Pedro Sánchez llega a la votación definitiva de mañana sin margen para el error

El líder socialista no supera el primer examen del Congreso pero consolida una ajustada mayoría para el segundo

06 enero 2020 12:20 | Actualizado a 06 enero 2020 12:44
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Pedro Sánchez vio truncado ayer su primer intento de investidura, un revés que daba por descontado porque alcanzar la mayoría absoluta de 176 votos nunca entró ni en los cálculos de los socialistas más optimistas. Pero fue una derrota con aroma de victoria para la segunda votación de mañana. Solo con que se repita el resultado, 166 ‘síes’, 165 ‘noes’ y 18 abstenciones, tendría asegurado un nuevo mandato en la Moncloa, aunque sea de duración imprevisible.

La diferencia es mínima y los nervios, máximos. No hay margen para el error ni para ausencias de última hora (como ocurrió ayer con una diputada de En Comú Podem enferma). Como tras el pleno hubo desbandada general de sus señorías para pasar la víspera y la fiesta de Reyes en sus casas, los secretarios generales de los grupos parlamentarios instruyeron a sus diputados de fuera de Madrid para que estén en la capital hoy por la noche. El pleno comenzará mañana a las 12.00 horas y se votará 45 minutos después.

Entre los socialistas y Unidas Podemos dicen que no temen un tamayazo o una sorpresa similar aunque no acaban de tenerlas todas consigo. La diferencia es muy exigua. Pero la estrechez no impidió que algunos, sobre todo de la formación morada, vendieran la piel del oso antes de cazarlo. Los diputados de Podemos no tuvieron recato en informar urbi et orbi de sus cinco carteras (ver página 29).

El compadreo, de todos modos, era ostentoso entre socialistas y podemistas en el patio del Congreso. Juan Carlos Monedero enganchó a José Luis Ábalos en un apretón de manos de los que dejan secuelas, además de una pasada de mano por la espalda (lo que se conoce como sobar el lomo) inimaginable hace solo dos meses.

En la Moncloa se mostraban más contenidos, pero tampoco ocultaban sus planes tras una investidura victoriosa. La idea, apuntaban fuentes oficiales, es que el miércoles por la mañana Sánchez jure su cargo ante el Rey y que por la tarde anuncie la composición el Gobierno. Con este calendario, el viernes se celebraría el primer Consejo de Ministros. «No hay tiempo que perder», apuntaba un ministro con muchas opciones a seguir en su puesto.

Gritos e insultos

El clima distendido entre socialistas y aliados contrastaba con los rostros serios con que abandonaron el recinto parlamentario los diputados de PP, Vox y Ciudadanos. Fue el colofón a una nueva jornada bronca en el Congreso. El hemiciclo regresó al modo caldera desde las nueve de la mañana. A esa hora subió a la tribuna de oradores la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua. Tenía media hora por delante para desgranar su discurso, pero fue casi imposible que hilara dos frases seguidas. Los gritos de «asesinos, terroristas y fuera» desde las bancadas conservadoras hicieron inaudible el parlamento de la diputada de la izquierda abertzale. Los intentos de la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, para restaurar el orden y defender la libertad de expresión fueron estériles.

Los reproches se extendieron con rapidez a los socialistas por beneficiarse de la anunciada abstención de EH Bildu y porque Sánchez, a juicio de los diputados de la oposición, fue tibio con Aizpurua. El portavoz de Navarra Suma, Sergio Sayas, reprochó al candidato socialista «las tragaderas» de aceptar la colaboración de la izquierda abertzale para seguir en la Moncloa.

Pero la portavoz de EH Bildu no tuvo, precisamente, palabras amables para el candidato, al que advirtió: «Si lo que pretende es un lavado de cara del régimen del 78, nos tendrá enfrente». También recordó a Sánchez que si consigue la investidura será gracias «a las izquierdas soberanistas» de Catalunya, Euskadi y Galicia.

Sánchez evitó referirse al pasado de la izquierda abertzale, se limitó a agradecer con asepsia su abstención y habló de trabajar «en equipo». Ni mención a las críticas de Aizpurua al Rey –que minutos antes había llevado la tensión al paroxismo– ni alusiones a ETA. Lo que le valió otra sonora recriminación de populares, liberales y la extrema derecha.

«Hay esperanza»

El candidato socialista reservaba la emoción dialéctica para su intervención final. Antes, la portavoz de su partido, Adriana Lastra, ya había levantado la moral de la tropa parlamentaria con acusaciones «a la derecha» de haber amenazado «de forma implícita y hasta explícita con un golpe de Estado».

El candidato Pedro Sánchez puso el punto final a las 15 horas largas de debate con un poético «hay esperanza» para España porque ha llegado la hora de «un Gobierno progresista para los próximos cuatro años».

Un cálculo también optimista porque el próximo Ejecutivo estará en minoría parlamentaria y casar los intereses políticos de la heterogénea alianza de la investidura será una tarea digna de orfebre.

La oposición, además, advirtió que no habrá tregua. El líder del PP, Pablo Casado, dijo que llevará a Sánchez a los tribunales por prevaricación si no activa de inmediato el 155 en Catalunya y amenazó con recurrir ante el Tribunal Constitucional todos los acuerdos a los que pueda llegar la mesa de diálogo entre la Moncloa y la Generalitat. El líder ultra Santiago Abascal prometió «oposición frontal y total». El candidato socialista replicó ayer: «Dejémosles con el rencor a aquellos que nunca han aprendido a perder, a la coalición del apocalipsis y de la España en blanco y negro».

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