El sábado, Día de Reflexión, contemplaré el trocito de Muro de Berlín que arranqué, no sin dificultad, de la pared vergonzosa, el 19 de marzo de 1990. El Muro había caído cuatro meses antes, el feliz 9 de noviembre de 1989, pero seguía en pie.
La historia tuvo una de sus aceleraciones. Tan sorprendente fue la caída que cogió a Helmut Kohl de viaje a Varsovia, de donde regresó inmediatamente para celebrarlo.
La fecha de mi viaje fue escogida para asistir a las primeras elecciones democráticas de la Alemania Oriental. Venció el demócrata-cristiano Maizière, que en cuanto tomó posesión se reunió con Kohl para acordar la desaparición de la RDA y lograr la reunificación. Quedó sellada el 3 de octubre, tras su aprobación por Bush y Gorbachov.