Prisión para a una trabajadora de una línea erótica por estafar 30.000 euros a un discapacitado

El hombre se enamoró de ella, que se percató de su discapacidad, y aprovechó esta circunstancia para hacerle creer que tenía problemas económicos

19 mayo 2017 15:39 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:39
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La Audiencia de Bizkaia ha condenado a 18 meses de prisión a una mujer que trabajaba en una línea erótica y que estafó unos 30.000 euros a un hombre con una discapacidad psíquica, que se enamoró de ella.

Según una sentencia de la sección primera de la Audiencia vizcaína fechada el 27 de marzo, la acusada fue autora de un delito continuado de estafa y le ha impuesto la pena de dieciocho meses de prisión e inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.

Además, deberá indemnizar a la víctima con 29.887 euros más los intereses. La Fiscalía y la Fundación Gorabide, como acusación particular en representación de la víctima, habían pedido que esa suma ascendiera hasta los 90.000 euros, cifra en la que habían calculado la estafa total, pero el tribunal ha considerado que solo está probado el delito sobre la cantidad fijada en la indemnización.

La acusada y el hombre "se conocieron, en verano de 2010, a través de una línea erótica de telefonía en la que ella trabajaba y a la que llamó" la víctima.

"Nunca llegaron a conocerse personalmente", pero, "tras mantener diversas conversaciones telefónicas", ella "se percató" de que el hombre "padecía algún tipo de retraso mental y aprovechando dicha circunstancia" le convenció de que "le enviara e ingresara diversas cantidades de dinero a dos cuentas bancarias y por un total de 29.877 euros", relata la resolución.

En esas llamadas, la mujer le dijo que se llamaba Felicidad y que vivía en Barakaldo (Bizkaia) -cuando en realidad residía en Alicante-, y le contó que trabajaba en una farmacia pero que tenía "dificultades económicas", así como le aseguró que "en un futuro harían una vida juntos".

El hombre, "enamorado, y siendo incapaz de comprender el alcance de sus actos debido a su retraso mental", le envió el dinero que ella le pidió.

La resolución detalla que, desde el año 2.000, la víctima tiene reconocida administrativamente "una discapacidad síquica en un grado del 68 % y un diagnóstico de retraso mental moderado".

Esa minusvalía afecta a sus facultades con intensidad suficiente como para hacerle totalmente vulnerable al engaño y resulta evidente cuando se tiene relación con él, como detalló un perito en la vista oral.

Por ello, la Sala ha concluido que "es imposible" que la acusada no se diera cuenta de esa circunstancia ya que era "fácilmente apreciable" en sus conversaciones telefónicas.

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