BCN World: caprichos y utopías de la CUP en Salou

Privar a Catalunya de 9.000 puestos de trabajo no nos llevará a ninguna parte. Bueno, sí: a más paro

19 mayo 2017 19:51 | Actualizado a 21 mayo 2017 21:21
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Una vez más se ha revelado la estupidez de nuestra clase política, que mira únicamente por sus intereses. Hay un grupo minoritario, la asamblearia CUP, que realmente representa a unos pocos, la mayor parte de los cuales son estudiantes y jóvenes. Con todos mis respetos, yo he sido ambos y, quiero pensar, sigo siendo una de esas dos cosas, ya que de aprender uno nunca se cansa... Viven en ese universo en el que todo sigue siendo posible y los sueños son algo más que eso. El gris no existe en un mundo de blanco y negro. Sólo están con nosotros los que piensan como nosotros. Lo demás, fuera.

Esta, en parte, es la filosofía de algunos nuevos partidos que han surgido en estos últimos años en España. Y el que lea esto, que no se equivoque: no voy a hablar de mis creencias políticas, porque no creo que interesen a nadie. Basta con decir que en la vida he llegado a ser fan de Bakunin, he leído con voracidad a Nietzsche, he encontrado mucho sentido en sus palabras y, a día de hoy, veo coherencia en muchas de las cosas que argumentan los cinco partidos que se disputan representarnos. Algunos de ellos vienen de ese pensamiento utópico al que me refería antes.

Siempre pensé que lo interesante sería ver cómo reaccionarían ante la realidad de tener que gobernar, y a la vista está el caos de la situación postelectoral. Están allí para intentar formar gobierno y representar a la gente que les ha votado por, sí, esos mismos principios.

Pero todo esto no deja de ser un entremés interesante y, a veces cómico, que no hace más que evidenciar la solidez moral e ideológica de aquellos a los que escogemos para mandar. A la vista están, también, los errores y desequilibrios ideológicos de los que llevan haciéndolo desde el tardío final del feudalismo español.

El caso que me ocupa es grave, ya que involucra la creación, o no, de unos 9.000 puestos de trabajo. Quieran o no los señoritos y señoritas de la CUP, la superestructura en la que anda sumido ahora este nuestro mundo es el Capitalismo. No encarna un sistema ideal, de acuerdo. Incluso lo que en un principio no parecía una mala idea y garantizaba, de algún modo, la igualdad de hombres y mujeres en un mundo que dependía del esfuerzo y la capacidad del individuo para llegar a ser algo en la vida, si no fuera por el principal error que se le plantea al Capitalismo (que no deja de ser, señoritos y señoritas de la CUP, el mismo que se le planteó al comunismo); ese mismo individuo; el hombre, un ser vivo defectuoso por naturaleza.

Ahora bien, toca vivir en este tiempo, y podrían decirme ustedes que el cambio solo sucede si el pueblo lucha por ello. Si a su grupo les hubiera votado una mayoría suficiente, estaría de acuerdo. Pero no es el caso. Ustedes están donde están porque alguien los necesitaba para ser coronado. Sus ideas no son relevantes para el Govern que les ha utilizado ni para esa mayoría de población que no les ha votado, pero están sufriendo las consecuencias de la pataleta de quien no quiere soltar la batuta.

Soy nacido en Inglaterra, pero arraigado en Salou, un pequeño pueblo de la costa catalana. Un pueblo de gente trabajadora que lleva años sudando para seguir atrayendo a turistas a sus playas. Una labor cada vez más difícil en el mundo de recesión y cambio económico actual. La construcción y puesta en marcha del macrocomplejo turístico BCN World, que ustedes boicotean, significaría una gran inyección para un pueblo que lo necesita como muchos otros pueblos y provincias de España.

Nuestro alcalde, Pere Granados, alguien que sí ha recibido un importante apoyo por parte de la gente a la que representa, lucha a diario para que su gente tenga trabajo. No se lo hagan difícil enarbolando sus utopías. Estos son los tiempos que nos toca vivir. Estamos intentando cambiarlos. Pero privar a Cataluña de 9.000 puestos de trabajo, cerca de Port Aventura, no nos llevará a ninguna parte. Bueno, sí: a aumentar el desempleo, el número de personas sin trabajo, sin dinero. Un incremento que se traduce en desahucios, miseria... Todos esos principios contra los que ustedes luchan.

Miren un poco más allá de sus ideales y vean cómo funciona el mundo de verdad. Una vez hayan hecho eso, hagan lo que puedan en el afán de mejorarlo para todos. Esa es la premisa de todo buen ciudadano que quiera llamarse político. Recuerden que no viven solos en este lugar.

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