Un joven ebrense, el único español que pintó en el muro de la reunificación

Hoy se cumplen 30 años de la integración de las dos Alemanias. Ignasi Blanch, de Roquetes, fue uno de sus ‘protagonistas’

03 octubre 2020 19:30 | Actualizado a 04 octubre 2020 18:48
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3 de octubre de 1990. Las dos Alemanias surgidas de la II Guerra Mundial se reunifican. O la del Este (comunista) se integra en la del Oeste (democrática y capitalista), como algunos lo interpretaron. Unos días antes, se había estrenado un mural de 1.316 metros en la cara este del muro que había simbolizado la división de la capital del país, Berlín.

Más de 100 artistas participaron, y el único representante del Estado español fue un joven de Roquetes (Baix Ebre), Ignasi Blanch. Justo tres décadas después, el artista mira hacia atrás y se sorprende que la obra aún siga en pie: «No pensaba que duraría 30 años». Blanch recuerda el ambiente «alternativo» y «renovador» de la capital alemana durante los 80, y cree que su carisma se mantiene.

Blanch vivió la caída del muro, el 9 de noviembre de 1989, mientras ampliaba sus estudios en arte en el Berlín Occidental. Unos meses después, vio «publicado en la prensa» la apertura de una convocatoria pública para formar parte de un mural que se había proyectado en el muro. Era para residentes en Berlín que hubieran presenciado el fin de la pared que dividía los dos territorios: «Yo me apuntaba a todo, era muy joven, con mucha energía y mucha ilusión». Y tres décadas después, todavía está sorprendido que el seleccionaran, lo que considera «una de esas cosas bonitas de la vida» que le han ayudado a ser «más feliz».

La idea de vivir en Berlín Occidental de finales de los 80 atrajo a Blanch porque había «colectivos de artistas, antimilitaristas, mujeres feministas y homosexuales» que creaban un «ambiente alternativo» con el objetivo de «buscar una sociedad renovadora». Y para él, tres décadas después, la ciudad «sigue manteniendo ese carisma», y un ambiente «forjado a base de promocionar una alternativa vinculada a un espíritu creativo» en aquellos tiempos.

Sobre la caída del muro, recuerda «la emoción» de la gente, y «especialmente hombres llorando». Le marcó ver a alemanes del Este cruzar la frontera para comprar alimentos básicos como naranjas y plátanos, porque no había en la RDA. Los que habían vivido en un régimen comunista durante 40 años tenían «una mirada más desconfiada» al tiempo que vivían el choque «del capitalismo frente al comunismo».

Blanch destaca que cuando pintó su obra, ‘Parlo d’amor’, creía que sería «efímera» y que desaparecería al cabo de unas semanas o meses. Quiso escaparse de representar el «dolor» por la separación forzada de la ciudad que desprendían otras obras, ya que no lo vivió en carne propia. En cambio, la obra habla de «amar con libertad a quien se quiera», de amor por su cultura -el título de la obra, que aparece en el mural, es en catalán- y también de amor a la ciudad germana. Se representan tres caras masculinas con tres estados de ánimo diferentes y se encuentran los colores que, según Blanch, representan mejor a la capital alemana: «El color de la nieve, el blanco. El gris del carbón y de las chimeneas que usábamos en casa para calentarnos. Y el color del otoño, cuando la ciudad es preciosa, que es el ocre».

Tres décadas después del ‘Parlo d’amor’, el ilustrador de Roquetes es consciente de la trascendencia de su obra y por eso Blanch aún

guarda los pinceles que usó para pintarla. Estaba previsto que los artistas con vida que participaron en el mural se volvieran a reunir en un acto enmarcado en los treinta años del proyecto, pero la pandemia lo ha impedido.

Con todo, en la portada del libro informativo de los actos que sí se mantienen aparece una imagen de él y el autor Ángel Burgas acarreando botes de pintura mientras Blanch hacía el mural.

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