'Una bombona de butano me dura un mes y medio'

Pepi Ramos es vecina del barrio Mas Pellicer de Reus. Para ella el uso del butano, tanto en la cocina como para hacer funcionar el calentador de su piso, es algo más que habitual

19 mayo 2017 23:22 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:30
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Mientras que algunos hogares optan por cambiar la instalación del gas por la de butano, otras personas suman años de experiencia utilizando la bombona de color naranja para cocinar y calentar el agua. El motivo no es otro que ahorrar y controlar el gasto energético de la vivienda.

Pepi Ramos es vecina del barrio Mas Pellicer de Reus. Para ella el uso del butano, tanto en la cocina como para hacer funcionar el calentador de su piso, es algo más que habitual. Y es que lleva un cuarto de siglo utilizando esta energía, aunque durante un tiempo también fue usuaria del gas ciudad. «A raíz de un percance personal decidí quitar el gas ciudad y colocar el butano», asegura esta reusense de 74 años. Pepi explica que utiliza la tradicional bombona de butano de color naranja porque le supone un importante ahorro económico a final de mes, teniendo en cuenta que vive sola. «Una bombona me dura aproximadamente un mes y medio, y sólo cuesta 17,50 euros. No me parece un gasto excesivo. En cambio cuando tenía gas ciudad y me llegaba la factura recuerdo que era más cara», reconoce esta vecina del barrio Mas Pellicer de Reus.

Reparto

Aunque parece que todo son comodidades, esta reusense asegura que el único inconveniente que hasta ahora tenía, el transporte de las mismas bombonas de butano, ya está solucionado. «Antes teníamos que ir a la gasolinera de la carretera del Cementerio a buscar el butano, pero finalmente hemos conseguido, después de ocho años sin servicio, que vuelvan a repartirlo en el barrio Mas Pellicer», asegura, y reconoce que «antes dependía de que algún vecino o mi hijo fuera a buscar la bombona, en cambio ahora ya me la traen a casa. Así que de momento todo son ventajas». Esta vecina también está concienciada en el ahorro de electricidad y el consumo responsable de la energía. «Al precio que va la luz, pocas veces se me pasa por la cabeza encender la estufa. Cuando tengo frío me pongo en el sofá con una manta y la compañía de mi perro. Esto es suficiente para mantener el calor de mi casa», asegura.

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