Los nuevos ayuntamientos, al ralentí en Tarragona en sus primeros 40 días

La difícil gobernabilidad para los alcaldes que se mantienen o el cambio de equipo municipal han provocado que los plenos se hayan retrasado o que se tomen decisiones simbólicas y no de calado

19 mayo 2017 22:14 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:43
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Los principales Ayuntamientos de la demarcación han ido al ralentí en su primeros 40 días de vida desde que se constituyeron el 13 de junio. Los resultados de las elecciones del 24 de mayo borraron del mapa las mayorías absolutas, excepto, por ejemplo, en el caso de Vila-seca, donde Josep Poblet obtuvo 11 ediles por 10 de la oposición. O convirtieron los salones de plenos en un arco iris de formaciones políticas, lo que dificulta la gobernabilidad.

La necesidad de pactos o la imposibilidad de tomar decisión alguna sin el apoyo de alguna otra formación del consistorio han provocado que el primer mes largo de vida de los municipios haya sido yermo, a diferencia de lo ocurrido en Barcelona o Madrid, donde –polémicas y ofensiva de la prensa ultramontana aparte– se han tomado decisiones de cierto calado. El cambio se ha notado, aunque haya sido en las formas.

Soberanismo y medio ambiente

El primer pleno de Tarragona ciudad se celebró el pasado viernes, 34 días después de su constitución, pero fue intenso y casi interminable en lo que a mociones se refiere. Es lo que tiene un consistorio formado por siete partidos, cada uno de ellos con su respectiva cuota de protagonismo: PSC, C’s, ERC, PP, CiU, CUP e ICV. Hasta ese pleno, poco más que la polémica por las críticas de la oposición –excepto del PP y del concejal de Unió, Josep Maria Prats– a la apuesta del alcalde, Josep Fèlix Ballesteros, por los Juegos de Tarragona 2017.

El resumen de seis horas y cuarto es que el primer pleno sirvió para aprobar un estudio sobre la calidad del aire y para demostrar que TGN se mantiene impertérrita ante las presiones independentistas: rechazó, una vez más, sumarse a la Associació de Municipis per la Independència.

En Reus, la gobernabilidad es más complicada. El alcalde, Carles Pellicer, gobierna en solitario con sus 7 ediles frente a los 6 de la CUP, 4 de Ciudadanos, 4 del PSC, 2 de ERC, 2 del PP y 2 de Ara Reus. Le espera una legislatura más que complicada. Como lo demuestra que en el pleno del lunes 13, Pellicer sufrió su primera gran derrota: CUP, PSC, ERC y Ara Reus le forzaron a retirar la ‘niña de sus ojos’: la ordenanza cívica.

Los equilibrios (o bandazos, según se mire) de Pellicer se plasman también en que aprobó la incorporación a la AMI gracias a los votos de CUP, ERC y Ara Reus. En un pleno anterior, celebrado el 30 de junio, había podido tirar adelante la decisión de bajar el número de cargos de confianza (con un ahorro de 200.000 euros al año) gracias al apoyo puntual de Ciutadans, PP y Ara Reus. El consistorio también se ahorrará 400.000 euros en el sueldo del equipo de gobierno. La cuestión es: si ahora es factible ese ahorro, ¿por qué no se había hecho antes?

Pacto en El Vendrell

También más de un mes ha tenido que esperar El Vendrell para aclarar su gobierno municipal. Martí Carnicer fue elegido con tan solo cuatro de 21 ediles. Carnicer hizo público el miércoles 15 su acuerdo con CiU (3 concejales) y ERC (2), para sumar así 9 escaños. La variopinta oposición seguirá siendo mayoritaria, con 12 ediles (3 de Px C, 3 de Ciudadanos, 2 de Sí se Puede El Vendrell, 2 de Som Poble y 2 del PP).

La sombra del 27-S ha influido en los pactos locales. En clave unionista, como en Calafell, donde PSC y C’s han acordado que el consistorio rechazará «toda propuesta contraria a la Constitución». Y soberanista: Valls, donde su independentista alcalde, Albert Batet, se apoyará en ERC.

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