Lotería de Navidad, lo humano frente a las matemáticas

Jugar por miedo a que no nos toquen es un error ya viene de un refuerzo negativo

21 diciembre 2018 18:02 | Actualizado a 27 febrero 2019 19:17
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Cien mil; ese es el número de bolas que girarán en el bombo de la Lotería de Navidad y 0,00001 la probabilidad de que una de ellas sea el Gordo. La cifra es muy pequeña, pero ¿por qué es este el juego estrella de los españoles?.

Detrás hay tradición y un ‘folclore’ que va desde calificar los números de feos o bonitos, elegir en la administración aquellos que coincidan con la fecha de una boda o un nacimiento a, incluso, pasar los boletos por el manto de la virgen o la espalda de un compañero. Pero no solo. Los seres humanos somos seres sociales y entre nuestras necesidades está la de pertenencia al grupo -familia, trabajo, amigos-, así que zafarse de esta costumbre es difícil; «la Lotería de Navidad es una forma de sentirse parte de ese grupo», afirma Juan Castilla, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

Por eso, la mayoría compra el décimo de su trabajo, el que tiene su familia, el gimnasio o el bar habitual. Y detrás de esto está lo que los expertos llaman «refuerzo negativo», es decir, querer evitar un mal más que buscar un bien. Ignacio Morgado, director del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), explica que la persona que compra una participación de 5 euros en el bar lo hace no tanto porque piense que le va a tocar, sino porque «piensa lo mal que lo pasaría si saliera premiado ese número y no lo tuviera».

«Ese es un motivo muy importante y lo vivimos todos en la panadería, universidad o gasolinera», resume este científico, para quien «muchas veces, y en la Lotería de Navidad es así, funcionamos más por refuerzos negativos que por aquellos positivos». Morgado coincide con Castilla en que detrás de este comportamiento, y ligado al refuerzo negativo, está esa necesidad de pertenencia al grupo: «si todos lo hacen por qué no yo».

No obstante, apunta Morgado, también catedrático de Psicobiología de la UAB, el comportamiento humano es complejo y, si bien detrás de la compra de décimos hay motivos compartidos, las razones son variadas. Hay quien cree, si no tiene nada de nada, que el Gordo o uno de los grandes premios le pueden solucionar la vida y hay otros que piensan que merece la pena jugar para tapar agujeros. La mayoría, añade Morgado, opina que «lo que pierde por intentarlo es muy poco» -5 euros en una participación o 20 en un décimo-. 

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