A bote pronto
Un incendio sin necesidad
Había muchos colegiados que podían pitar al Nàstic de Tarragona en Zubieta, pero el Comité Técnico de Árbitros —presidido por una persona a la que el club grana ha solicitado que declare en la querella contra Eder Mallo— ha decidido añadir morbo y polémica a un asunto, el de los arbitrajes, que durante este play-off apenas se había mentado.
Han arrojado gasolina al fuego. Luis Medina Cantalejo ha señalado a Domínguez Cervantes como el árbitro para la vuelta. ¿De dónde es el colegiado? De Málaga. ¿Qué implica eso? Que el Nàstic deberá jugarse la vida y un ascenso a Segunda División bajo la autoridad de un árbitro natural de la ciudad del club que, hace justo un año, lo eliminó en medio de la tormenta desatada por la actuación de Eder Mallo. Desde aquel 22 de junio de 2024, las relaciones entre Nàstic y Málaga CF están rotas.
Lo primero que quiero dejar claro es que no dudo de la profesionalidad del colegiado. Que sea malagueño no significa que vaya a perjudicar al Nàstic. Sin embargo, hay una evidencia que no se puede obviar: la presión con la que dirigirá Cervantes este partido no será la misma con la que lo habría hecho cualquier otro árbitro del estamento.
Duele ver cómo al conjunto grana se le lanza un órdago en toda regla. Un mensaje claro, directo, casi simbólico: llevar los arbitrajes a la justicia ordinaria tiene consecuencias. No lo han dicho con palabras, pero sí con decisiones. Y en el fútbol, como en la vida, las decisiones también hablan.