En 2005 naufragó el proyecto de Giscard d’Estaing de una Constitución Europea que, por cierto, no reconocía las raíces cristianas de Europa. Referéndums en Francia y Países Bajos le dieron carpetazo.
Sin la misma fuerza legal, la UE tiene ahora una Carta de Derechos Fundamentales. Macron quiere introducir en ella el «derecho al aborto». Curiosa propuesta, pues el artículo 2 de la Carta dice: «Toda persona tiene derecho a la vida».
Quizá deberían refundirse dos artículos tan contradictorios en uno: «Toda persona tiene derecho a la vida siempre que le sea respetado».
O, para justificar mejor la eliminación de la persona, el artículo podría añadir: «No serán la biología ni el sentido común, sino la ley, la que determine cuándo un ser vivo es persona».