Andarse con jueguecitos

Sólo en 2019 hubo un incremento del 40% de nuevos jugadores de entre 18 y 25 años

30 agosto 2021 10:57 | Actualizado a 30 agosto 2021 11:03
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Los juegos de azar son algo tan serio y tan extendido que merecen una reglamentación en consonancia con la importancia del fenómeno y sus consecuencias sociales.

En eso anda, al parecer, el ignoto e ignorante ministro de Consumo Alberto Garzón, con el que por una vez estoy de acuerdo en cuanto a poner límites a la manera de jugar on line en tiempo y en cantidad de dinero, tal como figura en el proyecto de ley al respecto.

Aun y todo, me parecen pacatos esos límites y la falta de concreción de otros por la gravedad y propagación del fenómeno. Según los últimos datos que he visto, sólo en 2019 hubo un incremento del 40% de nuevos jugadores de entre 18 y 25 años. Una barbaridad.

Fomentar, aunque sea por inacción, toda clase de juegos y loterías, no sólo los cibernéticos, me parece una monstruosidad, ya que es como decir que el éxito económico tiene que ver con el azar en vez de con el esfuerzo individual.

Pero en ésas andamos, en que los jueguecitos de azar se comen vidas y haciendas y en que la ludopatía es una enfermedad creciente, pese a las últimas trabas publicitarias. Cuando en las apuestas deportivas se llega a pronosticar casi hasta los córneres de un partido de fútbol, se demuestra que no hay límites en arriesgar el dinero y que el azar llega a regular nuestras vidas.

En resumen, el sector factura un 1% de nuestro PIB y genera una substanciosa cifra de impuestos, que es de lo que se trata. Por eso, por lo pernicioso de sus efectos, deberíamos dejar de andarnos con jueguecitos y regular aún más estrictamente una actividad que conlleva indeseables y nocivos resultados sociales. 

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