«Torra y Casado se entenderían si viajaran juntos»

Imprescindible. Garrido ha publicado un nuevo libro en el que mezcla anécdotas de sus viajes e interesantes reflexiones

11 julio 2020 08:17 | Actualizado a 11 julio 2020 08:26
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Iba a publicar el libro a principios de año, pero la pandemia lo paralizó. Usted que ha viajado tanto y ha visto muchas culturas diferentes, ¿qué cree que debemos aprender, más allá de las fronteras, de esta pandemia de coronavirus?

Que todos somos seres humanos e iguales y que todos vamos en la misma barca, aunque unos lo hagan en primera y otros en la sentina, y que si la barca se hunde, todos nos hundimos.

¿Va a volver a viajar?
Pues claro. ¡No hay razones para no viajar! El tema del virus ha llevado al cierre de muchas fronteras, pero este virus no es nada comparado con la malaria que te asedia en muchos sitios o con otras enfermedades que están en el ambiente de muchos países, y que no impiden visitarlos.

¿Por ejemplo?
Cuando estuve en Papúa, atravesar los ríos era peligroso aun con calzado. Lo hacías pese a que había un tipo de parásito que se te incrustaba en la piel. Y dormir en tienda de campaña te podía suponer que cualquier insecto te picara y también lo hacías.

¿Cree que va a cambiar el modo de viajar o todo lo que estamos pasando se olvidará pronto?
Esta pandemia nos hará reflexionar sobre la globalidad y sus peligros. Es posible que haya una disminución de viajeros. O, mejor dicho, de turistas locos por viajar. Esto ya es una buena noticia.

Su libro es un compendio de artículos sobre viajes, pero también de apuntes históricos y de actualidad. Aporta además reflexiones políticas y sociales. En uno de esos artículos dice que «Trump no sabe cómo salir de la ratonera afgana».

A todos los que han entrado en Afganistán desde el siglo XVIII les ha pasado lo mismo. Entran e intentan tomar el país, pero no son capaces. Les pasó a los ingleses, los soviéticos y los americanos. Han cometido los mismos errores. Se meten en la ratonera afgana.

No aprenden de la historia. Le pasó a Hitler al invadir la URSS. Olvidó el desastre sufrido por Napoleón. Es un mal demasiado común entre los gobernantes.
No comprenden la mentalidad del país. Utilizan parámetros distintos. Piensan que solo con sustituir a la elite de arriba van a dominar Afganistán. Y no es así.

Resulta paradójico que los norteamericanos, y en especial su presidente, Donald Trump, que se las da de patriota, hayan suscrito finalmente un acuerdo con los talibanes, los mismos que, en su día, protegieron a Bin Laden, ideólogo de los atentados del 11-S de 2001 en EEUU.

Cierto. El problema más grave sin embargo es que el trato que se da a las mujeres en Afganistán está muy lejos del estándar occidental. EEUU hace la vista gorda a cambio de que los talibanes no apoyen a los grupos terroristas.

Cierran los ojos a la vulneración de los derechos humanos por intereses políticos. Lo mismo que sucede, por ejemplo, con China (por sus inversiones) o Turquía (para que controle a los migrantes). Aunque, con el coronavirus, la visión occidental de China ha cambiado.

Sí, va por ahí el tema. Prima el interés egoísta. Lo que se quiere es el control de los gasoductos.

En el libro critica en diversas ocasiones a Donald Trump.
Sí. Hay dos filosofías de entender la vida y la política. Una es la del cowboy americano (la del que va con las pistolas, pega cuatro tiros, mata a los indios y se hace con el poder). Es la que representan Donald Trump y Vladimir Putin.

¿Y la otra filosofía?
La de Simbad, el marino: la del viajero que se preocupa por conocer y comprender las diferentes culturas. Es una manera dialogante, persuasiva, de ver el mundo. 

¿Quién la representaría?
Es complicado decir. La mayoría de los políticos representaría la otra política. No sabría nombrar que político ejerce la filosofía de Simbad, el marino.

Y más con lo que está pasando: estos meses la pandemia y antes la tensión por la situación política en Catalunya.
Quizá lo representaría la gente. Los que piensan que sí se puede dialogar, los que no creen que no hay una sola razón absoluta sino que el otro la puede tener, los que intentan comprender al otro.

En su libro habla del concepto de Europa. Ese concepto se ha puesto en duda, primero con el auge de la extrema derecha antieuropeísta en varios países y ahora con la polémica sobre la respuesta a la crisis del Covid-19. ¿Qué cree que es Europa?
Es un espacio territorial, claro, pero sobre todo un sentimiento de pertenencia a unos valores. 

La pandemia parece que lo ha hecho olvidar todo, pero hace unos meses estaba en pleno auge la crisis de los refugiados. ¿Europa se está ‘saltando’ sus valores con el trato que les da?
Hay dos aspectos. Por un lado, nuestro espíritu europeo dice que no podemos dejar que la gente se muera de hambre o fallezca en una guerra, que tenemos que ser solidarios y ayudarles de verdad.

¿Y por otro lado?
Que esa situación cuesta mucho dinero y genera muchos problemas de inserción cultural. Es una contradicción entre pensamiento y realidad. Muchos dicen que están de acuerdo en acoger, pero se quejan cuando las personas acogidas están en su calle o en un alojamiento cerca de su casa. 

¿Algún viaje preferido entre los que describe en su libro?
Mezclo diferentes épocas. Explico tres rutas relacionadas de algún modo con Afganistán. Quizá me ha atraído más Uzbekistán porque ahí se ubican Samarkanda, Bujara... Esas ciudades míticas que leíamos en los cuentos. Afganistán también es muy interesante.

¿No ha tenido miedo al viajar a esos países? Por ejemplo de que lo secuestren o roben. 
Puedes morir en un atentado. Tienes bastantes posibilidades, pero no la violencia de un carterista. Quizá estás más seguro que en una gran ciudad occidental donde también puede haber un atentado y te pueden robar con navaja. Los que sí tienen miedo de que te pase algo son los responsables de los hoteles en los que te alojas. Muchas veces intentan impedir que salgas a la calle por tu cuenta.

Uno de los apartados del libro está dedicado a países cuando menos desconocidos. Por ejemplo, Somalilandia.
Es un estado fallido y con un estatuto jurídico realmente curioso. Declaró unilateralmente su independencia de Somalia. No la ha reconocido ningún país.
Transnitria y Liberland.

Trasnitria se independizó de Moldavia. Está reconocida solo por cuatro o cinco países. Liberland,  una isla en el Danubio en la que han creado un estado imaginario, es solo un divertimento.

Volvamos a la política. ¿Se rebajaría la tensión si los que la protagonizan viajasen más? 
Desde luego. En el libro hablo de la filosofía del viaje. Hay un viaje físico, exterior. Y un viaje interior. Si realmente te gusta viajar, lo que quieres es conocer lugares y personas para comparar y comprender. Viajar abre la mente, te ayuda a relativizar. El problema es que el 90 ó 95% de personas viaja en el espacio físico, pero no hace ese salto intelectual hacia ese viaje interior.

¿Hay ‘postureo’ en los viajes? 
Hay muchas personas que lo que quieren es estar en su bar de la Rambla, pero como socialmente, al menos antes de la pandemia, estaba bien visto hacer un par de viajes al año, pues viajan, pero no les interesa nada. No lo critico,  pero no es un verdadero viaje. 

¿Cree que el president de la Generalitat, Quim Torra, y el líder del PP, Pablo Casado, se entenderían si viajaran juntos?
Sí. Lo que le pasa a los políticos es que no han viajado en el sentido del viaje interior. Si a Casado y Torra los juntaras en un avión y los mandaras a Uzbekistán o Afganistán, estarían tensos al principio, pero al cabo de dos o tres días les importarían otras cosas, tendrían muchos puntos en común y verían la política como algo relativo. Y, sobre todo, se darían cuenta de una cosa.

¿Cuál?
De que pasar de lo pacífico a lo violento es muy fácil. Y una vez que se ha pasado a lo violento es muy difícil volver a lo pacífico. Eso se ve en muchos países del mundo. Se darían cuenta de que hay que ceder. Tras un viaje así serían amigos para toda la vida. 

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