Xavier Milian: «En los CDR hay votantes de Pujol y hasta de Felipe González»

Radiografía de los Comités de Defensa de la República. Este historiador, periodista, doctor en derecho y militante de la izquierda independentista disecciona en 'El poder del poble' a un colectivo en el punto de mira

27 octubre 2019 19:10 | Actualizado a 27 octubre 2019 20:52
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¿Por qué un libro de los CDR?

Quería poner en valor la propia existencia de los CDR. Excepto en el Estado francés, no hay otro ejemplo en Europa en que la gente una vez por semana baje a la calle, a organizarse y a hablar de política. Es inusual.

Lo compara con el 15-M.

El 15-M fue un precedente de estallido popular, pero en dos meses no quedó nada. Y no me alegro. El hecho de que los CDR existan dos años después ya es un éxito. El peligro de que sean desmontados por un partido político no existe. En los CDR hay gente de Convergència, anarquistas, de la CUP...

¿Por qué nacen los CDR?

Parten de la filosofía de que si queremos hacer una república, no lo harán diez personas encerradas en un despacho como se hizo la Constitución de 1978. Es imprescindible que la gente tenga voz y derecho a participar. Los CDR explotan porque la clase política desaparece después del 1-O.

Pero ya el independentismo partió del pueblo, con la ANC.

La ANC es una organización jerárquica, con una cúpula escogida democráticamente que decide lo que se hace y lo que no. Los CDR son a la inversa, un movimiento sin carnet de socio ni cuota. Parte de la autoorganización. Lo que decida un CDR de un pueblo puede ser distinto a lo que determine otro. El CDR va de abajo arriba.

¿Se les criminaliza?

Desde el primer día. Y seguimos. Estos días se han contrapuesto las marchas de la libertad a los CDR, cuando fue una propuesta que sale de los CDR y que ANC y Òmnium asumieron y organizaron.

¿Están detrás de los disturbios tras la sentencia?

Los CDR no han organizado los disturbios. Quienes los organizan son los cuerpos policiales por orden del gobierno del Estado y de forma coordinada con la Generalitat. Los días en que no ha habido cargas no ha habido disturbios.

Pero apuestan por métodos más radicales.

Radical ya es un término filosófico y eso es más complejo. ¿Qué es radical? ¿La violencia? Hay que mirar quién la genera y cuál es la consecuencia. La quema de un contenedor se puede condenar o no, pero es algo que se puede restituir. Eso no pasa con las cuatro personas que perdieron un ojo.

El papel de los CDR descolocó a muchos independentistas.

Durante muchos años el bloque soberanista dijo que esto era pan comido, que el estado español era democrático y que pacífica y democráticamente se podía construir una república. Llegó el 1 de octubre y eso se desvaneció. A partir de aquí aparecen los CDR, motivados porque el bloque soberanista se retira. En lugar de generar un nuevo liderazgo mesiánico, se hace a través de la autoorganización.

Hubo un cambio de tono.

Hacen apuestas tácticas diferentes. A la ANC nunca se le habría ocurrido levantar los peajes. Ahora ANC y Òmnium defienden la desobediencia civil, que es algo que han introducido los CDR. Se ha conseguido hacer entender a la sociedad que hay un tipo de acciones que no son violentas, aunque impliquen cortes de carretera, que son herramientas útiles porque las que deberían serlo en un estado democrático no lo son.

¿No son responsables de la violencia?

El único responsable de lo que ha pasado no son ni los CDR ni los chicos que lanzan piedras. Es el Estado español, que no ofrece una salida democrática al conflicto que hay. Artur Mas o ERC criminalizan a esos chicos que tiran piedras, cuando ellos son los responsables de eso, porque no han sido capaces de construir una salida al conflicto que hay.

Pero hay quien cree que esos cortes no benefician a nadie.

Un corte de carretera es como una campaña de boicot a un producto o una manifestación. Es una forma de expresión, de denuncia de un problema político. El corte de carreteras es una consecuencia. Quemar contenedores no es un objetivo, es un medio de autodefensa ante un abuso policial.

Hay una ideología antisistema que va más allá del Procés.

Sí, de iniciar un proceso constituyente para decidir cómo debe ser esa constitución en una república. No solo es un cambio de bandera, sino un proceso de revolución democrática, en el sentido de cambiar las reglas de juego.

¿Qué perfil tiene un CDR?

Hay gente que lleva 40 años votando a Jordi Pujol o Duran i Lleida y hasta a Felipe González. O gente que no ha votado nunca porque decía que el día en que sirviera de algo estaría prohibido, como fue el 1-O. Hay una amalgama ideológica ultraamplia. Hay gente que defiende un modelo de privatización de la sanidad.

¿Cómo funcionan?

La media de edad son 40-45 años. La gente que ha hecho las protestas en la calle no está dentro de los CDR… desgraciadamente, porque si estuvieran organizados no pasarían muchas cosas de las que pasan. Es gente sin organización, que actúa de forma espontánea e improvisada. En un CDR se toman decisiones por consenso. Cuando se decidió participar en la manifestación del 8 de marzo hubo un debate grande. Hubo quien no entendía qué tenía que ver la República con la lucha feminista.

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