6 de diciembre de 1978

Somos de las democracias más avanzadas del mundo. Sin embargo, el Estado es tildado de «autoritario» e incluso «fascista»
 

06 diciembre 2017 18:17 | Actualizado a 06 diciembre 2017 18:32
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Todas las grandes naciones celebran una fiesta nacional indiscutible. El 4 de julio de 1776 lo es para los Estados Unidos que firmaron ese día su independencia. El 14 julio de 1789 los franceses festejan el asalto a la Bastilla, inicio de su gloriosa Revolución. Tales efemérides son motivo de júbilo en todas las naciones y suponen una jornada de afirmación patriótica para sus ciudadanos. Los españoles, no tenemos tanta suerte.

El 12 de octubre de 1492 se considera una empresa exclusiva de la Corona de Castilla aunque Jordi Bilbeny, el más destacado representante de la llamada Nova Historia catalana, considere el «descubrimiento y colonización de América» una gesta genuinamente catalana, sin embargo, era un tiempo en que aún no podía hablarse de la Nación española, así que tal fecha no puede ser fiesta nacional para quienes no se sienten españoles, ni plenamente integrados en nuestra rica historia común. El 2 de mayo de 1808, se conmemora el inicio de la llamada Guerra de Independencia, pero en Catalunya se refieren a ella la mayor parte de los historiadores como «la Guerra contra el Francés», no haciéndola suya tampoco puesto que no es su independencia nacional soñada, pese a haber luchado codo con codo con el resto de españoles y tratarse de una guerra que permite fusionar por vez primera pueblo y nación indistintamente. 

Ni tampoco la que celebramos hoy en que el conjunto del pueblo español ratificó por referéndum nuestra Carta Magna. Muchos abjuran de ella y prefieren abolirla que reformarla. Puede que la causa se deba a las premonitorias como pesimistas palabras de Jaime Gil de Biedma: «De todas las historias de la Historia, sin duda la más triste es la de España, porque termina mal». Palabras que a la vista de lo visto estamos empecinados en que sigan manteniendo su plena vigencia por los siglos de los siglos. 

Sin embargo, es gracias a la Constitución española y al sistema político democrático que ha ido configurando a lo largo de estos 39 años, que los españoles hayamos podido vivir el más prolongado período de convivencia democrática, y desarrollo económico, político y social sostenido de su historia. 

Democracia avanzada

¿Qué dice el World Governance Indicators del Banco Mundial, la Freedom House o el Democracy Index compilado por la Unidad de Investigación del Economist al respecto? Se podrá poner el énfasis torticeramente por parte de quienes desprecian la Constitución y el denostado «régimen del 78» en determinados indicadores en los que aún no alcanzamos los mayores niveles exigidos, pero no podrá por ello negarse que somos una de las democracias más avanzadas del mundo. Sin embargo, el Estado español es tildado de «autoritario», «franquista», e incluso en su desvarío, hay quien lo tilda de «fascista». Tratan de compararlo con países que han sido apercibidos por la misma UE por las graves disfunciones y derivas autoritarias de sus Gobiernos, como Polonia o Hungría. Suelen esgrimir tales críticos ciertas «evidencias» escogidas sectariamente. 

Son bien conocidas en el mundo académico estas tácticas consistentes en seleccionar la variable negativa dependiente correspondiente, más conocida en la jerga académica como cherry picking. Es decir, escoger del cesto la cereza de peor aspecto para inferir que todas las demás están igualmente incomibles.

España se sitúa entre sus homólogas más reconocidas en el primer tramo de las evaluaciones de la Freedom House. El Democracy Index de la revista Economist también sitúa a España entre los países que tienen una democracia más completa (full democracy) con 8.30 puntos. Por encima están los países escandinavos, que rozan el 10 y Canadá, Nueva Zelanda, Irlanda, Suiza y Australia, que superan el 9. Holanda, Alemania y Austria están ligeramente por encima y el Reino Unido está prácticamente a la par con nosotros. Por debajo están nada menos que los EE.UU. 7,98, Francia 7,92, Portugal 7,86 o Bélgica con 7,77 (el país al que Puigdemont ha ido a buscar protección jurídica). Grecia y otros países son considerados democracias defectuosas (flawed democracies). Nuestra Constitución es por supuesto mejorable, y tras 39 años es necesario hacerle una puesta a punto como sucede en todos los países democráticos, pero obviamente ha de hacerse por los procedimientos que las propias constituciones establecen. La democracia o es procedimental o no es. ¿Está obsoleto el no por casualidad olvidado artículo 14?: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer descriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». También se olvida, y no casualmente, el artículo 139.1. de la Constitución: «Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado» que, obviamente, incluyen todas las constituciones del mundo entero. ¿Estaría también obsoleto y habría que derogarlo? Los teóricos del independentismo arguyen, que la Constitución impide sus aspiraciones soberanistas sobre la inconsistente base de los artículos 1.2. «La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado» y el 2. «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas». Se oculta también que el blindaje de la unidad territorial del Estado español no es una excepción autoritaria propia del franquismo ignorando el análisis político comparado. 

Noruega, Francia, Italia, EEUU...

La Constitución de Noruega, país al que tanto se remiten los independentistas establece en su artículo 1: «El Reino de Noruega es un Estado libre, independiente, indivisible e inalienable». La Constitución de Francia, el país de la liberté, l’égalité et la fraternité, establece en su, artículo 89: «Ningún procedimiento de revisión puede ser iniciado o llevado adelante cuando se refiera a la integridad del territorio». La Constitución alemana establece en su artículo 21: «Son inconstitucionales los partidos que, según sus fines o según el comportamiento de sus adherentes, tiendan a trastornar o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania». La Constitución de la no menos democrática República italiana establece en su, artículo 126: «Se acordarán por decreto razonado del Presidente de la República la disolución del Consejo Regional y la remoción del Presidente de la Junta que hayan realizado actos contrarios a la Constitución o incurrido en violaciones graves de la ley». Y, finalmente, la Corte Suprema de los EEUU, la democracia más antigua del planeta, establece con rotundidad: «La Constitución, en todas sus disposiciones, vela por una unión indestructible compuesta por Estados indestructibles». 

Por consiguiente, ni raros, ni excepcionales, ni obsoletos, ni autoritarios, ni franquistas, ni… Sencillamente demócratas. 

*Alberto Reig Tapia es catedrático de Ciencia Política de la URV desde 2002. Sus líneas de investigación son: política española contemporánea: II República, Guerra Civil, franquismo, transición, Memoria histórica, Revisionismo y neofranquismo.

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