Sánchez apuesta por un acuerdo para formar un Gobierno 'moderado'

El líder socialista hace un balance optimista de la primera ronda de contactos, de la que excluyó al PP y a los independentistas. El desdén de Podemos genera resentimiento

19 mayo 2017 20:23 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:26
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«Esto empieza bien». Así de optimista fue el balance de Pedro Sánchez de la primera ronda de contactos para la investidura celebrada ayer. Aunque las reuniones se limitaron a una toma de contacto, merecieron un sobresaliente en la evaluación del secretario general del PSOE. Es una forma de generar un clima favorable en un proceso que es difícil que se vea coronado por el éxito y galvaniza los ánimos antes de las reuniones más delicadas con Albert Rivera y Pablo Iglesias.

Sánchez dice que va a buscar por la derecha y la izquierda un acuerdo para gobernar, pero sus primeros pasos apuntan a que prefiere la derecha. Su discurso ante el grupo parlamentario socialista y el equipo negociador que ha designado denotan un mayor interés por el entendimiento con Rivera que con Iglesias, cuyo comportamiento y gestos de desdén hacia el PSOE han generado un profundo resentimiento antiPodemos en las filas socialistas.

El secretario general del PSOE no perdió ni un minuto tras el encargo del Rey, y ayer mismo designó a su equipo negociador, seis dirigentes de su absoluta confianza y sin ningún agente de los barones críticos. Mantuvo asimismo las primeras reuniones con Ana Oramas, de Coalición Canaria; Pedro Quevedo, de Nueva Canarias; Alberto Garzón y Cayo Lara, de Izquierda Unida; y Mónica Oltra y Joan Baldoví, de Compromís. Hoy será el turno del presidente de Ciudadanos; mañana hablará con el líder de Podemos; y el sábado, con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban.

Antes de las reuniones, Sánchez esbozó sus intenciones ante los parlamentarios socialistas, entre los que, después de días de caras largas, la euforia se ha impuesto a la preocupación. El líder del PSOE insistió en que la «moderación» tiene que ser la guía para los eventuales acuerdos. Hay que demostrar, dijo, que «en España se puede gobernar desde el diálogo y la moderación para poner en marcha políticas progresistas y reformistas».

Olvidar los vetos

Una templanza que varios de los asistentes interpretaron como un guiño hacia Ciudadanos, sobre todo porque a renglón seguido lanzó un reproche a Podemos. «Cuando veáis desplantes, arrogancia o propuestas inasumibles -instó a sus compañeros- responded con respeto». Eso es lo que aprecian muchos socialistas en las actitudes de Pablo Iglesias, prepotencia y planteamientos descabellados, como el del gobierno de coalición con seis ministros de Podemos y la Vicepresidencia para él.

Pero Sánchez, por si acaso, no quiso cerrarse ninguna puerta y emplazó a Iglesias y a Rivera a «dejar atrás los vetos y hablar de lo que nos une que es más que lo que nos separa». Conseguir el acuerdo con ambos es intentar la cuadratura del círculo porque ambos se han vetado para cualquier tipo de alianza, pero el secretario general del PSOE confía en sellar un pacto con uno, a poder ser con Ciudadanos, y comprometer la abstención del otro, que sería Podemos. Es la fórmula preferida por la mayoría de los dirigentes y parlamentarios socialistas, otra cosa es la opinión de la militancia. También parece ser la apuesta del propio Sánchez aunque se cuida de expresar en público sus preferencias.

El secretario general de los socialistas, además de exponer las generales de la ley para los acuerdos, dejó claro que ha tomado nota de los avisos de los barones de su partido sobre los riesgos políticos de apoyarse en fuerzas independentistas para llegar al Gobierno y excluyó a Esquerra, Convergència y Bildu de esta ronda de contactos. Con los independentistas catalanes se reunirá la próxima semana para «decirles no a su proyecto». Con la izquierda abertzale ni eso.

El secretario general del PSOE anunció asimismo que llamará la próxima semana a Rajoy para concertar una cita, aunque reconoció que es descabellado pensar en un apoyo del PP. «No me planteo pedírselo», reconoció, y volvió a explicar que si se reunía con el líder popular era por «respeto» a sus siete millones de votantes. Entre los colaboradores de Sánchez se ponía en duda que Rajoy acepte la reunión, algo hasta cierto punto lógico tras la reiteradas negativas del socialista a atender las peticiones del presidente del Gobierno para conversar sobre la investidura.

El secretario general del PSOE no tiene prisa para cerrar los acuerdos, pero PP y Podemos, sí. No quieren que las negociaciones vayan más allá de las dos semanas y reclamaron al presidente del Congreso que fije el pleno de investidura para el 16 de febrero. Patxi López desestimó la petición y recordó que sólo él tiene la potestad de fijar la fecha, y «ya se verá» cuándo convoca ese pleno. Sánchez también reclamó calma porque en estas «cosas hay que ir paso a paso».

El candidato y su equipo, pese a las dificultades objetivas, andan sobrados de fe en alcanzar un pacto. Tal es su convicción, que Sánchez se presentará a la investidura tenga votos para alcanzarla o no.

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