Adiós Rajoy, hola Sánchez. Fin a seis años y medio en el Gobierno de España

Catalunya. Habrá quienes piensen que los independentistas saldrán fa-vorecidos. Pienso lo contrario. Con Sánchez tendrán menos argumentos.

01 junio 2018 15:12 | Actualizado a 01 junio 2018 15:18
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«Nuestro sí a Sánchez es un no a Rajoy. Nuestro sí es un no». Así lo expresó Joan Tardà justificando el voto de ERC favorable a la moción de censura.

Es un buen resumen de lo ocurrido ayer: lo que hubo fue un voto de castigo al PP, no otra cosa. Mariano Rajoy, a sus 63 años, después de 37 en la vida política y seis y medio en el gobierno de España, será hoy cesado, a no ser que a última hora se vaya por su cuenta.

Ayer sus intervenciones fueron el canto del cisne. En sus réplicas salió el mejor parlamentario, pero ya sabía que estaba condenado, porque el PNV le iba a dar la espalda esta vez. Por la tarde no se dejó ver por el Parlamento. Seguramente pasó las horas preguntándose qué le había ocurrido. 

Los jueces no son tan manejables

Carles Puigdemont ha venido proclamando sin cesar que la justicia española no es independiente, y que esta era la razón por la que él fue apartado de la presidencia de la Generalitat. 

Ahora es una sentencia judicial la que provoca la caída de Rajoy. A los jueces no les ha temblado el pulso encarcelando a personajes del PP, después de imputar o seguir procedimientos por corrupción a unas 900 personas de este partido del gobierno. No son tan manejables como se ha dicho.

La intuición de Sánchez

Pedro Sánchez ha logrado consolidar su liderazgo que ya marcó un hito ganando las primarias socialistas a dos pesos pesados, Susana Díaz y Patxi López. En esta ocasión ha jugado la carta de la moción de censura con rapidez, sin consultar siquiera a dirigentes de su propio partido.

Le favorece su talante, su mayor capacidad de diálogo y la imagen del Partido Socialista, mucho mejor que la del PP. Hace ya tiempo, el diputado tarraconense Joan Ruíz me trazó un retrato personal de Pedro Sánchez que se está cumpliendo: en las distancias cortas tiene capacidad de escuchar y cuando habla convence. 

Le será necesaria esta actitud porque ganará la moción, pero tendrá difícil gobernar. Pablo Iglesias, que le ha empujado a su jugada, pronto le pedirá protagonismo, y los independentistas no se lo pondrán fácil.

Será bueno para Catalunya

Se ha escrito en muchas ocasiones, que para resolver el conflicto de Catalunya deberían desaparecer del primer plano dos personas contrapuestas, Rajoy y Puigdemont. Esto ya se ha producido, aunque su sombra se proyectará durante tiempo.

Los nuevos interlocutores, si no hay dimisión inesperada de Rajoy en cuestión de horas, serán Pedro Sánchez y Quim Torra. No se han gastado en el debate catalán. Es cierto que Sánchez apoyó la aplicación del 155, como lo que es que Torra ha publicado numerosos tuits y artículos intolerables, ofensivos y de mal gusto.

Será hora de mirar al futuro más que al pasado y sentarse a hablar. Sánchez no será Rajoy, pero tampoco Cameron. No permitirá un referéndum de autodeterminación, pero evitará torpezas innecesarias en la relación mutua.

Habrá quienes piensen que los independentistas saldrán favorecidos con este cambio en la Moncloa. Pienso lo contrario. Con Pedro Sánchez tendrán menos ofensas gratuitas y por tanto menos argumentos.

En el fondo las posturas del PP y el PSOE coinciden en preservar la unidad territorial de España de acuerdo con la Constitución, pero en las formas será diferente. Las famosas cuarenta propuestas podrán debatirse, todas menos una, si Torra quiere, porque Sánchez lo intentará con todas sus fuerzas. 

Una medida que puede quitar tensión a las relaciones entre Madrid y Barcelona sería el traslado de los presos independentistas a cárceles más próximas. Será este tipo de gestos, y evitar confrontaciones siempre que sea posible, lo que ofrece esperanzas de futuro. 

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