Los partidos, a la caza de 150.000 indecisos en TGN

Tarragona es la provincia con una mayor bolsa de electores con el voto aún sin decidir, según el CIS. Algunos de ellos, tradicionalmente no independentistas, podrían decantarse por el sí

19 mayo 2017 21:47 | Actualizado a 22 mayo 2017 13:02
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Son el 26,1% del electorado catalán –unos 158.000 tarraconenses–, una bolsa de votos fundamental que va a vivir en la duda hasta el final. «Tienen un problema porque no saben a quién votarán. Lo harán a última hora, y van a ser claves», augura el politólogo Oriol Bartomeus. La polarización de las posturas, la pretendida aura plebiscitaria y la preeminencia del debate en el eje nacional ha dejado huérfanos a muchos votantes. Son los indecisos, el objeto de deseo de todos los partidos, en especial de los independentistas, unas fuerzas que llegan a estos comicios muy movilizadas y, según los expertos, con poco margen de crecimiento.

«Estoy valorando las opciones y tengo dudas. No lo tengo claro, cada vez veo más motivos para votar a Junts pel sí, pero no lo he decidido todavía», admite Antonio, que a diez días del 27-S se debate entre el ‘sí’ y el ‘no’ o, al menos, el ‘no’ matizado. ¿Quién se esconde tras ese sufragio preso del interrogante?. «Hay de todo. Es gente a medio camino. No son independentistas ni tampoco unionistas, personas que en 2012 habían votado a Iniciativa y PSC, aunque también a Convergència y que ahora no ven la cuestión independentista. Hay dos zonas de indecisión, una en la izquierda y la otra en lo que podría ser el centro», añade Bartomeus.

 

Buscando la polarización

Bartomeus, profesor de Política Catalana en la UAB, incide en la trascendentalidad: «Es un bloque que busca a alguien que les diga algo. De ellos dependerá todo. Si votan independentista, Junts pel sí podría conseguir el 50% de los votos. Si no, se quedará entre el 40 y el 45%. Por eso la campaña independentista busca la polarización entre Mas y Rajoy, entre independentistas y el PP. Hay mucha gente que, de inicio, es ‘antiPP’. A esos intentan hacerles pensar que si votan contrario a la independencia le están haciendo un favor a Rajoy».

Algunos analistas ven en el mensaje de Junts per sí un cierto giro marcado por la mesura y la conciliación. «Tampoco la elección de Raül Romeva fue casual. Buscaron a alguien de izquierdas, alguien con ese discurso de ‘yo no soy indepe, pero me volví, ahora vuélvete tú», añade Bartomeus.

Dentro del ‘no’, la duda también persiste en algunos ciudadanos. «La postura del Gobierno central de Madrid me parece espantosa. Entre unos que no dicen la verdad de la independencia y los otros, muy inmovilistas, no me convence nadie. Me parece que la gente de Unió no va mal encaminada, estaba por la labor de votarles, pero para hacer que mi voto sea útil también me planteo apoyar al PSC. No lo tengo claro, creo que esperaré a tener más información, más encuestas… no lo decidiré hasta los últimos días», anuncia un tarraconense.

Hay más perfiles: voto incierto entre Junts pel sí y la CUP, entre Ciutadans y PP… Bartomeus sugiere otra clave: «Hay otro nicho de votos, como son los hijos de la inmigración. De que buena parte de ellos acaben del lado de los independentistas dependerán los resultados».

 

La indecisión... a los 18 años

Si es complicado concretar el voto, aún lo es más si es la primera vez que se hace. «Mi hijo ha cumplido 18 años y votará por primera vez. Ante el panorama de partidos, le he recomendado que haga una escala del 0 al 10 y puntúe en cuanto a su afinidad en el posicionamiento nacional de cada candidatura y que haga lo mismo con la cuestión social, en función de quien le convenza más o menos. Se trata de un ejercicio para poder votar más con la cabeza que con las vísceras», afirma Gaspar.

«Hay un gran bolsa en el área metropolitana de Barcelona que está indecisa y que además está infrarrepresentada, ya que no se ha hecho una nueva ley electoral. Lo que pase con ellos va a ser vital, y es donde están volcando las energías los partidos», cuenta Xavier Casals, profesor y experto en ideología y política. De hecho, la número 2 de Junts pel sí, Carme Forcadell, afirmó que «la independencia se logrará con el voto de los hijos de los andaluces y los extremeños», aludiendo a esa «Catalunya de extrarradio».

 

Tarragona, nicho incierto

El sondeo preelectoral que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó la semana pasada aportaba dos cifras ilustradoras: la primera, el número de catalanes que confiesa que aún no tiene decidido su sufragio, que alcanza el 28,7% del electorado; la segunda, el porcentaje que dice desconocer lo que hará o se niega a decirlo, que llega al 26,1. En ambos casos se alcanzan registros históricos. Nunca antes en unas autonómicas hubo esos porcentajes de indecisos. A juzgar por esa aproximación, Tarragona, a pesar de la presencia determinante de ese ‘cinturón rojo’ en la periferia de Barcelona, es la provincia catalana con más indecisos: un 28,2% del total de electores. Son alrededor de 158.400 personas que bien ‘no saben’ (el 19,9%) o bien ‘no contestan’ (el 8,3%).

Otras tesis sostienen que los indecisos se sitúan fundamentalmente en posiciones contrarias a la secesión y que, por lo tanto, una movilización masiva podría decantar la balanza en esa dirección. Para Bartomeus, una parte de electores que admiten no tener claro su apoyo puede venir de la órbita Podemos:«Si la candidatura de Catalunya Sí que es pot hubiese tenido un candidato más fuerte, más atractivo , probablemente estaríamos hablando de una cantidad de indecisos más baja». En ello influye el arrinconamiento de debates en torno a conceptos como las políticas sociales. «Puede haber gente que debido a eso se encuentre desubicada, buscando que alguien les comunique algo», añade Bartomeus.

Los partidos pondrán toda la carne en el asador para seducir a la ‘zona gris’, ese espectro intermedio entre independentistas y antiindependentistas. El campo de batalla volverá a estar, según Bartomeus, entre la izquierda y el centroizquierda y en la movilización de un catalanismo moderado que dio victorias en su momento a Jordi Pujol o Pasqual Maragall.

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