Ballesteros resiste, ERC se dispara

Ricomà pisa los talones al actual alcalde pero necesita un improbable frente independentista para alcanzar la alcaldía

 

27 mayo 2019 11:03 | Actualizado a 27 mayo 2019 11:06
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La jornada electoral de ayer, en términos generales, ha abundado en la fragmentación política. Si las mayorías absolutas ya pasaron a la historias en comicios anteriores, el 26-M ha incrementado el reparto de fuerzas. El caso de Tarragona no escapa a esta tendencia a la fragmentación de poder. El fenómeno se ha fraguado gracias a la capacidad de resistencia de Josep Fèlix Ballesteros por una parte, y por el espectacular ascenso de ERC por otra. El actual alcalde no ha salido incólume de una campaña en la que tuvo que capear el bombardeo general de todo el resto de candidatos, pero ha conseguido sobrevivir al trance. Otra cosa serán las dificultades para formar un gobierno sólido. Si en la última legislatura ya lo tuvo complicado, todavía lo será más a partir de ahora. Ballesteros tendrá que buscar el apoyo de Ciutadans y lo que quede del PP,  otra vez el gran derrotado de la jornada electoral. No se vislumbra posible un frente independentistas que requeriría de los votos de los Comuns para alcanzar los 14 sillones que la mayoría absoluta precisa para desbancar a Ballesteros. Un gobierno con ERC, Junts per Tarragona, la CUP y los Comuns se antoja lo más cercano al patio de Monipodio. La única salida razonable apunta a un gobierno en minoría de Ballesteros con el apoyo de Ciutadans y PP. Pero no anticipemos acontecimientos. Ahora toca hacer autocrítica de los motivos que han provocado el desgaste electoral. El ciudadano de Tarragona ha pasado factura a la gestión socialista del último mandato. El principal beneficiado del desgaste de Ballesteros ha sido Pau Ricomà, convenientemente subido a la ola del avance de ERC, un fenómeno reproducido en la mayoría de ciudades. También En Comú Podem habrá recogido alguna renta del desgaste socialista. Mantienen el tipo Junts per Tarragona (lo que queda de la extinta Convergència), Ciutadans y la CUP. El gran batacazo recae de nuevo en el PP para castigo de Alejandro Fernández que ha olvidado demasiado a su ciudad para embarcarse en aventuras y perder las naves en todos los frentes. 

 

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