Un rey sin rumbo fijo

Las especulaciones en torno al destino de Juan Carlos I se disparan. Diversas informaciones apuntan que se habría instalado en República Dominicana, arropado por la familia Fanjul

05 agosto 2020 08:20 | Actualizado a 05 agosto 2020 17:27
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Cuando la Casa Real hizo público este lunes a media tarde que don Juan Carlos de Borbón abandonaría España para liberar de presión a Felipe VI, en realidad, el anterior jefe del Estado ya había salido del país rumbo a un destino desconocido. Incluso el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo ayer ignorar dónde se encuentra y dejó la pelota en el tejado de la Zarzuela, que guarda silencio sobre su paradero.

En la Casa Real explican que la marcha del emérito corresponde a una decisión personal y se circunscribe a su vida privada, toda vez que renunció a la institucional en junio de 2019 y que ya no cuenta con asignación pública. Y mientras unos y otros hacen cábalas -la prensa lusa apunta a que está en Estoril, donde pasó parte de su infancia-, su círculo más cercano lo sitúa en la República Dominicana, un destino muy recurrente desde su abdicación en 2014. Sol, campos de golf y, lo más importante, privacidad.

Juan Carlos se habría trasladado el domingo a la localidad pontevedresa de Sanxenxo, lugar que ha frecuentado los últimos años por la amistad que le une a Pedro Campos y donde practica vela. Desde ahí, según informa ‘ABC’, se habría desplazado a Oporto para tomar un avión y viajar a Santo Domingo. Aunque el país caribeño sigue en estado de emergencia por el coronavirus, su presidente Danilo Medina reabrió las fronteras hace un mes a los viajeros internacionales.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Dominicana aseguró ayer que carece de información sobre el rey emérito Juan Carlos I, quien según medios españoles viajó al país después de abandonar España.

Lujoso resort

La intención del rey emérito sería la de alojarse temporalmente en Casa de Campo, un lujoso complejo residencial que el clan Fanjul, una conocida familia cubana afincada en Miami y que hizo fortuna gracias a las plantaciones de azúcar, posee en La Romana. Allí suelen recalar aristócratas, políticos, multimillonarios y artistas. En este ‘resort’ caribeño, el padre de Felipe VI tiene hasta una avenida con su nombre, que él mismo inauguró en 2015 acompañado por la familia propietaria y el mandatario dominicano.

Con Pepe Fanjul, el segundo de cuatro hermanos, y su mujer Emilia, el monarca mantiene una estrecha amistad desde hace más de medio siglo, que se forjó en los veranos que pasaba en Palma de Mallorca en los años en los que la isla balear se convertía en una especie de segunda corte real. Les unen, incluso, lazos familiares lejanos. La hermana de la abuela del empresario era Edelmira Sampedro, que se casó con el príncipe Alfonso, hijo mayor de Alfonso XIII, el abuelo de don Juan Carlos.

Aunque los Fanjul tienen su residencia en Miami, pasan largas temporadas en el país caribeño donde han diversificado sus actividades con inversiones en el sector turístico y en el inmobiliario. Sus raíces son, sin embargo, las que son. Y es en el negocio del azúcar donde se mueven como pez en el agua tras más de siglo y medio de tradición familiar. Producen siete millones de toneladas al año y se calcula que, en la actualidad, dos de cada tres cucharadas de azúcar en Estados Unidos sale de sus fábricas.

Estancia temporal

La estancia caribeña del emérito, de confirmarse, sería en todo caso temporal. Como mencionó en la carta que remitió a su hijo, el viaje responde a su «voluntad de trasladarse, en estos momentos, fuera de España». Tras el paréntesis en República Dominicana habrá que ver si Juan Carlos I establece una residencia fija o, por el contrario, alterna visitas entre sus amistades de toda la vida.

Es el caso del matrimonio portugués Brito e Cunha-Espirito Santo. Con el patriarca Joao Manuel, Conde de Portugal de Faria, don Juan Carlos comparte edad (83 años) y recuerdos de infancia. Dicha familia aristócrata posee, además, varias residencias repartidas por el país vecino, que podrían dar cobijo al rey emérito.

De trasladarse allí, el anterior jefe del Estado estaría además muy cerca de Galicia, donde podría seguir navegando con el Bribón, y también de Madrid, para sus revisiones médicas o por si la Fiscalía del Tribunal Supremo reclamase en cualquier momento su vuelta.

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