Restaurantes centenarios lanzan un SOS por su supervivencia

Han mantenido la tradición gastronómica durante centurias

06 junio 2020 08:20 | Actualizado a 08 junio 2020 15:53
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Han mantenido la tradición gastronómica durante centurias, como el mítico Botín, el restaurante más antiguo de España (1725). Y lo han hecho ante crisis de todo tipo, pero la de la Covid-19 les amenaza como ninguna, por lo que restaurantes y tabernas centenarias piden ayuda para evitar cierres históricos.

Son negocios familiares mantenidos durante generaciones, testigos de la trayectoria de un país como el emblemático Lhardy (1839), en cuyos comedores se han urdido derrocamientos de reyes y políticos, celebrado reuniones de ministros con Primo de Rivera, decidido nombramientos como el de Niceto Alcalá-Zamora y celebrado éxitos como los de la cupletista Consuelo Vello «La Fornarina».

O Casa Labra que, abierta desde 1860, acogió la fundación del PSOE en 1879 y, hasta antes de su cierre por la pandemia, seguía congregando colas de madrileños y visitantes para degustar sus soldaditos de pavía y sus croquetas de bacalao. Igual de repleto que la Bodega de la Ardosa (1892) gracias a los fieles a su tortilla de patatas y sus cervezas.

Las tertulias literarias del Café Gijón (1888), donde se entrega el premio anual de novela homónimo fundado por Fernando Fernán Gómez; La Casa del Abuelo (1906) y sus famosas gambas, el mostrador de ónice y los guisos de Casa Alberto (1827), el pantagruélico cocido madrileño de Malacatín (1895), la gallina en pepitoria de Casa Ciriaco (1887), los asados de Posada de la Villa (1642), los vinos que han atraído a la realeza a Casa Pedro (1825) o el ambiente taurino de Taberna Antonio Sánchez (1787) peligran. Por ello la Asociación de Tabernas y Restaurantes Centenarios de la Comunidad de Madrid ha lanzado la voz de alarma y pedido ayudas específicas para seguir «ofreciendo un servicio de calidad y prestigio a Madrid y a España con proyección mundial, transmitiendo de generación a generación nuestra cocina tradicional». Ocupan locales emblemáticos, con reducido aforo, sin terrazas y su cocina tradicional, basada en producto nacional, «no tiene una demanda significativa en el campo de la comida a domicilio, explica su presidente y propietario de Casa Alberto, Alfonso Delgado.

Han sobrevivido a crisis y a la Guerra Civil. «Nos supimos adaptar a la escasez haciendo platos muy ricos con productos baratos, como los callos. La Casa del Abuelo empezó dando bocadillos y, cuando no hubo qué meter entre el pan en la posguerra, encontró las gambas, un producto entonces barato que hoy son su especialidad. Pero esta pandemia es incontrolable», afirma.

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