no es el más actual.

Es el último libro que ha salido, pero lo escribí hace unos 20 años. Cuando aún teníamos pesetas.

¿Y se quedó en el cajón?

Digamos que yo llevo escribiendo unos 24 años pero publicando, una década. Entonces, mientras no publicaba escribía libros, que son los que se han ido quedando en el cajón. Y este era uno de ellos. Decidí retomarlo, rescatarlo de cuando nadie me los compraba e intentar que fuera un poquito más actual por lo que a la escritura se refiere.

¿Cómo se siente cuando se enfrenta a una novela de hace dos décadas?

He sentido que he aprendido. Y me ha gustado actualizarlo a nivel de narrativa.

Además de las expresiones hay mucha música de la época. Justamente ‘La flaca’.

La canción de La Flaca, de Pau Donés, salió cuando yo estaba escribiendo la novela. Digamos que utilizo bastante el tipo de música que escucho en ese momento y esa era una de ellas. Y ocurrió que se publicó el libro y a los dos o tres días murió Pau Donés. Quién me lo iba a decir a mí.

Si nos ceñimos a los ordenadores, uno de los temas de la novela, su nick sería Megan. ¿Por qué Megan? Supongo que se lo habrán preguntado muchas veces.

Muchas. Mi padre es americano, mi madre española y yo nací en Alemania. Aunque mi nombre es Carmen, si me hubiera criado en Estados Unidos estoy convencidísima de que me hubieran puesto Megan. Para mí siempre ha sido un nombre muy importante, que no estaba en mi DNI. Cuando empecé a escribir libros, decidí utilizarlo. Y hoy en día nadie me llama por mi nombre, ni siquiera mi familia ni mis amigos.

¿Le pasó como a Martina con los ordenadores?

Cuando escribí este libro me sentía un poco Martina porque me daba la sensación de que iba a tocar una tecla y lo iba a romper todo. Igual que Martina, yo tenía mucha gente que me hablaba de los chats y cosas así. Yo pensaba que era una tontería. Pero luego, cuando lo pruebas, ves que tiene su gracia. Con el paso de los años, lógicamente se te va quitando el miedo a los ordenadores. Martina ha ido evolucionando y yo, hoy por hoy, no podría vivir sin uno de ellos.

¿Cómo han cambiado las relaciones los chats?

Han servido para que muchas personas se conozcan. Yo tengo muchos amigos que en aquella época se conocieron y se casaron. Y ahora, con lo que ha pasado de la Covid-19, ha vuelto a suceder lo mismo. Lo que ocurre es que también hay que tener un poquito de cabeza, cuidado con lo que cuentas porque no sabes quién es esa otra persona que hay al otro lado. Pero yo pienso que sí, que han hecho algo bonito.

Martina tiene miedo. Y usted dice que la felicidad empieza donde terminan los miedos… ¿Usted se ha puesto corazas?

Sí, pero pienso que todo el mundo tenemos corazas para ciertos momentos. Luego te das cuenta de que te la tienes que quitar si realmente quieres ser feliz. Según vas cumpliendo años te vas dando cuenta de que la coraza pesa mucho y de que con ella no puedes hacer muchas de las cosas que te apetecen. Hay que ser valiente, tirar para adelante y si a veces las cosas no salen bien intentas que salgan mejor.

¿Cuál es su secreto para mantenerse ahí en el mundo de la literatura?

Mis guerreras y mis guerreros. El 50 por ciento de mi éxito son ellos. Están ahí, están pendientes de que saque mi siguiente novela para comprarla, para leerla y para comentarla. Yo llevo todas mis redes sociales oficiales y ellos saben que la comunicación conmigo es directa. Les saludo todos los días. Y les doy las gracias a todos.

¿Por qué guerreros?

Porque los personajes que yo plasmo en mis novelas son mujeres fuertes. Hace mucho tiempo que con mis amigas empezó el cachondeo de que éramos guerreras y esto se ha traspasado a niveles increíbles. Hace años abrí una cuenta de Facebook que se llamaba Las guerreras Maxwell. Éramos mis amigas y yo. Y a raíz de mi novela la gente empezó a decirme que mis personajes eran muy guerreras. Se empezó a ver el grupo y se extendió. Y ahora también tengo muchos guerreros.

¿Han evolucionado los guerreros?

Sí. Los hombres leen mucha romántica, pero no lo dicen. Al principio cuando los hombres leían alguna de mis novelas, en privado, por cualquiera de mis redes, me lo comentaban. Yo les invitaba a ponerlo en el muro y ellos no lo hacían porque lo iban a ver sus amigos. Pero con el paso de los años, ya no tienen ese problema. Hay algunos que sí, y lo seguirán teniendo eternamente, y además también lo veo en las firmas. Antes iba muchísima mujer. Ahora continúa yendo mucha mujer, pero cada vez van más hombres. Además, no me piden firmas para su prima y su vecina sino para ellos, directamente.

¿Son guerreras y feministas o solo guerreras?

La gran mayoría son guerreras y son feministas. Lógicamente se han dado cuenta de que uniéndonos todas somos más fuertes. Yo estoy encantadísima de tener esta legión de guerreras y guerreros y que en cierto modo se ha creado una comunidad a nivel mundial. No solo en España sino también en Latinoamérica, Rumanía, Rusia, Italia...

¿Qué opina del amor romántico que últimamente está teniendo tantas críticas?

Últimamente, no. El amor romántico siempre ha sido muy criticado por muchos sectores, no solo ahora. Pero, ¿quién no se ha enamorado alguna vez y no ha sido correspondido o sí lo ha sido? El amor es lo único que puede mover el mundo sinceramente porque el mundo lo mueve el dinero. Me da igual que sea el amor a una pareja o el amor a tu hermana o a tu hijo. Estoy convencida de que las personas que no creen en el amor alguna vez lo han pasado mal y no se han querido dar una segunda oportunidad. Y precisamente el amor es algo en lo que te tienes que dar más de una oportunidad.

En un primer momento se negó a escribir erotismo. Después fue su gran éxito.

Mi editora me lo propuso y le dije que no, pero cuando digo que no, luego recapacito. Porque la palabra ‘no’ la utilizamos muy rápidamente a veces sin pensar. Entonces, lo pensé y me decidí. Fue cuando escribí Pídeme lo que quieras, que fue el bombazo. Y me di cuenta de que se pueden escribir historias de amor preciosas incluyendo sexo porque además el sexo en la pareja es muy importante, sobre todo cuando te estás conociendo, que tienes las hormonas al mil por mil. Yo me siento bien escribiendo erótica y estoy contenta de haberlo hecho. La que sale en noviembre, que se llama ¿A qué estás esperando? es erótica también.

Qué rápido.

El 29 de octubre, para ser más concretos. Y en febrero y en junio las siguientes.

El amor vende.

No vende. El amor es necesario para todo el mundo. Mis novelas tienen siempre un final feliz porque estoy harta de que la vida nos dé tantos infelices a todos. Por lo menos, que cuando lean una de mis novelas terminen con una sonrisa en los labios. Todo el mundo necesita el amor y no todo el mundo lo encuentra. Y a lo mejor leyendo una novela disfrutas. Y lo que les pasa a mis personajes puede suceder en la vida real. Cuando me dicen que no han encontrado a un hombre así, les respondo que yo tampoco, pero que no pierdo la esperanza. Si todo lo que se piensa puede ser real, ¿por qué yo no voy a encontrar a este hombre que estoy escribiendo? El amor puede aparecer cuando menos te lo esperas.

¿Es optimista por naturaleza?

Sí. Además, la positividad llama a la positividad. Esto de estar todo el día negativa no va conmigo. Porque cuando te metes en la negatividad, te metes en un bucle del que no sales ni loca. Yo positividad y optimismo siempre, que por lo menos eso me hace sonreír.

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