La cárcel de Alcatraz, Mauthausen o la cueva Tham Luang, donde se quedaron atrapados 12 niños tailandeses, son algunos de los reclamos turísticos más ‘dark’, aunque hay experiencias bastantes más extremas. También atraen algunas zonas donde se han cometido genocidios como Ruanda. A veces hay componentes más ilustradores, como las visitas escolares a museos del Holocausto, en las que un guía imparte una lección de historia en el mismo lugar en el que sucedieron los hechos. A veces estas propuestas oscuras incluyen tours experimentales. Por ejemplo, en la frontera de Estados Unidos con México hay empresas que organizan caminadas nocturnas que simulan el paso de la aduana como inmigrantes indocumentados. Se vive la experiencia de atravesar túneles y se sufre el secuestro por parte de traficantes de personas que, en realidad, son actores.
Hiroshima o Nagasaki, las ciudades japonesas tristemente célebres donde cayeron sendas bombas atómicas, también forman parte de estos itinerarios donde lo siniestro seduce al visitante. Quizás una de las ofertas más truculentas sea el tour Helter Skelter, de Charles Manson, la visita a los lugares en los que uno de los asesinos más atroces de la historia cometió sus crímenes, entre ellos el de la actriz Sharon Tate. El próximo 9 de agosto se cumplen 50 años.