BIC naranja, BIC Cristal, BIC, BIC, BIC: Fábrica clásica de Tarragona en el nuevo mapa global

Escribir, encender y rasurar. La factoría de BIC en Tarragona reduce personal. Desde 1964, sus productos forman parte de la historia sentimental de varias generaciones

06 mayo 2021 19:20 | Actualizado a 07 mayo 2021 05:09
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La fábrica de Bic en Tarragona continúa reduciendo su plantilla. Ahora son más de cincuenta trabajadores menos. En 2017 fueron más de cien menos. La duda es: ¿a este ritmo, qué será de la factoría inaugurada en 1964, primera y única de Bic en España, y de aquellos bolígrafos, encendedores y maquinillas de afeitar?. Porque más allá de Tarragona, los bolígrafos Bic fueron los primeros que llegaron a manos de millones de escolares. Cuando algunos maestros de escuela y frailes dedicados a la enseñanza los prohibían y obligaban a seguir usando tintero, mango y plumilla. Hasta que muchos descubrieron que, si los recargaban a sus estudiantes, podían ahorrar unas pesetillas a las familias y ganarse ellos la diferencia de precio. No habían llegado los tiempos del usar y tirar y se reaprovechaba todo lo que se podía.

Para las generaciones de después de la postguerra civil, aquellos artículos de escribir, su imagen, su tacto y su rastro sobre el papel siempre evocan el anuncio televisado que cantaba: «Bic naranja escribe fino. Bic cristal escribe normal. Bic, Bic, Bic». Además de para escribir, dibujar o garabatear, si se les retiraba la carga y el taponcillo superior, el tubo transparente (inventado en 1950) servía para disparar granos de arroz o bolitas de papel al cogote de los críos de la fila de delante o a la espalda del maestro cuando escribía en la pizarra. El inconveniente era para los futuros neuróticos que lo mordisqueaban o chupaban demasiado, porque cuando se desbordaba el sabor de su tinta era terrible y manchaba la boca, manos y bata con la consiguiente bronca de la familia que no estaba para gastos. Y cuando Bic lanzó el de cuatro colores, se vio que el plan de desarrollo iba en serio.

Fenómenos semejantes ocurrieron con los encendedores fabricados en Tarragona. Inventados también para usar y tirar, resultaban y resultan muy útiles cuando se viaja al antes llamado Tercer Mundo. Con un buen cargamento de encendedores vacíos, se hacía felices a críos y adultos que los recargaban, les cambiaban la piedra y los revendían. Reservando siempre algunos nuevos para los aduaneros, que eran gente agradecida con los regalos.

Una noticia inexacta que circula actualmente es que la planta de Tarragona fabrica mecheros. Pero no es lo mismo un mechero que un encendedor. Como su nombre indica, el mechero llevaba mecha, mientras que el encendedor fue un invento tecnológicamente más avanzado, que relegó los mecheros al baúl de los olvidos.

Un historia parecida es las de las maquinillas de afeitar Bic, que hoy en día ofrece hasta modelos de rasurar para señoras y señoritas. Sus primeras maquinillas comportaron la progresiva desaparición de las hojas y cuchillas de afeitar, como fueron las clásicas Palmera y las Filomátic, con la célebre publicidad en la que el humorista Gila decía: «y da un gustirrinín…» En este mercado, Bic tuvo que competir con la norteamericana Gillette, que los españoles llamaban gilete y que también servía para raspar y borrar las manchas de tinta. Especialmente las de tiralíneas, hasta que fueron sustituidas por los rotuladores pese a las prohibiciones y quejas de los docentes chapados a la antigua. Más o menos cómo pasó después en las aulas con el invento de la calculadora. Y ahora con las máquinas cibernéticas de buscar, copiar y pegar .

A Bic también hay que agradecerle artículos como los correctores líquidos, de papel y de cinta conocidos como típex. Un invento y marca alemanas que compró a fines del siglo pasado, cuando casi desparecían las máquinas de escribir pero que hicieron felices a los millones de personas que practicaban la mecanografía antes de aparecer los primeros procesadores de textos. Otra cuestión sentimental inolvidable es que patrocinó a ciclistas legendarios como Jacques Anquetil y Luis Ocaña.

No interprete estas líneas como publicidad directa ni encubierta de una marca que no necesita publicidad. Líder mundial en artículos de oficina y papelería y con más de veinte factorías en los cinco continentes, se adentra en productos de la era digital. Aquí sólo se intenta recordar y agradecer lo mucho que ha aportado y puede aportar su fábrica de Tarragona. Una de las más clásicas en el mapa global.

Con  raíces familiares en la Terra Alta, Joaquim Roglan fue corresponsal en Ràdio Reus y cofundador de Informes-Ebre. Profesor universitario, ha trabajado en los principales medios de comunicación de Cataluña y ha escrito veinte libros. Vive retirado en L’Empordanet.

 

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