Menú terrorífico para Halloween

Crónica. ¿Estáis preparados? Esta noche es
una oportunidad excelente para disfrutar
del cine de terror en formato doméstico

01 noviembre 2019 07:20 | Actualizado a 01 noviembre 2019 08:52
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La noche de Halloween es una oportunidad excelente para padecer un buen/mal rato delante del televisor acompañados por familia y amigos con ganas de pasar miedo. El menú propuesto contiene todos (o casi) los ingrediente para pasar una noche inolvidable: dulces en forma de globos oculares o dedos amputados, calaveras repartidas por toda la casa, telas de araña, imágenes de gatos negros, oportunos sonidos de ultratumba, amenazantes calabazas sonrientes y sobre todo, mucho cine de terror, a poder ser, en formato doméstico. A la mesa.

De aperitivo, para despertar el apetito de los comensales, no podía faltar una película del rey del terror durante la década de los 80, Stephen King (Maine, 1947), con una de sus adaptaciones al cine más memorables: Cujo. La novela escrita en 1981, etapa en la que Stephen King era víctima de un alcoholismo galopante —el propio autor afirma no acordarse de haberla escrito—, sería adaptada al cine en 1983 de la mano de Lewis Teague. La historia se centra en la familia Trenton víctima de un San Bernardo que padece una especie de rabia letal capaz de romper puertas, atravesar cristales o arrancar extremidades sin mancharse el hocico. Un amor. Con algo en el estómago vamos a por el primer plato de nuestro menú: Halloween 3, el día de la bruja (Tommy Lee Wallace, 1982). Bastarda continuación de la saga perpetrada por John Carpenter (Nueva York, 1948) pero sin continuidad narrativa con las andanzas del pérfido Michael Myers. El argumento no podía ser más propicio: un empresario, propietario de una cadena de juguetes, empieza a fabricar máscaras que convierten las almas y los cuerpos de los niños en seres diabólicos. ¿El aspecto de las máscaras? Calabazas de Halloween. La película es sorprendente, una rareza genuina con momentos sobrecogedores y con una estética magnífica para la ocasión. De segundo, podremos degustar una película más contemporánea a nuestro tiempo: Cabin in the Woods (Drew Goddard, 2012). El film, a priori un slasher común, esconde un sofisticado trampantojo en el que nada es lo que parece. Cinco estudiantes planean un fin de semana de vacaciones y desmadre, hasta aquí, nada nuevo bajo el Sol. Sin embargo, la cabaña está equipada con cámaras de vídeo, micros, drogas para estimular su comportamiento agresivo/sexual y un gran número de gadgets extremadamente perjudiciales para su salud. Sin ellos saberlo, acaban de convertirse en ratas de laboratorio en una pesadilla soñada por el mejor George Orwell. Un clásico del nuevo siglo con reminiscencias distópicas asociadas a los males del presente en clave teenager. Pero no nos pasemos, la noche de Halloween no es para ponerse demasiado cáustico ni incisivo con los males del mundo y sí para ensalzar un espíritu festivo y desenfadado.

De este modo, el postre y último plato del menú, nos devuelve a la década de los 80 con Una Pandilla alucinante (Fred Dekker, 1987) en la que los habitantes de una pequeña y pacífica ciudad ven alterados sus hábitos por la llegada de un grupúsculo de monstruos de lo más variopinto: Dracula, Frankenstein, el hombre lobo, la momia y la criatura de la laguna negra. Este singular crossover de pesadillas decimonónicas se enfrentará a otro particular grupo de preadolescentes preparados para luchar contra el mal y el acné juvenil. Una pandilla alucinante hará las delicias de todos aquellos seguidores de Los Goonies (Richard Donner, 1985) y los monstruos clásicos de la Universal. Finalmente despertamos de nuestra pesadilla y los títulos de créditos nos devuelven a la realidad. Estamos salvados. Ya es día 1 de noviembre y la noche de Halloween de 2019 ha terminado. Hasta dentro de 364 días.

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