Muere a los 88 años Plácido Arango, fundador de Vips

Empresario y mecenas, presidió el patronato de El Prado e hizo posible la restauración de ‘Las Meninas’ en los años 80

18 febrero 2020 15:50 | Actualizado a 18 febrero 2020 17:00
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Enamorado del arte y de Asturias, empresario comprometido, mecenas y filántropo, Plácido Arango falleció ayer en Madrid a los 88 años después de una vida de compromiso y trabajo. Fundador del grupo Vips, empresa que aglutina marcas como el propio Vips, Fridays y Starbucks, fue artífice de llevar a cabo el plan de expansión de la cadena y superar los 350 establecimientos en España. El empresario, de raíces asturianas, siempre consideró un «deber moral» su contribución a la sociedad y por eso a lo largo de su vida se ocupó de combinar sus negocios con el arte, su conservación y su promoción.

Presidente del Patronato del Museo del Prado, patrono del Metropolitan de Nueva York, del Reina Sofía, de la Biblioteca Nacional, académico de Bellas Artes... presidió también la Fundación Princesa de Asturias. Su amor por esta región fue mucho más allá de las palabras. Lo concretó sobradamente hace apenas tres años con una extraordinaria donación al Museo de Bellas Artes de Asturias. 33 obras maestras de entre los siglos XV y XX. La más antigua es una tabla del círculo de Diego de Cruz, fechada en 1485; la más moderna, una escultura de Juan Muñoz, de 1992. Entre medias, Zurbarán, Zuloaga, Solana, Tàpies, Palazuelo, Millares, Canogar... «Estoy emocionado y feliz. Para mí es una oportunidad única que estos cuadros estén en Asturias, la tierra de mis padres», declaró aquel día.

Efectivamente, en Asturias nacieron Jerónimo Arango Díaz y María Luisa Arias Fernández, sus padres, que le dieron la vida a él en México. Pese a que nunca se consideró «un empresario de raza», la suerte le sonrió en los negocios, primero en México, donde fundó junto a sus hermanos la primera cadena de supermercados del país, y luego en España, adonde regresó en 1965 y donde puso en pie la cadena Vips.

La pasión por la cultura de este filántropo y mecenas asturmexicano le llevó a obtener otras destacadas distinciones como la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Gran Orden del Mérito Civil, la Medalla de Oro a las Bellas Artes o la Medalla de Oro del Spanish Institute de Nueva York.

Contaba él mismo que sus inicios en el coleccionismo fueron tímidos y casi casuales: cuando se casó compró un cuadro para decorar la casa y casi sin darse cuenta, a base del contacto con artistas y galeristas, se metió en un universo que le conquistó. No se conformó con aumentar su colección, su implicación fue mayor y le llevó a jugar un papel activo y a veces determinante en grandes museos como El Prado. Tanto que la restauración de las mismísimas Meninas se la debemos a él. Fue su empeño el que logró que en 1984 John Brealey, jefe del Departamento de Restauración del Metropolitan, se encargara de recuperar la obra de Velázquez. Y aportó, además, financiación para llevarla a cabo.

En su pésame a la familia, los Reyes destacaron «su humanidad, su compromiso con España y México», además de su «brillante» trayectoria empresarial y de mecenazgo. El Gobierno, los museos y el mundo de la cultura en general se sumaron a las condolencias.

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